martes, 24 de octubre de 2017

Las desigualdades existen. Gracias, ONU

Cuántas veces nos hemos preguntado eso de: “¿y por qué la ONU no hace nada?” al ver todas las injusticias que aparecen día a día en los medios: pobreza, violencia de género, asesinatos, vulneración de infinidad de derechos humanos… Hoy es su día, donde se celebra la entra en vigor de la Carta de las Naciones Unidas en 1945.

El otro día me preguntaron: “¿Crees que las diferentes instituciones (ONU y Unión Europea) pueden presionar política y económicamente a los países en los que las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres?”, y a eso intenté contestar yo.

Por desgracia, la ONU, la Unión Europea y las distintas instituciones se han convertido en un gran cajón desastre. Desde su creación, intentaron abarcarlo todo para mejorar el mundo de una manera más rápida, y, a su parecer, más efectiva. Intentaron incluir en sus objetivos todo aquello que los ciudadanos necesitaban, incluso en materias adelantadas a su tiempo, como ese “establecimiento de las bases legales que permitieran garantizar la igualdad entre ambos sexos” durante 1945-1962, una época en la que era impensable que la mujer se pudiera equiparar al hombre.


El problema es justamente ese. El intentar abarcarlo todo, el intentar reflejar el hambre, el medio ambiente, la pobreza, la igualdad entre hombres y mujeres, mantener la paz, preservar la humanidad de la guerra, el progreso social, la cooperación internacional… Pero luego nada de ello es efectivo, ni se ejerce la suficiente presión por parte de las organizaciones a los diferentes gobiernos para que los derechos se hagan efectivos. El hambre en el mundo vuelve a subir y la cifra se ha estimado en más de 815 millones de personas, según la ONU. La ONU aporta cifras pero no ofrece resultados.

Por todos es sabido que en determinados países, las mujeres y las niñas son consideras inferiores a los hombres, sin acceso a educación, sanidad, sin participación activa ni pasiva en la política, sufriendo violaciones, violencia, secuestros y vulneración de una infinidad de derechos humanos, Uno de los casos que todavía no ha tenido una resolución es el secuestro de mujeres y niñas por el grupo terrorista Boko Haram. 

Al igual que la ONU tiene capacidad para intervenir en determinados países y frenar las guerras (como en Costa de Marfil, Liberia y Líbano) o, sin ir más lejos, el ahogamiento económico que pretende llevar a cabo la ONU contra Corea del Norte, también debería presionar tanto política como económicamente a los países en materia de igualdad. No se debería permitir que, de 188 países sobre los que se dispone de datos, 137 tengan leyes sobre la violencia doméstica, 149 prohíban el matrimonio infantil y el casi el 60 % de estos 188 carezcan de marcos legales que obliguen de alguna forma a que exista una igualdad efectiva entre hombres y mujeres, según datos del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing confirma que la protección y promoción de los derechos humanos es la primera responsabilidad de los gobierno y está en el centro del trabajo de las Naciones Unidas. Además, la Carta de las Naciones Unidas garantiza la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y en su artículo 1 hace constar que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

Si los estados atentan contra los derechos humanos, la ONU, la UE y los demás organismos deben actual.


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viernes, 9 de junio de 2017

En la vida no todo es compatible

Los humanos tendemos siempre a elegir. Pensamos que todo en la vida es posible, que podemos abarcarlo todo, todo aquello que nos proponen, todo aquello que se nos pone por delante, pero no es así. No podemos con todo. 

El otro día vi esta frase: «en la vida todo es posible, pero no todo es para todos». Pero, ¿realmente todo es posible? La frase encierra en sí misma su propia negación, puesto que si todo no es para todos, todo tampoco es posible en la vida.

