sábado, 6 de mayo de 2017

Deshacerse de cosas y cambiar

Hay momentos en la vida en que es necesario cambiar. Muchos de los cambios que necesitamos suelen estar muy cerca de nosotros, en cambio nos empeñamos en complicarlo todo y en pensar que es muy difícil cambiar. Nos da miedo, y nos auto convencemos de que el cambio vendrá, pero que lo haremos mañana, y ese mañana se acaba convirtiendo en nunca.

Las personas tenemos la manía de conservar cosas y uno de los motivos principales es porque creemos que si nos quedamos con todo aquello que perteneció a un determinado momento de nuestras vidas, ese instante se va a quedar guardado para siempre en el objeto. Y no es así. Otorgamos un poder increíble a los objetos y a la vez los sometemos a la complicada, pesada y ardua tarea de conservar nuestros recuerdos, cuando realmente estos se quedan con nosotros aunque no nos demos cuenta.

Guardamos cajas repletas de cosas que ni siquiera recordábamos, que no habíamos utilizado en años, siempre con el pensamiento de “me lo quedo por si acaso, en algún momento lo usaré”, aunque realmente nunca no la hagamos. Ayer justamente me pasó algo así. Encontré cajas con “recuerdos”, algunas cartas, invitaciones a fiestas a las que fui, entradas de cine, de conciertos y musicales, felicitaciones de cumpleaños y fotografías de algunos viajes. Todo es pasado porque, aunque guarde todos esos objetos, los momentos ya no van a volver. Las fiestas, los musicales y los conciertos se celebraron en una fecha determinada, y muchas de las personas que aparecen en las imágenes y que firmaron la tarjeta de cumpleaños, ya no están a mi lado, decidieron ir por su propio camino y apenas tengo contacto con ellas. ¿Para qué guardar y conservar todo aquello?

El Feng Shui, a través de sus principios, pretende ayudarnos con las llamadas “limpiezas energéticas”, cerrando ciclos, eliminando malas energías y permitiendo que entren a nuestra vida cosas mejores, impulsando así nuevos proyectos y oportunidades. Es necesario hacer limpieza de vez en cuando, tirar todo aquello que no usamos y que de una manera u otra nos sigue atando a ese pasado que, para bien o para mal, no volverá. De nada sirve tener botes vacíos a los que no les vamos a dar uso o cajas repletas de figuritas, ni siquiera bolígrafos que no pintan o ropa que nos ocupa todo el armario y que seguimos teniendo “por si acaso”. Todo lo que nos almacenamos y olvidamos con el tiempo nos impide que entren cosas nuevas que llenen de luz y energía nuestro día a día, simplemente porque no dejamos hueco para ellas.


Tira, cambia los colores, cambia el orden de todo aquello que creías tener bien colocado, la cama, el espejo, las cortinas, la mesa, la silla… Llena de alegría todos aquellos rincones que no sabías ni que existían porque los objetos del pasado lo tapaban. Esto no es una religión, ni una oración, ni una secta ni una obligación, simplemente un cambio necesario. Yo estoy en ello. 


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