lunes, 15 de diciembre de 2014

Aire

Sentía sus dedos acariciando mi pelo y su lenta y suave respiración, pero con cierto ritmo, sobre mí. Más bien estaba yo sobre él, sobre su pecho, demasiado cerca de su corazón, aunque en parte también era mío. Notaba cómo se me cerraban los ojos, tan despacio, y yo no tenía el control.  Ni siquiera tenía la voluntad de abrirlos, ni
mucho menos de impedir que no se cerraran. Sabía que no había marcha atrás.

Quizá había dormido poco, pero a mí me había parecido mil horas. Y allí seguía, con esa tranquilidad y ese amor. Abrí los ojos con dificultad, y ahí estaba, con sus preciosos ojos también abiertos y sus dedos todavía perdidos por mi pelo. Quizá él también estaba perdido. El silencio que había era tan precioso que me daba pena romperlo.

     —¿He estado mucho tiempo durmiendo?- dije con miedo a que pensara que era una dormilona.

     — No lo sé. Yo también me he dormido. Creo que por un momento he estado en el cielo. Se estaba tan bien…

     —¿También te has dormido? Pensaba que solo lo había hecho yo, pero de verdad que ha sido sin querer. Ha sido de forma involuntaria.  ¿Llevabas mucho tiempo despierto? Al menos me podrías haber despertado…

     — ¿Pero cómo te iba a despertar? ¿Tú sabes lo preciosa que estabas así?

     —¿Solo así? ¿Dormida?

     — Siempre. Pero dormida lo estás el doble. Estás feliz, tranquila, libre, tú. Con tu respiración tan lenta y tan caliente, con tu olor a champú, con tu piel tan suave, contigo en mis brazos me siento seguro, porque te tengo aquí y así no tengo que pensar dónde estarás, con quién, si estarás bien… Tan solo mirarte y ver que respiras a mi lado. Eso es suficiente para ser feliz. Y eso es mejor que todos los sueños del mundo. 

     Todos los derechos reservados ©

O simplemente dispara...

Una bala. Una bala de regreso y todo sería diferente. ¿Cuántas veces has querido volver atrás y hacerlo bien? Recuperar tiempo perdido, ser mejor persona, aprender más, no haber dicho aquello, no haber perdido a alguien… Es tremendamente fácil, pero nos empeñamos en hacerlo imposible. En creerlo imposible. Dejamos de lado lo importante y nos centramos en cosas que no nos van a llevar a ninguna parte, solo por el hecho de intentar olvidar las anteriores.

Prueba a dejar de ser estúpido por un momento, a abrir tu cabeza y tu mente, a evitar que se queden cerradas como de costumbre, y mira. Solamente mira y aprende. Solo tú tienes el poder de que las cosas cambien, de que vuelvan, de que se vayan, de que estén más o menos lejos, de que te hagan estar triste, o increíblemente feliz; de que llores todas las noches, o de que rías cada momento de tu vida, de que la lluvia te siga pareciendo bonita aun cuando te pille a las 7 de la mañana de mal humor y con ganas de romper el mundo. Cuando sigas viendo luz en los ojos de esa persona, ve a por ella. Cuando no puedas dejar de mirarla aun creyendo que ya la has olvidado, ve a por ella. Cuando el corazón te vaya rápido solo de pensar que al girar por esa esquina o atravesar ese pasillo te la puedas encontrar de frente, ve a por ella. Cuando sigas viendo su nombre escrito en el aire del futuro que piensas cada noche en tu cama, ve a por ella. Ve sin más. Sigue yendo siempre. Arriésgate por una vez en la vida, porque nunca sabes si esa va a ser tu última vez. No necesitas empujones de nadie, ni ánimos, ni esperanzas, no confiar en destinos inciertos, ni en mismas historias acabadas por otras personas. Solo te necesitas a ti.



Quizá lo que hayas dado por perdido, ya sea una cosa o una persona, vuelva. Y cuando estés seguro al 100%,o creas estarlo, de que no va a ser así, acuérdate de la bala. Ella es la única que no va a regresar nunca una vez disparada. La única.


Todos los derechos reservados ©

lunes, 22 de septiembre de 2014

Si decides quedarte...

Quedarse. Dicen que es demasiado fácil, que lo verdaderamente difícil es irse. Pero a lo mejor no es cierto. Puede que incluso sea mucho más difícil quedarse. Quedarse en un sitio donde no quieres, quedarte con alguien a quien no quieres, quedarte para hacer cosas que no quieres... El "quedarse" en plan negativo siempre va acompañado de un "no quiero".

Por ejemplo, si te dijera que te quedaras, ¿lo harías? Tienes que ponerte en la situación de que ya te fuiste una vez y que, por una extraña razón que quizá nunca llegues a explicarme, volviste

¿Te quedarías esta vez si te lo pidiera? Estaría siendo egoísta, te estaría pidiendo algo que, a lo mejor, tú no querrías. Y ahí viene el "no querer".
Te parecía fácil el quedarte hasta que te lo pidiera. Pero no dudes que lo harías. Te pediría que no te fueras nunca, ni lejos, ni cerca, ni hoy, ni mañana, ni dentro de un tiempo... Simplemente que te quedaras. Yo lo hice y lo sigo haciendo; y probablemente lo seguiría haciendo si me lo pidieras ahora.

Porque a veces quedarse es dar una oportunidad que tú, en algún momento de tu vida, hubieras deseado que te dieran; es dársela a otra persona, es ser feliz viendo como otra persona es feliz gracias a ti, es cumplir tus sueños y los suyos, es seguir a pesar de todo, es quedarse y no irse, es vivir un presente pero pensando en un futuro, es no echar de menos. Es quedarse.