El problema es que tenemos una idea equivocada. No es que todo no sea posible en la vida, sino que todo no es compatible. Esto lo puedes aplicar a cualquier situación ajena, incluso a tu propia experiencia. Quizá hayas creído alguna vez que eso es imposible para ti, que no vas a poder hacerlo, que es difícil, pero lo que realmente ocurre es que tienes otras cosas en tu cabeza, algo que consideras más importante. Pongamos un ejemplo
:
El 28 de mayo, el piloto de Fórmula 1, Fernando Alonso, fue de invitado al programa de entrevistas y aventuras Planeta Calleja presentado por Jesús Calleja. Entre muchas anécdotas de su vida y sus premios afirmó que “dejó los estudios con 17 años”.  ¿Sería para él imposible estudiar? Puede ser que no, sino que no era compatible con su vida de piloto de Fórmula 1. Y quizá puede que no se arrepienta de ello, pues sus triunfos laborales seguramente son más de los que hubieran sido los académicos.

Muchas personas que han empezado en el mundo laboral, pasado un tiempo, deciden volver a estudiar, pero por algún extraño motivo nunca vuelven a hacerlo. Repiten una y otra vez la idea de retomar los estudios o de hacer algo que les gusta y que en su momento no pudieron realizar, pero no lo hacen. Reciben constantemente ofertas de trabajo u otras actividades que les hacen distanciarse poco a poco de su idea del retorno académico. Quizá tampoco sea difícil para ellos estudiar, hacer un curso, una carrera… sino que, simplemente, eso ha dejado de ser compatible con su idea inicial.

Esto también ocurre en otras facetas de la vida como en el amor, en el matrimonio, en los hijos, en los viajes, con el dinero, y todas aquellas actividades que “deben realizarse en la vida”. A veces, el trabajo nos impide viajar, o las ganas de viajar son las que nos impiden trabajar, o la vida que llevamos hace incompatible compartirla con otra persona.


A veces no todo es difícil o imposible, sino que es incompatible con la vida. Quizá en algún momento de nuestra vida decidamos cambiar una cosa por otra, pero no dejará de ser solamente un cambio, puesto que habremos dejado algo en el camino. 


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miércoles, 31 de mayo de 2017

Cuando un monólogo se convierte en ofensa



Leo Harlem utilizó en su monólogo ¿Deporte? comparaciones ofensivas para provocar risas fáciles entre el público 

Leo Harlem ha vuelto a hacerlo. Creíamos que los chistes que suponían una ofensa ante los distintos colectivos habían desaparecido, o que el público que los escuchaba se había vuelto más crítico con las comparaciones que realizaba el monologuista, pero parece que no, parece que cualquier comparación vale para conseguir las risas y los aplausos de la gente, que no dudan en aplaudir como borregos ante cualquier chiste malo.

El Teatro Joy Eslava fue testigo del monólogo del humorista Leo Harlem titulado ¿Deporte?, donde en apenas 15 minutos le da tiempo a ridiculizar no solo al deporte en general, sino a las mujeres, a los deportistas, a los enfermos de meningitis y a las víctimas del holocausto nazi. Con su peculiar estilo irónico y pueblerino, no duda en lanzar una gracia detrás de otra, buscando el humor fácil, puesto que para hacer crítica de la nueva moda de la vida sana y el fitness no es necesario ridiculizar a los deportistas que día tras día entrenan para conseguir sus objetivos, en contraposición a aquellos que “se rascan el culo” por las mañanas porque les da pereza salir a correr; quizá Leo Harlem sea uno de ellos, a juzgar por su físico nada atlético, cuando él sí que se atreve a juzgar a los deportistas, en especial a los corredores, a quienes compara con las víctimas del holocausto, una comparación nada acertada, como tampoco lo es la analogía que establece entre su brazo y la meningitis, ofendiendo así a quienes la padecen o la sufrieron, a los que “dejó tontos”, como él dice, o a los que mató.

Cierto machismo también rezuma entre sus palabras, asegurando que en el gimnasio se despista por culpa de las mujeres, a quienes no duda en referirse como “las churris”, haciendo entender que ellas van al gimnasio a provocar, tanto por la ropa como por los ejercicios que realizan.


