martes, 24 de marzo de 2020

En estos días más que nunca


¿Qué le ocurre al ser humano, que solo se da cuenta de las cosas cuando suceden? Estos días son diferentes para cada uno. Unos intentan mejorar su vida, aprenden cosas nuevas y retoman las olvidadas; otros, en cambio, siguen su día a día como siempre, haciendo lo mismo, sin notar muchas alteraciones. Pero, sin duda, son días para reflexionar. Todos, en algún momento del día y durante unos segundos, nos paramos a pensar. ¿Qué consecuencias traerá todo esto? ¿Cuándo acabará? ¿Qué ocurrirá cuando todo termine? ¿Volveremos a ser los mismos?

En estos días, y más que nunca, estoy viendo cómo la gente se “preocupa” por los demás. Llamadas a diario, videollamadas, dibujos, vídeos, mensajes positivos… Gente que el resto del año no se acuerda de ti. Y me parece lo más loable del mundo, puesto que cada uno es libre de hacer lo que cree conveniente. Pero, ¿por qué ahora?

También leí hace poco que mucha gente está recibiendo llamadas y mensajes de sus exparejas, preocupados, con la única intención de saber si la otra persona está bien. Pero, ¿por qué ahora?

En estos días, y más que nunca, estoy viendo cómo se fuerza a la gente a llamar a los demás, a sentirse preocupados por otras vidas que no son las suyas, por crear mensajes de ánimo y superación sin tener ganas, por coger el teléfono y escuchar los quejidos de los demás por estar encerrados en casa. Por tener que mostrar apoyo. Pero, ¿por qué ahora?



Imagen propia 


¿Por qué ahora nos sentimos o nos hacen sentirnos obligados a enviar mensajes para saber cómo están otros, a llamar para dar el pésame a quienes han perdido a algún familiar o a aquellos que tienen a alguien ingresado? ¿Por qué tenemos que salir a aplaudir a la ventana, a colgar dibujos en los balcones, a poner música a los vecinos y a sentirnos animados? ¿Por qué, ahora más que nunca, nos tenemos que acodar siempre de los demás cuando pasan cosas que se escapan de nuestro alcance?

Está bien preocuparse, hacer cosas por los demás, sacar una sonrisa con una llamada o un mensaje, mantener una conversación hasta las tantas de la madrugada con una persona que te importa, preguntar qué tal de vez en cuando, pero todo ello no debe ser impuesto. Tenemos que ser conscientes de que cada uno vive su propio juego, que la realidad no es siempre la misma y que hay gente que no quiere ni recibir llamadas ni tampoco realizarlas. Y eso no les convierte ni en mejores ni en peores personas. No podemos dejar de nosotros mismos, y ahora más que nunca.


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*Canción recomendada*: To believe- Cinematic Orchestra




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