Aunque te suene egoísta, aunque estemos destinados a no estar, aunque esto se complique, se vuelva un completo caos, se descontrole, aunque pienses millones de
veces en irte y no volver, aunque todo explote de repente y pensemos que no se puede arreglar. Aunque pasen mil vidas y mil momentos, quédate.


Todos los derechos reservados ©

domingo, 14 de septiembre de 2014

Y tú me llevas...

Sentía sus dedos acariciando mi pelo y su lenta y suave respiración, pero con cierto ritmo, sobre mí. Más bien estaba yo sobre él, sobre su pecho, demasiado cerca de su corazón, aunque en parte también era mío. Notaba cómo se me cerraban los ojos, tan despacio, y yo no tenía el control.  Ni siquiera tenía la voluntad de abrirlos, ni mucho menos de impedir que no se cerraran. Sabía que no había marcha atrás.

Quizá había dormido poco, pero a mí me había parecido mil horas. Y allí seguía, con esa tranquilidad y ese amor. Abrí los ojos con dificultad, y ahí estaba, con sus preciosos ojos también abiertos y sus dedos todavía perdidos por mi pelo. Quizá él también estaba perdido. El silencio que había era tan precioso que me daba pena romperlo.

-        - ¿He estado mucho tiempo durmiendo?- dije con miedo a que pensara que era una dormilona.

-         - No lo sé. Yo también me he dormido. Creo que por un momento he estado en el cielo. Se estaba tan bien…

-        -  ¿También te has dormido? Pensaba que solo lo había hecho yo, pero de verdad que ha sido sin querer. Ha sido de forma involuntaria.  ¿Llevabas mucho tiempo despierto? Al menos me podrías haber despertado…

-       -  ¿Pero cómo te iba a despertar? ¿Tú sabes lo preciosa que estabas así?

-         - ¿Solo así? ¿Dormida?


-   - Siempre. Pero dormida lo estás el doble. Estás feliz, tranquila, libre, tú. Con tu respiración tan lenta y tan caliente, con tu olor a champú, con tu piel tan suave, contigo en mis brazos me siento seguro, porque te tengo aquí y así no tengo que pensar dónde estarás, con quién, si estarás bien… Tan solo mirarte y ver que respiras a mi lado. Eso es suficiente para ser feliz. Y eso es mejor que todos los sueños del mundo.

d


       



             Todos los derechos reservados ©







Pequeñas cicatrices invisibles

Nunca he creído en eso de "dejar de querer a alguien". Suena a "apartar, abandonar". ¿Cómo se puede dejar de querer? En realidad guarda similitud con lo contrario, con empezar a querer a alguien. Es extraño que dos frases tan distintas tengan tanto en común. No creo en eso, como tampoco creo en que se pueda olvidar. ¿De verdad crees que se puede olvidar algo que te ha hecho sentir bien, mal, muy bien, que te ha hecho soñar, creer, crecer, vivir? Imposible. Sí, completamente imposible. 
Imagen propia 


Puedes pensar en todo lo que ha ocurrido una vez acabado, puedes odiar, claro que puedes; pero no olvidar. Millones de personas lo han intentado sin conseguirlo. Estoy segura al 100%. Porque siempre aparece en la cabeza esa mirada tan... Esa mirada. Ese todo que necesitabas para seguir, para levantarte por las mañanas con esas ganas inmensas de comerte el mundo (sí, eso tan típico), para tener esa perspectiva tan bonita de la vida, para ver todo más fácil, para sentir esa libertad. Para sentirte tú mismo, pero también a la otra persona.


Por eso es imposible olvidar. Se puede dejar "apartado" unos instantes de tu vida, pero sabes que siempre va a volver. Siempre va a estar ahí, y ese es uno de los miedos más grandes de todas las personas cuando se enamoran: no poder olvidarlo en toda su vida. Siempre van a ser pequeñas cicatrices invisibles.


Todos los derechos reservados ©

lunes, 21 de julio de 2014

Era eso

Escribiendo estúpidos poemas en tu memoria, poniendo canciones a todas horas, leyendo una y otra vez los mensajes sin sentido. Me quedo mirando la pantalla sin saber qué escribir, y todo por tu culpa. No supiste estarte quieto. No supiste frenar.

Era todo un imposible, como intentar alcanzar la luna, como estar en dos sitios a la vez, como esperar a que pase algo que no pasa, como intentar quitar los pétalos a una margarita intentando que no se rompa. 

Como intentar sonreír sin ganas. ¿Sabes eso? Es como fingir un abrazo, un te quiero, un "no tengo ganas de verte" y morirme por hacerlo. Es algo que, simplemente, no puedes. 

Es como escribirte cientos de cosas, de ideas, de pequeños discursos, de pensamientos, y esperar a que los leas, es como pensarlos y esperar que los adivines, que sepas lo que he puesto. Es la esperanza de saber que todo ha servido de algo, que todo sirve de algo. 

Es como intentar odiarte y hacerlo. Como desear no querer estar contigo, buscarte mil defectos, decirte mil tonterías, observarte y sentir que no, que no es posible y que no quiero. Aunque en realidad sí, pero no para siempre. Tan solo para un rato. ¿Cuánto? No lo sé. ¿Por qué? Porque probablamente me cansaría de ti, pero seguiría con la certeza de que eres mío, aunque ya no lo fueras, pero al menos lo habías sido. 