En el humor no todo vale, y este deja de serlo cuando las risas son el resultado de la ofensa; durante estos minutos, Harlem no ha sido capaz de hacer reír sin recurrir a ella. 





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lunes, 22 de mayo de 2017

Pecera: peces que se comen a otros peces

Durante apenas 12 minutos, Carlos Bouvier ha reflejado a la perfección la situación interna que viven muchas empresas y cómo la estado económico cambia a las personas, olvidándose así de la humanidad, la empatía y la ética, y prescindiendo de todos aquellos que impiden que los gráficos de los beneficios empresariales suban, viendo como única solución prescindir de personal. Quizá el impacto de este corto es que el director haya vivido de cerca un suceso similar  en una empresa de trabajo temporal, y que esto haya sido el detonante para denunciar que las personas se hayan convertido en números, en beneficios, costes y números rojos. Las denuncias sociales a veces se convierten en premios, y el de Bouvier ya cuenta con 6.

Las empresas en su mayoría, no solo las de trabajo temporal, son una gran pecera en la que todos los peces tienen que nadar hacia una misma dirección, y cualquiera que se sale de ella corre el riesgo de ser comidos no solo por un pez de mayor tamaño, sino por otros peces que son de su mismo nivel.




A través de un guion sencillo, con apenas 4 personajes, una música desquiciante y dos escenarios interiores, Bouvier ha conseguido reivindicar no solo la precaria situación interna que viven las empresas, que con una ley que les respalda pueden tratar a su antojo a los trabajadores a través de la manipulación y el chantaje, sino también el desconocido mundo del departamento de RRHH, empleados entrenados para hacer creer al futuro trabajador despedido que es por su bien o por el bien de la empresa, incluso hacerles firmar su propio despido que mágicamente se podrá convertir en un nuevo contrato en los próximos meses, pero que también unos días pueden despedir y otros días pueden ser ellos los  despedidos.

La idea es clara: nadie es imprescindible, ni siquiera eso dos peces que están siempre juntos en la pecera. Al final, uno de ellos se acabará comiendo al otro. 



Título: Pecera
España, 2011
Productora: Lolita Peliculitas Artes Visuales
Director: Carlos Bouvier
Fotografía: Eduardo Helguera
Guión: Carlos Bouvier
Reparto: Gemma Zelarayán, Gema Santoyo, Camila Bertone, Javier Mejia
Duración: 12 minutos 




sábado, 6 de mayo de 2017

Deshacerse de cosas y cambiar

Hay momentos en la vida en que es necesario cambiar. Muchos de los cambios que necesitamos suelen estar muy cerca de nosotros, en cambio nos empeñamos en complicarlo todo y en pensar que es muy difícil cambiar. Nos da miedo, y nos auto convencemos de que el cambio vendrá, pero que lo haremos mañana, y ese mañana se acaba convirtiendo en nunca.

Las personas tenemos la manía de conservar cosas y uno de los motivos principales es porque creemos que si nos quedamos con todo aquello que perteneció a un determinado momento de nuestras vidas, ese instante se va a quedar guardado para siempre en el objeto. Y no es así. Otorgamos un poder increíble a los objetos y a la vez los sometemos a la complicada, pesada y ardua tarea de conservar nuestros recuerdos, cuando realmente estos se quedan con nosotros aunque no nos demos cuenta.

