sábado, 11 de abril de 2015

Cuando no sabes qué camino escoger...

Oceanografic de Valencia / imagen propia 
Cuando creemos saber las respuestas, nos cambian las preguntas, y cuando creemos saber qué camino escoger, nos paramos de repente. ¿Por qué? ¿Es que acaso no estábamos plenamente seguros de que ese era el que queríamos? Cuántas veces no ha pasado eso… Ante una persona, un trabajo, un compromiso, una carrera, o una simple tontería. Es como en las típicas películas americanas, cuando hay mil carteles que llevan a direcciones opuestas y el protagonista se queda perplejo sin saber hacia dónde ir, mirando atentamente las direcciones pero sin saber qué escoger.

Nosotros funcionamos de igual manera. Estamos plenamente seguros de ir de frente que, curiosamente, al igual que la derecha y arriba, siempre son los más elegidos. ¿Qué le ocurre a la izquierda para no ser escogida ante una bifurcación? ¿Y por qué las escaleras hacia abajo siempre nos dan mal rollo? ¿Por qué preferimos ir de frente a dar la vuelta? Quizá porque lo relacionamos con estados de ánimo, películas, etc. Subir significa llegar siempre a un lugar más alto, con mayor libertad, un sitio desde el que se puede contemplar todo; bajar, en cambio, significa caer, llegar a un lugar profundo, sin salida, del que puede costar salir y ver la luz. La derecha y la izquierda supongo que se deberá a la costumbre de cada persona.

Lo que no sabemos es lo que pasa por nuestra cabeza en el momento justo en el que cambiamos de idea, de camino. ¿Influyen los sentimientos y las emociones? Quizá influimos nosotros mismos en nosotros mismos. Sí, puede parecer complicado al principio, pero somos nosotros los únicos que decidimos cambiar de camino, lo demás son solo factores externos, y solo nosotros aceptamos que infieran o no. Haz la prueba: en una situación cualquiera, ponte en una calle que tenga dos bifurcaciones y que las conozcas muy bien, o eso creas. En un primer momento vas a tener muy claro por cual vas a ir pero, inexplicablemente, vas a cambiar de idea y vas a coger el otro. ¿Por qué? Porque por tu cabeza va a aparecer la curiosidad de saber qué hay en la otra, aunque la conozcas perfectamente.

Eso mismo ocurre en miles de situaciones más, y cómo no, en el amor. ¿Qué camino coger? Izquierda: Olvidar. Derecha: Seguir un poquito más. Tienes muy claro que vas a coger el de la izquierda, pero el de la derecha ronda mucho por tu cabeza. Y al final, coges el de la derecha.

Cojas el camino que cojas, camina los kilómetros que quieras caminar, pero siempre seguro de tu elección. Disfruta del paisaje, respira el aire, deja que el sol bañe tu piel, mójate con el agua y haz amigos si te los encuentras, pero siempre tranquilo y seguro, pues tu decisión es la correcta. Y si no, siempre puedes retroceder. Al igual que bajar, no siempre es algo negativo.

Y cuando no sepas qué camino elegir, solo respira y cierra los ojos, realmente tienes claro cuál es el que quieres seguir y por cuál no volverías a pasar. O, simplemente, salte del camino establecido.


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