Es como esperar un "te echo de menos" que no llega, y que no llegará. Aunque tampoco lo quiero. O sí. O ya lo pensaría cuando llegara. Como montones de fotografías en ráfaga, esas que no dan tiempo a verlas, pero sigues con la esperanza de que alguna de ellas haya salido bien. 

Es eso. Es como intentar olvidarte y no poder.


Todos los derechos reservados ©

miércoles, 18 de junio de 2014

Cero


Había pensado demasiado en aquello. Tenía que decírselo. ¿Y si se equivocaba? No importaba, ya daba igual. Quizá se estaba equivocando al seguir con todo eso, al no decirle la verdad. Estaba cansada ya de todo, de su comportamiento, de sus palabras, de sus miradas. De todo él. ¿Y él? Victorioso con todo aquello. Creía que había ganado con su poderosa y maravillosa razón en todo. Pero no. Estaba muy equivocado.

- - Verás, hay algo que deberías saber. Quizá te lo tenía que haber dicho mucho antes para evitar el daño o no habértelo dicho nunca, pero me he dado cuenta de muchas cosas. Es como si todo esto te divirtiera y me parece que te estás pasando.

-  - Está bien, dime. Ya sabes que puedes decirme lo que quieras, y no, no me divierte. ¿Por qué crees eso?

-  - A ver, ¿cómo te digo yo todo esto? Verás, ¿si digo que todo era mentira quedaría muy mal? Es la verdad. Tus amigos me propusieron un trato, como una especie de apuesta. Tenía que conseguir enamorarte, que me dijeras te quiero, que quisieras estar conmigo a cada rato y que no pudiera dejar de pensar en mí.

-  - ¿Me estás diciendo que todo era mentira? ¿Y todos los te quiero? ¿Mentira?

-  - Sí. Ni siquiera he sentido algo por ti, no he sentido nada al decirte te quiero, no he sentido nada al darte la mano, al abrazarte, al mirarte. Nada.

-  - ¿Una apuesta? No… no me lo puedo creer. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No lo entiendo. No puede ser. ¿Por qué?

-  - Para que veas que no es bueno jugar con alguien como lo estabas haciendo tú, porque siempre hay alguien que sabe jugar mejor, en este caso, yo. Ah, y yo que tú cambiaría de amigos o al menos intentaría estar segura de la gente con la que estoy. No son buena gente. Lo siento por todo. Un placer.


Todos los derechos reservados ©

lunes, 16 de junio de 2014

Destino

Lineas de la mano / imagen propia
Destino. ¿Por qué hablamos de él todo el tiempo? ¿Por qué creemos en su existencia? Cuando algo sale bien es cosa del destino, cuando sale mal también, cuando una persona aparece en tu vida el destino es el que lo ha hecho, y si se va de tu vida el destino es el culpable. Porque está escrito. Cualquier cosa lo justificamos con eso. ¿Escrito? ¿Dónde? ¿Acaso sabemos si el destino sabe escribir? ¿El destino conoce a cada una de las 7.200.000.000 personas que hay en el mundo? Nos creemos importantes a cada momento, especiales.

Creemos que nuestra vida está escrita en un libro gigante en el que ocupamos hojas y hojas, donde aparece nuestro principio y nuestro final, las experiencias que vamos a vivir a lo largo del tiempo, las personas que vamos a conocer, lo bien y lo mal que nos va a ir dependiendo de la decisión que tome el destino. Tú llegaste a mi vida al igual que toda la gente que he conocido, al igual que llegará la que me queda por conocer. ¿Le tengo que dar las gracias al destino? ¿Y si te vas? ¿Y si el destino quiere borrar lo que un día escribió lo que tenía para nosotros y acabó teniendo celos? Dejemos de pensar en él, en sus acciones, en su existencia, en por qué te puso en mi vida y en por qué me puso en la tuya, en por qué algo te va a salir bien o mal. Deja de pensar en que algún día te irás, o me iré yo. Inevitablemente será así, ¿pero será culpa del destino?


Todos los derechos reservados ©

jueves, 1 de mayo de 2014

Consecuencias

Me habían dicho que tuviera cuidado, toda la vida con la misma frase. ¿Cuidado por qué? Yo también me quiero hacer daño, ¿por qué no puedo? El problema estaba en que uno mismo no se puede hacer daño, siempre viene de otra persona. De ahí venía ese "cuidado". Igualmente siempre me ha gustado el riesgo y las cosas imposibles, quizá porque sé que tarde o temprano algo va a ser mío. Y hasta el momento lo es. ¿Y cómo lo hago? No lo sé. Simplemente vienen. Es curioso, vienen pero no permanecen. Y ahí estás tú, lo que menos me ha costado. Cierto, me has costado poco, muy poco, porque ni siquiera te esperaba y apareciste de la nada. Lo pusiste demasiado fácil, demasiado para mí y a mi elección. Podía hacer lo que quisiera, y en verdad lo he hecho. Pero estás haciendo más de la cuenta, estás transpasando el límite porque no tienes miedo y lo demuestras; porque sabes a lo que vas y lo que quieres; porque sabes a lo que te enfrentas; porque lo quieres; porque me quieres y sabes que vas a seguir hasta el final, sin importarte cómo será, cuánto te costará y cómo acabarás. Tú vas a seguir. Tú sabes lo que es luchar por los sueños, perseguirlos hasta el infinito. Sabes cómo alejarte y acercarte despacio, cómo enamorar, cómo mirar y derretir, y a la vez ser frío y congelar. Sabes hacer las cosas bien, pensando, planificando, pero sintiéndolo como nadie. Crees en ti, demasiado, y piensas que todo lo vas a hacer bien, que todo va a ser bonito, difícil pero la recompensa es lo que quieres. Piensas que estás haciendo lo correcto, que solo tienes que escuchar a tu corazón, el único que sabe de lo que habla. Piensas cómo seguir, cómo amar con locura. Pero quizá no sepas cómo frenar, y eso te preocupa. ¿Ves? También te gusta el riesgo.

domingo, 27 de abril de 2014

Menos veinticinco hasta cero

- ¿Decepcionada?- me preguntó con una leve sonrisa, como si aquello que me había contado le hiciese gracia.