Guardamos cajas repletas de cosas que ni siquiera recordábamos, que no habíamos utilizado en años, siempre con el pensamiento de “me lo quedo por si acaso, en algún momento lo usaré”, aunque realmente nunca no la hagamos. Ayer justamente me pasó algo así. Encontré cajas con “recuerdos”, algunas cartas, invitaciones a fiestas a las que fui, entradas de cine, de conciertos y musicales, felicitaciones de cumpleaños y fotografías de algunos viajes. Todo es pasado porque, aunque guarde todos esos objetos, los momentos ya no van a volver. Las fiestas, los musicales y los conciertos se celebraron en una fecha determinada, y muchas de las personas que aparecen en las imágenes y que firmaron la tarjeta de cumpleaños, ya no están a mi lado, decidieron ir por su propio camino y apenas tengo contacto con ellas. ¿Para qué guardar y conservar todo aquello?

El Feng Shui, a través de sus principios, pretende ayudarnos con las llamadas “limpiezas energéticas”, cerrando ciclos, eliminando malas energías y permitiendo que entren a nuestra vida cosas mejores, impulsando así nuevos proyectos y oportunidades. Es necesario hacer limpieza de vez en cuando, tirar todo aquello que no usamos y que de una manera u otra nos sigue atando a ese pasado que, para bien o para mal, no volverá. De nada sirve tener botes vacíos a los que no les vamos a dar uso o cajas repletas de figuritas, ni siquiera bolígrafos que no pintan o ropa que nos ocupa todo el armario y que seguimos teniendo “por si acaso”. Todo lo que nos almacenamos y olvidamos con el tiempo nos impide que entren cosas nuevas que llenen de luz y energía nuestro día a día, simplemente porque no dejamos hueco para ellas.


Tira, cambia los colores, cambia el orden de todo aquello que creías tener bien colocado, la cama, el espejo, las cortinas, la mesa, la silla… Llena de alegría todos aquellos rincones que no sabías ni que existían porque los objetos del pasado lo tapaban. Esto no es una religión, ni una oración, ni una secta ni una obligación, simplemente un cambio necesario. Yo estoy en ello. 


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martes, 25 de abril de 2017

Mamá, ¿quiénes son?

Mi cabeza no llega a comprender todavía lo que vieron mis ojos el otro día. Duele profundamente que algunas personas hayan decidido que las Letras ya no tienen lugar en los estudios, como si fuera tan fácil echarlas y borrarlas del mundo, como si abrieras una puerta esperando a que salieran por su propio pie, con tristeza y apenadas sabiendo que no son queridas y bienvenidas en este lugar, o abriendo la ventana para que el viento se llevara cada una de las letras que conforman todas las palabras de este mundo.

Las Letras y las Humanidades no son queridas en este país; eso han pensado algunos a los que la inteligencia les debe escasear tanto como el amor propio. La Filosofía fue aniquilada alegando que “España nunca ha tenido tradición filosófica, el Latín y el Griego porque son lenguas muertas y ya no tienen ninguna utilidad en nuestro día a día, sin saber que todas y cada una de las palabras que utilizas son derivados de esas lenguas muertas a las que se refieren despectivamente. Tuve un profesor que se indignó profundamente- y con razón- cuando anunciaron que las Humanidades iban a desaparecer, que el Griego y el Latín tenían que dejar paso a las Ciencias, y él decía: «Esta gente no sabe lo que hace. No saben que todas las palabras que utilizamos derivan del latín y del griego y si esto se elimina, ¿cómo van a entender todo lo demás?». Este es el problema de nuestro país, que no entendemos nada ni hacemos por ello, qué más da.

