sábado, 15 de marzo de 2014

El día en el que Madrid se volvió gris. Para siempre.

Viene con un poquito de retraso, aunque lo había escrito y compartido en otras redes sociales. Este martes pasado se cumplieron 10 años del 11-M. Quería recordarlo, como a todas las personas que dejaron su vida en aquellas vías de Atocha. Ahí va, por todas ellas. 


Diez años dicen que ha pasado desde aquel 11 de marzo del 2004 a las 7.30 de la mañana; pero no, sigue siendo ayer, hoy, mañana. Es todos los días. Es inevitable subirse a
un tren o al metro y no pensar: "¿y si ponen una bomba aquí? Puede ocurrir. Ya ocurrió un día y nadie se lo esperaba". ¿En qué estaría pensando esa gente mientras estaba sentada en el Cercanías, de pie o agarrada a una barra, leyendo, escuchando música, intentado dormir un poco hasta llegar a su parada? ¿Qué se les pasaría por la cabeza? El buen día que tendrían, lo poco que faltaba para que fuera viernes y disfrutar del fin de semana con sus amigos o familiares, lo felices que estaban porque iban a ver a la persona que querían, las pocas ganas que tenían de levantarse esa mañana, en la merecida siesta que se iban a echar por la tarde.... Cualquier cosa, menos en irse para siempre sin despedirse. ¿Quién se podría imaginar algo así? Novios, novias, amigos, amigas, hermanos, hermanas, padres, madres, tíos, tías, primos, primas, abuelos, abuelas, nietos, nietas, sobrinos, sobrinas... Miles de historias rotas. Personas que no se merecían eso. No se merecían perder a alguien, ni ellos, simples viajeros habituales del tren, perder su vida. ¿Y qué queda? Padres destrozados que miran día tras día las fotografías de sus hijos y siguen manteniendo su habitación tal y como él/ella lo había dejado la mañana en la que salió de casa para coger ese tren e ir a la universidad o al trabajo. Novios/as que siguen queriendo a esa persona a la que dieron un beso por última vez el día anterior, o incluso esa mañana mientras desayunaban con prisa. Hermanos/as que han perdido su otra mitad. Amigos que han perdido a alguien a quien consideraban uno más de la familia.

No se fueron, las mataron. No fueron víctimas de un accidente. Fueron víctimas de un asesinato, el más violento, sangriento, planificado y ejecutado a sangre fría que ha vivido Madrid, mi ciudad. No son cifras, ni sangre, ni cuerpos tirados en las vías. Eran personas. Como tú, como yo, como todos. Eran personas que no necesitaban un homenaje en Atocha, ni cinco monumentos en su ciudad, ni lazos negros, ni miles de mensajes en su memoria, ni rosas en las vías, ni documentales en televisión para ganar audiencia. Necesitaban vivir, seguir al lado de las personas que más querían y haciendo lo que hacían todos los días. Necesitaban ver el sol nada más despertarse, sonreír a esa personas especial y que le devolvieran la sonrisa, abrazar... Necesitaban seguir aquí. Esto, como todo lo que se ha hecho, no va a servir de nada. No se puede volver 10 años atrás ni evitar que mañana ocurra lo mismo. No se puede traer a cada familiar a esa persona que han perdido. No se puede curar todo el daño que han pasado los supervivientes, esos que luchan día a día por olvidar el momento más trágico de sus vidas.

Pero va por ellos. Va por todos los valientes que un día se despertaron y corrieron para coger ese tren y así no llegar tarde a su destino. Va por todos aquellos que no pudieron despedirse para siempre, que no pudieron decir un último "te quiero", por todos aquellos que dejaron su vida a medias a la fuerza, historias sin acabar, proyectos a la mitad. Por todos aquellos que amaban la vida, y sin embargo, se la quitaron. Por todos los madrileños que sentimos en el alma lo ocurrido aquel día, que nos emocionamos con las imágenes, con los relatos de los supervivientes y sus familiares, aun no habiendo perdido a nadie en el tren. Va por todos que, al fin y al cabo, somos personas. Va por ese jueves 11 de marzo del 2004 en el que Madrid se volvió gris.


También quería compartir el testimonio que uno de los supervivientes del atentado cuenta para el diario 20 minutos. Lleva unos minutos, pero merece la pena leerlo:

"Me llamo Luis Alberto y soy uno de los supervivientes del sangriento atentado del 11-M"- 20 Minutos




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