- ¿Decepcionada? ¿Y me preguntas eso?- pero preferí no contestar. Pensé que sería mejor no hacerlo, después de todo. No todo se puede expresar. Libertad de expresión la mínima. No- añadí.

- ¿Estás segura? Te noto diferente. ¿Te ha afectado algo de lo que te he dicho?- seguía con esa maldita sonrisita producto de una mezcla entre felicidad permanente y chulería, y me ponía nerviosa. Más bien, me cabreaba hasta el infinito. ¿Pero la gente qué se creía?

Cerré la conversación. No podía hacer otra cosa mejor. Que si estaba decepcionada, dice. Me iba a tener toda la tarde pensando en aquello, y no quería. Por supuesto que lo estaba, y él lo sabía. Quizá yo también lo había hecho notar y por eso se había dado cuenta. ¡Como para no! Estaba acostumbrada a que la gente decepcionase, pero esto estaba alcanzando ya límites insospechados. ¿Qué necesidad tenía yo de saber eso? ¿No me podría haber dejado en mi completa y absoluta ignorancia? Apuesto lo que quieras a que ahora sigue con esa sonrisita. Puede que a él le parezca divertido ahora porque antes lo hubiera pasado mal. ¿Y yo? ¿Ahora qué iba a pasar conmigo? El móvil seguía vibrando. Estaba interesado en mí, en qué me pasaba y en por qué me había así, tan de repente. Pero no iba a contestar, no quería. ¿Dónde están las personas normales en este mundo? ¿Quedan? ¿Alguna vez han existido? Me tenía donde quería, pensando en lo que me había dicho. Sabía que después de todo no iba a poder mirarlo igual que antes. Poco a poco me iría alejando de él, despacito, sin que se diera cuenta. Estaba segura al 100% de que no me iba a traer ningún bien, y eso era justo lo que no quería, no lo necesitaba. Seguía vibrando. ¿Tanto se me había notado? Cogí el teléfono y lo miré. Sus mensajes se multiplicaban. Los leí con desprecio. Unos cuantos de preocupación, otros de disculpas y bla bla bla. No tenía ganas de seguir leyendo. Incansable y agotador. Esta situación no tenía sentido. No quería seguir con esto que habíamos creado, no tenía fuerzas para más. Quizá estábamos de acuerdo en ciertas cosas, parecidos puntos de vista, mismas aficiones, sueños, etc. Pero no. Hasta ahí. Era mejor no querer saber más sobre su vida. Volvió a vibrar el teléfono. ¿Es que no se iba a cansar nunca? Después de disculpas y preocupaciones tendría que venir una explicación a todo esto. Efectivamente, ahí estaba. Lo cogí y lo volví a mirar.

- Es pasado, ¿entiendes? Pasado. Y allí se va a quedar. Ni siquiera voy a dejar que afecte a mi presente, y mucho a menos al futuro que quiero contigo, porque lo quiero contigo, y eso quiero que lo sepas hoy, mañana, pasado, al otro, al otro y al otro. Porque yo te quiero.

Cerré la conversación otra vez. No quería seguir leyendo eso. ¿Para qué? No sabía qué estaba diciendo. No se daba cuenta de lo que estaba pasando. Él ya no sabía querer, aunque lo intentase con todas sus fuerzas. Había querido demasiado en ese pasado del que hablaba, de ese que decía que no iba a afectar a su presente ni mucho menos a su futuro, pero lo estaba haciendo, y siempre lo iba a hacer. No iba a ser igual, no iba a poder dejar de pensar en su maldito pasado, no iba a poder querer de la misma forma, como se quiere la primera vez, no iba a poder quererme a mí, y los dos lo sabíamos. Pero esta vez yo no iba a ser estupidamente sincera.

sábado, 19 de abril de 2014

Dulce sonrisa

- ¿Y qué pasó? ¿Acabasteis mal?- me pregunta. Y yo sin saber qué contestar, intentando aparentar normalidad.
-No. Todo bien, todo bien- volví a mentir. Me había acostumbrado a eso, a no decir nunca más la verdad. ¿Para qué? Total, no me iba a servir de mucho decir lo que realmente había ocurrido. No merecía la pena volver a recordarlo y hablar de ello. Me limité a lanzar una suave y leve sonrisa vacía. Todo iba bien. O no. Pero nadie debía enterarse. Alguien me había enseñado realmente bien a mentir, a esconder la verdad y a aparentar tras una sonrisa que todo iba estupendamente. Una dulce sonrisa, eso era la clave de todo.