El último pilar que quedaba en pie era la Literatura Universal, la asignatura que más disfruté en Bachillerato, la que más me gustó, la que abrió mi mente y me llevó a descubrir escritores y escritoras de todas las épocas, cada siglo diferente, con sus más y sus menos, con sus historias, con sus pensamientos y sus creencias, la asignatura que me dio más nota en selectividad y que me permitió entrar en la carrera que ya estoy a punto de acabar. Me niego a creer que también la hagan desaparecer. ¿Qué va a pasar con La Ilíada y la Odisea de Homero? Es lamentable que muchos de los que ven y vean la película Troya no saben o no sabrán qué ocurrió en La Ilíada y por qué Ulises tardó tanto tiempo en llegar a su hogar, Ítaca. ¿Y con todos los siglos siguientes? No sabrán quiénes eran los juglares y los trovadores de la Edad Media, ni los cantares de gesta, ni el amor cortés. ¿Eliminarán también El caballero de la carreta y el Mio Cid? Tampoco sabrán nada sobre el Renacimiento más allá de los que estudien en Historia- si de aquí a unos años todavía sigue en pie o han decidido acabar con ella también-, no sabrán lo que supuso el Siglo XVI, ni sabrán de Shakespeare, ni de Cervantes. Tampoco sabrán de la oscuridad del Barroco en el Siglo XVII con el teatro de Lope de Vega ni la necesidad de luz que trajo consigo la Ilustración en el ansiado Siglo XVIII. ¿Y qué ocurrirá con el Romanticismo, el siglo del amor exaltado, de la tristeza, del misterio, de las sombras, de plantarse la existencia en una vida que consideraban cruel por todo el sufrimiento que padecían al no tener lo que ansiaban? Me da pena que no conozcan a Larra, ni a Bécquer, a Rosalía de Castro… y que tampoco lleguen a conocer el posterior Realismo, la visión más próxima a la realidad, a lo que estaba sucediendo en ese momento, a la situación económica, a las injusticias, de la mano de Pardo Bazán, Clarín, Pérez Galdós, en España, o Kafka, Chéjov, Maupassant, Tolstoi, Dickens o Dostoievski a nivel universal.







Dicen que únicamente se centrarán en hablar por encima del Siglo XX y que ni por asomo aparecerá la Literatura Hispanoamericana, esa que tanto había costado traer hasta las aulas y que incluso fue tema de selectividad unos cuantos años seguidos, incluido en el mío. Es difícil de creer que los mejores Premios Nobel de Literatura estén al otro lado del charco y por eso es mejor eliminarlos de las aulas. El Gobierno podría alegar también que España nunca ha tenido tradición literaria, como con la Filosofía, igual para despreciar que justo esos Nobel no estén todos aquí, pero es mejor quitar una literatura que no es nuestra. La típica táctica de esconder lo del otro cuando es mejor que lo nuestro. Al menos espero que hablen bien del contexto de los escritores en España en el Siglo XX, y que no usen los eufemismos de “exiliarse” y “murieron”, cuando los obligaron a marcharse y a muchos los asesinaron.

No quiero que llegue el día en el que mi hijo/a llegue del colegio y me diga: «Mamá, ¿quiénes son? No quiero tener que explicarle todo aquello que yo estudié y tampoco quiero que dejen de dar clase aquellos profesores a los que les apasionaban sus asignaturas porque algunos decidieron que en el presente ya no tenían lugar, porque todo esto significará que las Letras han dejado de ser importantes.


miércoles, 19 de abril de 2017

Me lo dijeron tarde






La educación en este país se va al traste: ahora los alumnos de la ESO  pueden conseguir el título con dos asignaturas suspensas. Recuerdo cuando yo estaba en la ESO, ese momento donde se te acumulaban los apuntes, los libros, donde estaban las asignaturas más difíciles y cuando 4º era el curso más temido. Lo veíamos como el fin del mundo, y nos preguntábamos, ¿qué hay después de eso? Algunos pensaban en el horror del bachillerato y el posterior sufrimiento de la selectividad, otros seguían esforzándose por aprobar las asignaturas del curso, ¿para qué pensar en el futuro? Las matemáticas, la asignatura más parecida a chino que tuvimos en toda la secundaria- y en gran parte de primaria- que ni escogiendo letras nos la quitábamos de encima; la sintaxis de lengua que con las coordinadas íbamos bien, pero con las subordinadas nos metíamos en un jardín donde nos costaba hasta encontrar el verbo, por no hablar de biología, física y química… 

