¿Cuánto nos conocemos a
la perfección? Quizá, si hiciéramos esta pregunta en público, más de uno diría
que se conoce muy bien, mucho mejor que nadie de los que tiene a su alrededor o
con los que convive a diario. ¿Quién no ha escuchado alguna vez eso de: “déjame,
que yo me conozco” o eso de: “calla, no me conoces y no sabes nada de mí” como
último argumento- recurso para acabar y ganar una discusión?
Pues bien, las personas somos
increíblemente complicadas, y tanto es así que tenemos distintas formas de
conocernos y dejar que nos conozcan: una zona
pública, una privada, una inconsciente y una ciega, ésta mucho más compleja. La zona pública quizá sea la más
sencilla: yo me conozco y los otros me conocen. ¿Quiere decir esto que tengo
una mayor facilidad para abrirme a los demás y dejarme conocer? Puede ser.
Llegar a conocerse es algo tan complicado como la vida misma, pero hay personas
que consiguen proyectar a los de su alrededor lo mismo que se proyectan a sí
mismos, y son capaces de presentarse ante los demás como realmente son,
mostrando su perfil público. En su lado opuesto estaría la zona privada,
aquella que solo conocemos nosotros y que nos cuesta o no queremos mostrar a
los demás. Las personas también tenemos aptitudes o habilidades que no
conocemos y que están en lo más profundo
de nosotros; eso es lo que se conoce como zona inconsciente: están ahí, pero ni
nosotros ni nadie lo sabemos. Y así llegamos a la más compleja y difícil de
todas: la zona ciega.
Ventana de Johari |
¿A quién no le han dicho
alguna vez que es muy bueno haciendo una cosa y no se lo ha creído? Pero
también a la inversa, cuando nos aseguran que no sabemos hacer algo o que lo
estamos haciendo mal. La zona ciega son aquellas cosas que no conocemos de
nosotros mismos pero que los demás sí. Este es uno de los grandes problemas de
la comunicación, igual que ocurre con los idiomas. Si dos personas hablan
idiomas distintos, la comunicación difícilmente puede llegar a buen término.
¿Qué ocurre cuando nosotros no nos conocemos y los demás parecen saber todo sobre
nuestras vidas? Cuando nos dicen algo sobre nosotros que no nos gusta, siempre
tendemos a molestarnos y a pensar que el objetivo de esa persona es hacernos
daño, pero no siempre es así. A veces nos dicen que hablamos muy alto y nos
recomiendan bajar el tono de voz cuando ni siquiera nosotros que sabíamos que
estábamos gritando; otras veces nos dicen que tenemos una personalidad muy
fuerte y un carácter muy marcado, y respondemos que somos así cuando ni
siquiera sabemos el porqué. En algunos momentos nos acusan de ser bordes y
sonreír poco, o de ser impacientes, aburridos, vagos… Muchas de esas cosas son
verdad, puesto que es lo que proyectamos a los demás cuando ni siquiera
nosotros mismos somos conscientes de ser así. Todo lo anterior se conoce como la
Ventana de Johari y nos ayuda a hacer un ejercicio de reflexión sobre
nuestro interior y exterior.
En diversos aspectos de
nuestra vida estamos ciegos y necesitamos que los demás nos abran los ojos con
opiniones sobre nosotros. Esto no quiere decir que todo lo que vayan a decir
sobre nosotros sea real, y hay que tener mucho cuidado para saber diferenciar
las opiniones que provienen de personas que quieren nuestro bien de aquellas
que solo buscan hacernos daño. Por tanto, hay que buscar a personas que nos
desarrollen, que nos conozcan y que, con su opinión, nos ayuden a conocernos para poder construir y proyectar la mejor
versión de nosotros mismos.
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