-Es extraño. ¿Estás segura de que no ocurrió nada entre los dos?- insiste.
-Ya te he dicho que no pasó nada, nada de nada. Todo va genial, ¿no se me nota? Hay alegría, desbordo felicidad, la derrocho allá por donde piso. Tú tranquila, no importa. Todo va genial. Volví a notar que mentía, y lo hacía con una pasividad sorprendente. No me alteraba ni me ponía nerviosa, tan solo soltaba por mi boca lo que se me ocurría en ese momento. Tampoco quería dar demasiadas explicaciones. No merecía la pena. Pero en cierto modo me preocupaba mentir. Sinceramente me podría pasar toda la vida mintiendo, escondiéndome detrás de esa dulce sonrisa. Cuando sonríes es cuando menos se preocupa la gente por ti. Ven una felicidad aparente en tu rostro, brillas de una bonita forma. Pero solo es eso, apariencia. ¿Y si mentía, mentía, mentía y mentía, y luego no sabía cómo parar? ¿Y si llegaba el momento en el que no supiera si estoy realmente feliz o solo lo aparento? Es complicado eso de mentir. Todos los buenos mentirosos han tenido un buen maestro, alguien en sus vidas que solo se dedicó a mentirles, mentira tras mentira. Dicen que los mentirosos son también los mejores en descubrir otras mentiras, detectar al momento cuándo alguien les está mintiendo u ocultando información. Pero ese no parecía ser el caso. Se lo había creído. O yo era muy buena mentirosa (he tenido en mi vida un maestro, pero de los buenos buenos) o ella era muy ingenua, se había tragado mi dulce sonrisa y no era una mentirosa. El caso es que se limitó a reír y no volvió a preguntar. No lo hizo, pero con esa pregunta había hecho algo peor: hacerme recordar. Había traído de vuelta a mi memoria todo aquello. La única persona que podía salvarme después de todo, la "buena persona" que pensé que me merecía, la casualidad, el destino, todo lo bonito que podía ocurrir sin planificarlo y sin pensarlo un bonito día de sol caminando con prisa por una calle cercana a un campo de fútbol. ¿Qué había ocurrido entre los dos? ¿Habíamos acabado mal? Habíamos acabado, pero no sabíamos cómo.




Tan atrás, tan distante, con la mirada congelada que antes me quemaba, pasando al lado sin ni siquiera hacerse notar, tan suyo, tan tremendamente invadido por el orgullo, tan solo, con tantas ganas de olvidar, de olvidarme, con el rostro pálido, jugando con los cordones de la chaqueta, y de vez en cuando con los brazos cruzados, esos que me habían abrazado durante largos minutos en lo que no me dejaba escapar, esos en los que me había apoyado demasiadas veces. Con esa sonrisa entreabierta, con esos labios que tanto me habían besado y que ahora apenas pronunciaban palabras. Tan solo se limitaba a mirar, a mirar a su alrededor, menos a mí, cuando antes podía desgastarme con la mirada de tanto hacerlo. A escuchar todo lo que decían, todo lo que ocurría, menos cuando yo hablaba. Podría gritar hasta reventar los decibelios que él seguiría sin prestarme atención. Quizá ese maldito beso no debió darse nunca. Ojalá se lo hubiera guardado para sí, para siempre, bajo llave y con cinco vueltas. Ojalá se hubiera guardado también los abrazos, las tonterías y las palabras. Ojalá ese día soleado hubiera sido lluvioso y yo hubiera corrido sin mirar atrás, sin esperar nada, sin que él se acercara. Pero lo bonito de esta vida es no poder volver atrás. Ojalá me dure para siempre esta dulce sonrisa.

domingo, 6 de abril de 2014

"Si todos los caminos llevan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

Hoy quería compartir un audio que me han enviado por Whatsapp y que me ha parecido una auténtica preciosidad de mensaje. Para reflexionar un poquito, que buena falta hace.

"Si todos los caminos llevan a Roma, ¿cómo se sale de Roma? A veces pensamos demasiado y sentimos muy poco. Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque en cierto modo perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás, y es que la vida son momentos, ¿sabes? Yo ahora estoy aquí y mañana, mañana no lo sé. Así que quería decirte que si alguna vez quieres algo, si quieres algo de verdad, ve por ello sin mirar atrás, mirando al miedo de frente y a lo ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella.

Así que no sé que será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos, y yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, y apuesto fuerte por todos estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado, tus abrazos, así porque sí, sin venir a cuento ni tener por qué celebrar algo. Y es que en este tiempo me he dado cuenta de que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas y que tú has hecho infinito mi límite, así que te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelear contra un millón de tsunami. Así que no, no sé dónde estaremos dentro de diez años ni sé cómo se sale de Roma. No te puedo asegurar nada, pero te prometo que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida; y por eso mi luna va a estar siempre contigo porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida, y eso, eso no lo voy a olvidar nunca".


Todos los derechos reservados ©

sábado, 15 de marzo de 2014

Y hoy toca: Poesía

Para alegrar y llenar con un poco de romanticismo este fin de semana tan soleado en Madrid allá vamos con algo de poesía. Quería compartir aquí la poesía que presenté a un concurso, y en el que me han seleccionado: I Concurso de Poesía "Por amor a la poesía". Espero que os guste mucho. Y recordad: "que tú no lo entiendas no quiere decir que no tenga sentido".

También aprovecho para recordar que hay que valorar a las personas y su trabajo. Todo conlleva un esfuerzo muy grande, aunque parezca que no, y todo se hace con amor y sentimiento. No podemos menospreciar algo, ya que no nos gustaría que a nosotros nos hicieran lo mismo. Valorar a las personas y todo lo que hacen, por favor. Así el mundo sería un poquito más feliz.


Respiro

Que tiene hielo en su mirada
y escarcha en los labios; un iceberg
que se sumerge y vuelve a salir a la superficie;
Un millón de cicatrices que no duelen,
un cabello que resbala y brilla,
que se alisa y se eriza, que se moja y vuelve a secarse.
¿Y su piel? Su piel está cansada de arrancarse
para así no tener que recordar su olor.