Yo estudié en un colegio religioso y recuerdo a compañeros míos ir a septiembre con religión, sí, religión. Todo el verano acordándote de los apóstoles y rezando entre baño y baño de la playa, y claro, hasta que no aprobaras religión, no te daban el título. Y tú decías: "pero profe, si a mí no me va a servir de nada la religión… ¿qué te cuesta aprobarme?". Pues ahora, si te queda religión y otra más, también te lo puedes llevar. Bueno, en realidad cualquiera menos lengua y matemáticas juntas, es como el 2x1 del Carrefour, o bueno, el 2x0, porque si te quedan dos es como si no te hubiera quedado ninguna. Un progreso de la educación, vamos.

Pero es que ahora dice también el gobierno que ya no se va a leer a Cervantes en bachillerato, y lo dicen ahora, cuando ya me comí las dos partes, que solo la primera tenía 650 hojas- que lo sé porque aprobé matemáticas y sé contar- ah, y también porque aprobé lengua y me lo leí. Todo eso me lo podían haber dicho antes y no hubiera estado estudiando para pegarme el verano del siglo, ni para formarme, ni perdiendo tardes enteras leyendo El Quijote, pero apuesto a que ninguno de los del gobierno se lo han leído y se van a quedar con las ganas. Lo bueno es que nos podremos hacer los listos e interesantes con las nuevas generaciones y presumir cuando nos digan: “¿Cervan qué? ¿En qué película sale?”, aunque también podré presumir de mi título de la ESO con todas aprobadas.


Todo eso me lo dijeron tarde, pero supongo que como España, que siempre va tarde con todas sus nuevas ideas. 

jueves, 6 de abril de 2017

Carta abierta a todos aquellos que usen "feminismo" como sinónimo de "machismo"

Hoy, programa de Antena 3 Espejo público, ha tratado el tema de las custodias compartidas o exclusivas de los padres para con sus hijos una vez que estos se han separado o divorciado. El tema ha salido a raíz de Mónica Pont, quien defiende la custodia exclusiva para la madre, a la que ha respondido el torero Fran Rivera, nuevo tertuliano (sí, tertuliano) del programa matinal haciendo alarde del poco conocimiento que tiene acerca de los temas sobre los que habla y dejando claro que lo suyo únicamente es matar toros, que es lo que le gusta.

El tema del toreo y el maltrato animal vamos a dejarlo a un lado- no por poco importante, porque lo es y mucho-, sino porque ya levantó polémica el 31 de marzo con la noticia de que Fran Rivera sería el pregonero de la Semana Santa en Elda (Alicante), algo a lo que se oponían los animalistas alegando que un asesino y maltratador de animales no les representaba como pregonero de su ciudad. Pero Fran Rivera, lejos de aceptar que su “profesión” es la de matar animales (en este caso toros) en un espectáculo que el Gobierno cataloga de Cultura y al que han rebajado el IVA al 10%, decidió hacer alarde una vez más de su capacidad para no tener ni idea de lo que habla y dijo: «los animalistas también son agresivos», como si torturar y hacer sufrir a un toro desangrándose hasta que muere con los jaleos de la gente no lo fuera.

Dejando a un lado el tema de los toros, esta vez ha sido por la custodia compartida o exclusiva. Fran Rivera, en un ataque de hacerse el entendido sobre el asunto- que no lo es en absoluto-, ha soltado: «el tema de la custodia compartida es tan feminista que raya lo machista» y se ha quedado tan pancho. ¿Alguna incongruencia más? Gracias. Este tema, lejos de quedar únicamente en televisión, ha saltado rápidamente a las redes sociales, por suerte o por desgracia. Siempre defenderé la idea de que todo el mundo es libre de opinar y criticar sobre lo que le parezca, pero que sean opiniones argumentadas y fundamentadas, y críticas constructivas.

