Había
pensado demasiado en aquello. Tenía que decírselo. ¿Y si se equivocaba? No
importaba, ya daba igual. Quizá se estaba equivocando al seguir con todo eso,
al no decirle la verdad. Estaba cansada ya de todo, de su comportamiento, de
sus palabras, de sus miradas. De todo él. ¿Y él? Victorioso con todo aquello.
Creía que había ganado con su poderosa y maravillosa razón en todo. Pero no.
Estaba muy equivocado.
- - Verás, hay algo
que deberías saber. Quizá te lo tenía que haber dicho mucho antes para evitar
el daño o no habértelo dicho nunca, pero me he dado cuenta de muchas cosas. Es
como si todo esto te divirtiera y me parece que te estás pasando.
- - Está bien, dime. Ya sabes que puedes decirme
lo que quieras, y no, no me divierte. ¿Por qué crees eso?
- - A ver, ¿cómo te digo yo todo esto? Verás, ¿si
digo que todo era mentira quedaría muy mal? Es la verdad. Tus amigos me
propusieron un trato, como una especie de apuesta. Tenía que conseguir
enamorarte, que me dijeras te quiero, que quisieras estar conmigo a cada rato y
que no pudiera dejar de pensar en mí.
- - ¿Me estás diciendo que todo era mentira? ¿Y
todos los te quiero? ¿Mentira?
- - Sí. Ni siquiera he sentido algo por ti, no he
sentido nada al decirte te quiero, no he sentido nada al darte la mano, al
abrazarte, al mirarte. Nada.
- - ¿Una apuesta? No… no me lo puedo creer. ¿Por
qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No lo entiendo. No puede ser. ¿Por qué?
- - Para que veas que no es bueno jugar con
alguien como lo estabas haciendo tú, porque siempre hay alguien que sabe jugar
mejor, en este caso, yo. Ah, y yo que tú cambiaría de amigos o al menos
intentaría estar segura de la gente con la que estoy. No son buena gente. Lo
siento por todo. Un placer.
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