El día en el que Madrid se volvió gris. Para siempre.

Viene con un poquito de retraso, aunque lo había escrito y compartido en otras redes sociales. Este martes pasado se cumplieron 10 años del 11-M. Quería recordarlo, como a todas las personas que dejaron su vida en aquellas vías de Atocha. Ahí va, por todas ellas. 


Diez años dicen que ha pasado desde aquel 11 de marzo del 2004 a las 7.30 de la mañana; pero no, sigue siendo ayer, hoy, mañana. Es todos los días. Es inevitable subirse a
un tren o al metro y no pensar: "¿y si ponen una bomba aquí? Puede ocurrir. Ya ocurrió un día y nadie se lo esperaba". ¿En qué estaría pensando esa gente mientras estaba sentada en el Cercanías, de pie o agarrada a una barra, leyendo, escuchando música, intentado dormir un poco hasta llegar a su parada? ¿Qué se les pasaría por la cabeza? El buen día que tendrían, lo poco que faltaba para que fuera viernes y disfrutar del fin de semana con sus amigos o familiares, lo felices que estaban porque iban a ver a la persona que querían, las pocas ganas que tenían de levantarse esa mañana, en la merecida siesta que se iban a echar por la tarde.... Cualquier cosa, menos en irse para siempre sin despedirse. ¿Quién se podría imaginar algo así? Novios, novias, amigos, amigas, hermanos, hermanas, padres, madres, tíos, tías, primos, primas, abuelos, abuelas, nietos, nietas, sobrinos, sobrinas... Miles de historias rotas. Personas que no se merecían eso. No se merecían perder a alguien, ni ellos, simples viajeros habituales del tren, perder su vida. ¿Y qué queda? Padres destrozados que miran día tras día las fotografías de sus hijos y siguen manteniendo su habitación tal y como él/ella lo había dejado la mañana en la que salió de casa para coger ese tren e ir a la universidad o al trabajo. Novios/as que siguen queriendo a esa persona a la que dieron un beso por última vez el día anterior, o incluso esa mañana mientras desayunaban con prisa. Hermanos/as que han perdido su otra mitad. Amigos que han perdido a alguien a quien consideraban uno más de la familia.

No se fueron, las mataron. No fueron víctimas de un accidente. Fueron víctimas de un asesinato, el más violento, sangriento, planificado y ejecutado a sangre fría que ha vivido Madrid, mi ciudad. No son cifras, ni sangre, ni cuerpos tirados en las vías. Eran personas. Como tú, como yo, como todos. Eran personas que no necesitaban un homenaje en Atocha, ni cinco monumentos en su ciudad, ni lazos negros, ni miles de mensajes en su memoria, ni rosas en las vías, ni documentales en televisión para ganar audiencia. Necesitaban vivir, seguir al lado de las personas que más querían y haciendo lo que hacían todos los días. Necesitaban ver el sol nada más despertarse, sonreír a esa personas especial y que le devolvieran la sonrisa, abrazar... Necesitaban seguir aquí. Esto, como todo lo que se ha hecho, no va a servir de nada. No se puede volver 10 años atrás ni evitar que mañana ocurra lo mismo. No se puede traer a cada familiar a esa persona que han perdido. No se puede curar todo el daño que han pasado los supervivientes, esos que luchan día a día por olvidar el momento más trágico de sus vidas.

Pero va por ellos. Va por todos los valientes que un día se despertaron y corrieron para coger ese tren y así no llegar tarde a su destino. Va por todos aquellos que no pudieron despedirse para siempre, que no pudieron decir un último "te quiero", por todos aquellos que dejaron su vida a medias a la fuerza, historias sin acabar, proyectos a la mitad. Por todos aquellos que amaban la vida, y sin embargo, se la quitaron. Por todos los madrileños que sentimos en el alma lo ocurrido aquel día, que nos emocionamos con las imágenes, con los relatos de los supervivientes y sus familiares, aun no habiendo perdido a nadie en el tren. Va por todos que, al fin y al cabo, somos personas. Va por ese jueves 11 de marzo del 2004 en el que Madrid se volvió gris.


También quería compartir el testimonio que uno de los supervivientes del atentado cuenta para el diario 20 minutos. Lleva unos minutos, pero merece la pena leerlo:

"Me llamo Luis Alberto y soy uno de los supervivientes del sangriento atentado del 11-M"- 20 Minutos




Todos los derechos reservados ©

lunes, 24 de febrero de 2014

Escapar


"Nada que merezca la pena se marchará, nadie que merezca la pena te dejará marchar"
Esta es una bonita frase que invita a la reflexión. Es de una canción, pero creo que es sí, en su contexto, todo el mundo la ha utilizado alguna vez. Eso de "dejar marchar a alguien" es muy común en nuestra vida diaria, siempre ocurre. Nos enfadamos con las Personas que más queremos, amigos, parejas, etc.  Siempre decimos que nos han dejado marchar, que nos han perdido, y muchas veces es cierto, por supuesto que lo es.