Para todos aquellos que me seguís en Twitter, igual habéis visto la bonita “discusión” que he tenido con una tuitera defensora de la custodia compartida y detractora del feminismo- aunque tenga ideas contrapuestas sobre lo que es en realidad-, y así me lo ha hecho llegar contestándome a mi primer tweet en relación con el programa. Cabe destacar que yo no he hablado sobre el tema de la custodia compartida o exclusiva porque no es algo me toque de cerca y creo que mi opinión no tendría mucho sentido, ya que no sería argumentada y fundamentada en nada porque no tengo hijos, ni hermanos ni padres divorciados o separados. Lo que me ha resultado incomprensible y difícil de asimilar es que todavía exista una confusión entre el feminismo y el machismo, y más en temas que se deberían solucionar por otras vías que no fuera televisión (y mucho menos en un espacio dedicado a la tertulia, a la mesa redonda o a debate) y con otros argumentos que no implicara al feminismo y al machismo.

Comprendo que muchos hombres se sientan perjudicados en cuanto al tema de la custodia de los hijos en un proceso de divorcio o de separación. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su informe sobre nulidades, separaciones y divorcio en2015, la madre obtuvo la custodia de los menores en un 69,9%, aunque esta cifra bajó respecto al 73,1% del 2014. Esto hace que el hombre, en este caso el padre, quede con menos posibilidades de obtener la custodia en exclusiva y tengan que conformarse, en un 24,7% de los casos, con la custodia compartida. Como he dicho al principio, este tema no me toca de cerca, por lo que no me veo con una plena capacidad de opinar porque creo que es algo que se debería solucionar en ámbitos judiciales y no televisivos. Sobre lo que sí he querido opinar es sobre el mal tratamiento que se le da a los términos “machismo” y “feminismo”. En nuestro pequeño “enfrentamiento tuitero” salía a relucir el poco conocimiento que tiene la gente sobre esos dos conceptos, donde cometen el gravísimo error de equipararlos y usarlos de igual forma. Para todos aquellos que no lo sepáis, el feminismo es la igualdad entre hombres y mujeres, el machismo es la superioridad del hombre sobre la mujer y el hembrismo es la superioridad de la mujer sobre el hombre. Entiendo que, como el machismo acapara todos los temas en los medios de comunicación por ser mayoritarios los ataques del hombre hacia la mujer, el concepto “hembrismo” sea desconocido para muchos y muchas (por mucho que juez del Tribunal Supremo, Antonio Salas, asegure que conoce a muchos hombres que han sido maltratados porque sus mujeres son mucho más fuertes que ellos y que la violencia de género desaparecería si la mujer tuviera la misma fuerza física que el hombre), por lo que ven más fácil utilizar la palabra feminismo- que han oído por ahí- para argumentar y sustentar sus opiniones.

Bajo mi punto de vista no es correcto atribuir el tema de la custodia de los hijos a conceptos como machismo, feminismo o hembrismo. Que la madre tenga a los hijos no significa que sea superior al hombre ni que éste sea inferior a la mujer, y viceversa. Otorgar la custodia de los menores incluye (o debería incluir) otro tipo de factores como los valores que puedan ofrecer el  padre o la madre, la educación, el comportamiento de ambos y su relación, el tiempo del que disponen para poder dedicarlo al cuidado del hijo o de la hija, etc. Si una mujer trabaja, estudia y tiene otras cosas que hacer aparte de ser madre que le impidan hacerse cargo totalmente del menor, ella puede pedir la custodia compartida sin ningún tipo de problema y el menor estaría atendido también por su padre; esto pasaría exactamente igual con la otra parte. Eludir al pensamiento de que a la mujer se le da la custodia completa porque es buena, amorosa, sabe cuidar, cocinar, limpiar, lavar y planchar es un pensamiento muy machista, al igual que el comentario que se ha lanzado al aire en el plató del programa contra Mónica Pont y que todavía sigue resonando en mi cabeza: «las mujeres que quieren la custodia exclusiva es porque son unas mantenidas». Eso es machismo.

