"Nada
que merezca la pena se marchará, nadie que merezca la pena te dejará marchar"
Esta es una
bonita frase que invita a la reflexión. Es de una canción, pero creo que es sí,
en su contexto, todo el mundo la ha utilizado alguna vez. Eso de "dejar
marchar a alguien" es muy común en nuestra vida diaria, siempre ocurre.
Nos enfadamos con las Personas que más queremos, amigos, parejas, etc. Siempre decimos que nos han dejado marchar,
que nos han perdido, y muchas veces es cierto, por supuesto que lo es.
Ahora podríamos
pensar y ponernos en el otro lado. Está bien ponerse de vez en cuando en el
otro lado, ver las cosas desde otra perspectiva o desde la perspectiva
contraria. Nunca podemos imaginar lo que sucede al otro lado, y siempre nos
sorprendemos. ¿Cuántas veces hemos dejado escapar a alguien y no nos hemos dado
cuenta? ¿Cuántas veces lo hemos hecho conscientemente? Hemos perdido a alguien
y lo hemos dejado escapar. Tantas veces lo hemos hecho que seguramente ni nos
acordemos, o no nos queramos acordar. También puede ser que no nos diéramos cuenta
de lo que estábamos haciendo realmente, pero el tiempo se encarga de eso. El
tiempo, ese trabajador incansable pero impuntual. Impuntual y misterioso. Nunca
sabes por dónde va a salir ni qué sorpresa tiene preparada. Él solito se
encarga de que te des cuenta de lo que has hecho, tarde o temprano. Traerá a tu
memoria a personas que creía olvidadas y te da la respuesta. Y esa persona que
creías olvidada, ¿te dejó escapar, se marchó o tú la dejaste ir? Buena
pregunta.
Toca hacer
memoria, dar la vuelta a las cosas, volver por un ratito al pasado, pero nunca
repetir lo mismo. No merece la pena dejar marchar a las personas de forma inconsciente,
porque realmente sabes lo que haces, puedes pensarlo un momento y luego actuar.
Eso sí, si te dejan escapar a ti… Ese ya es otro tema. Quien escapa nunca
regresa. Ama su libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tu aportación. Seguro que es maravillosa