Ahora podríamos pensar y ponernos en el otro lado. Está bien ponerse de vez en cuando en el otro lado, ver las cosas desde otra perspectiva o desde la perspectiva contraria. Nunca podemos imaginar lo que sucede al otro lado, y siempre nos sorprendemos. ¿Cuántas veces hemos dejado escapar a alguien y no nos hemos dado cuenta? ¿Cuántas veces lo hemos hecho conscientemente? Hemos perdido a alguien y lo hemos dejado escapar. Tantas veces lo hemos hecho que seguramente ni nos acordemos, o no nos queramos acordar. También puede ser que no nos diéramos cuenta de lo que estábamos haciendo realmente, pero el tiempo se encarga de eso. El tiempo, ese trabajador incansable pero impuntual. Impuntual y misterioso. Nunca sabes por dónde va a salir ni qué sorpresa tiene preparada. Él solito se encarga de que te des cuenta de lo que has hecho, tarde o temprano. Traerá a tu memoria a personas que creía olvidadas y te da la respuesta. Y esa persona que creías olvidada, ¿te dejó escapar, se marchó o tú la dejaste ir? Buena pregunta.
Toca hacer memoria, dar la vuelta a las cosas, volver por un ratito al pasado, pero nunca repetir lo mismo. No merece la pena dejar marchar a las personas de forma inconsciente, porque realmente sabes lo que haces, puedes pensarlo un momento y luego actuar. Eso sí, si te dejan escapar a ti… Ese ya es otro tema. Quien escapa nunca regresa. Ama su libertad.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Surrealismo

El físico, esa tremenda prueba que todos/as tienen que pasar para encontrar pareja. El "es guapo/a" vale más que el amor. ¿En serio? Sí. Todo el mundo lo piensa, viven convencidos de ello, están seguros. Aunque bueno, tampoco es seguro que el amor exista. ¿Existe? No está demostrado, pero la Ciencia no hace eso, no se puede entrometer en los sentimientos. ¿Sentimientos? ¿Qué es tener sentimientos? Decir: "Es guapo/a", "No es guapo/a, solo es majo/a, pero eso no me sirve", "No es alto/a y ya no es mi tipo", "Está gordo/a y ya no me gusta", "No besa bien", etc... ¿Eso es tener sentimientos? Engañar con alguien, mentir desde el principio, hacer perder el tiempo, dejar a alguien por una red social (Twitter, Whatsapp, etc), fijarse solamente en el físico, en las cosas que haces y no en lo que sientes, piensas o dices, ¿eso qué es? Mucha gente lo llamará "sentimientos", yo lo llamo dar asco, pasar de todo. 

Solemos pensar y confiar en que en la vida todo se devuelve. Y es cierto. Todo, absolutamente todo, se devuelve. ¿Que por qué? Porque lo mismo que has hecho tú, te lo puede hacer otra persona. Y te prometo que no va a dudar en hacerlo. Y será en ese momento, justo ahí, donde te arrepentirás de todo, de lo que has dicho, de todo el daño, de lo que has pensado, de lo que le has hecho pasar a otra persona, TODO. Yo, sinceramente, espero que eso siempre ocurra. A más de uno/a no le vendría mal que sus acciones se vieran reflejadas y atacaran contra él/ella. Y dirás: "No lo entiendo. Es surrealista. No tiene sentido". Pero tú hiciste lo mismo.  


Es un espejo. Cada uno es como es, habla como quiere, escribe como quiere, besa como quiere, siente como quiere, ríe, sueña y vive como quiere. VIVE COMO QUIERE. No necesita que le recuerden ni que le digan lo que hace mal, lo que tiene mal, lo que no le gusta... ¿En serio se creen que nos importa? Me importa eso de no convertirme jamás en alguien como tú, pero me importa mucho más algo: YO. 


Todos los derechos reservados ©

domingo, 26 de enero de 2014

VIDA

Bonita canción para cerrar este domingo, reflexionar sobre el fin de semana y pensar en general.

Sueña, ríe, baila, ama. Vive sin más

"Vida repleta de gente que nace, que vive, que viene y va".

"Y tan bonita es que a veces se despista..."


Quizás...

Bonitas dos líneas para esta tarde de domingo nublada en la que hasta al sol le cuesta salir y hacer algo productivo.

Doble cierre, doble llave. Doble olvido.





lunes, 20 de enero de 2014

Y a ti, ¿qué te define?

¿Alguna vez nos hemos parado a pensar en qué es lo que realmente nos define? Piénsalo por un momento ¿Estás seguro de que es eso que has pensado? No te define tu físico, ni tu familia, ni tus amigos, ni los comentarios de la gente, ni lo que digan o piensen de ti. Te defines tú mismo. Tu sonrisa, tu manera de hablar, de transimitir con palabras, gestos, miradas; tu personalidad, tu forma de ver las cosas. Eso es lo que te define.
Si la gente se parase a pensar tan solo un poquito en todo, en uno mismo, incluso en los demás, el mundo sería diferente. Muy diferente.Menos gente y más personas.
Algún día se conseguirá.

Me gustaría compartir este video que he visto por casualidad y que me ha llamado mucho la atención. Realmente es muy bonito, un gran ejemplo de superación y un claro
ejemplo también de lo cruel que puede llegar a ser la humanidad. Eso es evidente. Creo que Lizzie nos ofrece otra forma de ver la vida, de ver su vida y todos los obstáculos que ha ido superando, a toda esa gente que la quiso hundir, los malos momentos que ha pasado y todo lo que ha logrado a base de esfuerzo, ánimo y superación. 

De verdad que merece la pena verlo y pensar: ¿Qué es lo que realmente me define?








sábado, 11 de enero de 2014

Sin todo

Cerca de tu esfera, de la mía. Frío, calor, eternidad a tu lado, miedo, desesperación, sinfonías al compás del corazón, de tus ojos, de mi sonrisa, de la razón. Tanto que decir, pero el silencio se apodera de la situación. De los sentidos, de la armonía, del saber qué decir, qué callar, qué respirar. Cierras los ojos, respiras, sientes, vuelves a abrirlos. Todo igual. Seguimos girando, el mundo no para. Y sigues. Tú conmigo, yo sin ti. Incluso a veces sin mí. Sin reflejos, sin destellos, sin luz. Nada ilumina esto, todo se funde. Bombillas rotas, corazones abiertos, miradas de reojo, sin sentimientos, pero con amor. Amor sin sentimiento. Gran contradicción para nosotros. Sin tenernos, sin querernos, o sí, pero sin saberlo. O sin querer saberlo. Sin imaginación, sin pensarlo. Vamos decididos, de frente, sin frenos, Chocamos. O no. Todo depende de todo. De ti. De mí. De los puntos y las mayúsculas que nos separan. Del todo sin el todo.  

martes, 7 de enero de 2014

Me quedo al margen

¿Por qué el mundo es así? ¿Por qué esta sociedad se comporta de esta manera? No saben valorar a las personas. La gente hace verdaderos esfuerzos para conseguir algo, y los demás no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta. ¿Envidia? El deporte nacional. Todos van a conseguir la medalla de oro, y más de uno ya ha subido al podio y tiene colección de ellas. ¿Celos? Quién sabe. ¿Ganas de ver caer a otro? Por supuesto. Eso siempre. Y a mí me dan ganas de gritar: ¡Imbécil! cada vez que noto que alguien no me valora, que no se da cuenta de lo que me ha costado algo. ¡No necesito tu aprobación ni tus felicitaciones! cada vez que alguien intenta quedar bien y decir algo por decir, pero que no se fija en lo de verdad. Pero tampoco se puede ir así por la vida. Lo mío es lo mío, y no lo hago por nadie, ni para que me feliciten, ni para que me den su aprobación, ni para demostrar nada. Lo hago por y para mí. Cuando aprendáis a valorar a la gente, justo ahí, empezaré a creer en el mundo y su progreso. Mientras tanto, me quedo al margen.


lunes, 6 de enero de 2014

Enjaulado, ¿el corazón?

"Malditos sentimientos, malditas las ganas de verte, de sentirte más cerca"- se decía Hailie una y otra vez. Se negaba a reconocer que había perdido el tiempo estando a su lado. Habían sido unos bonitos años con él, los más bonitos de su corta vida. ¡Claro que no se acababa el mundo! Pero para ella sí. Para ella, alejarse de él suponía el fin del mundo, del universo, de todas las galaxias infinitas habidas y por haber. Era un suceso trágico, quizás más trágico que todas las noticias juntas que salían en el telediario. ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía que aprender a pensar en sí misma, en no dejarse llevar por romanticismos. No, nada de eso. Ni una película bonita, ni una canción de amor, ni siquiera su libro de poemas favorito. Lo dejaría por ahí, abandonado, que se llenara de polvo, como su pobre corazón. Solo, triste, sin nadie que lo abriera para llenarlo de nuevo de amor. Igual quedaría su libro de poemas, abandonado sobre la última estantería de su habitación.  Pero todo le rimaba, todo le sonaba bien. Seguía enamorada, y sabía que eso iba a ser muy difícil de cambiar. Odiaba todo en ese momento. Odiaba los te quieros, los te amos, le odiaba a él, se odiaba a sí misma. Y eso era lo peor. ¿Por qué tenía que odiarse a sí misma, si ella lo había hecho todo bien? Una chica responsable, con la cabeza en su sitio, pero el corazón perdido. Y así no se podía ir por la vida. "Todas deberíamos llevar el corazón encerrado en una jaula, como las de los pájaros, para que nadie se lo llevara y no saliera sin permiso. La caja torácica no hace bien su trabajo. Está para proteger a los otros órganos, pero no al corazón, aunque se empeñen. Mi corazón ahora está roto. ¿A quién le echo la culpa? Caja torácica, te odio"- repetía una y mil veces mientras chocaba su cabeza contra la pared lisa de su habitación.




Te echaré de menos toda mi vida

¿Habéis experimentado la sensación de echar de menos a alguien? Seguro que sí. Todos lo hemos hecho. Bien porque se hayan ido lejos, porque ya no son igual que antes, porque se haya roto una relación... Pero hablo de echar de menos, de sentir que te falta alguien, alguien a quien has querido con todo tu corazón, pero que hace tiempo que no ves. Amor a distancia, dicen. Echo de menos palabras dulces, tus abrazos una vez al año, tus preocupaciones, tus besos en la frente y en los labios, tu cariño, tu amor incondicional... Tan cosas que, pff, la lista seguiría, y seguiría... Pero duele, y dolerá siempre. Saber que quieres a alguien, pero que no puedes ni quieres volver a lo mismo, a estar con él pero sin él. Es difícil de explicar. Entra otra persona en tu vida. Tú le abres la puerta, le tiendes la mano, le dejas pasar. Eres consciente de todo, y algunas veces sería mejor no serlo, ni siquiera sentir algo. Pero lo sientes. Es algo distinto a lo anterior, y no sabes si eso es bueno o malo. Pero está seguro de algo. Va a ser completamente imposible olvidar lo anterior, aunque te empeñes, aunque te esfuerces... No, no y no. Te niegas. Incluso te planteas volver atrás, hacer como si nada hubiera pasado. Pero no se puede. Las cosas no funcionan así, la vida no va así. Y tú, tú siempre estarás en un huequito de mi corazón, ese que una vez ocupaste entero y fue tuyo. Y yo... Yo te echaré de menos toda mi vida.   



/