En esta batalla dialéctica por imponer la opinión de cada una- aunque la mía estaba perfectamente argumentada-, ha llegado a decir que creerá en la diferencia de ambos conceptos cuando exista la igualdad. Que no exista la igualdad no significa que el feminismo no la lleve años buscando (sí, años, porque el feminismo no es de ahora y muchas de las cosas que tenemos se las debemos a esas mujeres valientes que lucharon por sus derechos y por dejar un futuro mejor para todos nosotros). Hablar de machismo y de feminismo como conceptos equiparados y siendo el feminismo el sinónimo de machismo en versión femenina, hace que el primero se ensalce y el segundo se menosprecie. Bastante tenemos que aguantar las mujeres el menosprecio en muchos ámbitos de nuestra vida y mucho más tuvieron que aguantar las generaciones anteriores para que ahora vengan a quitar valor a algo tan importante como la igualdad.

Fuente: Feminists United


Es muy cierto eso de que la gente cree lo que ve y lo que escucha y que lo dan por válido sin antes comprobarlo. Los medios de comunicación tienen gran parte de la culpa de ello, pero sin duda, la otra gran parte de la culpa de todas aquellas personas que únicamente opinan con “argumentos” que han escuchado por boca de otros y que no se han parado a reflexionar, leer e investigar qué tiene o no de cierto aquello que están defendiendo.


Por favor, hablemos con propiedad. Dejemos a un lado la idea de que el feminismo es malo, de que el feminismo busca que las mujeres sean superiores a los hombres, que se menosprecie a los hombres, que se quiera acabar con ellos y un sinfín de barbaridades, porque la realidad es la que vemos y vivimos todos los días, donde somos las mujeres las que sufrimos una infinidad de injusticias, violencia, maltrato, desigualdad, desprestigio, etc. Y esto no puede seguir así. 

El feminismo nunca ha matado a nadie. El machismo lo hace cada día- Benoite Groult 


Fuente: Taringa 






viernes, 31 de marzo de 2017

La violencia de género es un delito contra la salud pública


lacronicadesalamanca.com

Todos los días aparecen casos de violencia de género en los medios de comunicación, no es una novedad, pero justamente al no ser algo novedoso y casi ya poco impactante para la sociedad, son muchas las cosas que se pasan por alto respecto a este tema, que sigue ocupando espacio en los medios pero que ve poca solución al problema que afecta al 30% de las mujeres.

Hemos tenido que llegar hasta el 2017 para que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía considere la violencia de género un delito contra la salud pública al atentar contra los derechos fundamentales de la mujer: derecho a la integridad física y moral, a la libertad, derecho a la seguridad jurídica, derecho a la vida, de la que se ven privada muchas de ellas… Todos esos derechos fundamentales se ven claramente afectados y cortados en las mujeres víctimas de violencia de género desde sus inicios, pero ha sido en este año cuando se ha reconocido algo que era obvio a ojos de todos los demás, mucho más en aquellas que lo han sufrido, lo sufren o ya no están para poder contarlo. Este reconocimiento llega con cifras escalofriantes: 866 mujeres muertas en 13 años, récord de llamadas al 016, más 40 fallecidas en un año, más de 53.000 mujeres maltratadas, y en lo que llevamos de año, las cifras de mujeres muertas por sus parejas o exparejas son las peores desde 2008. En 2015, murieron a manos de sus parejas o exparejas 60 mujeres, un incremento respecto al año anterior que fueron 54. Tan sólo 13 de las víctimas mortales (el 21,7% del total) habían denunciado a su agresor y únicamente 4 víctimas mortales (el 6,7% del total) tenían medidas de protección en vigor cuando se produjeron los hechos. Encontrándose el porcentaje más alto entre las mujeres de 31-64 años con un 60%. Pero las cifras únicamente son cifras si nadie hace nada para remediarlo, sino que ponen más trabas para que este problema social no tenga un final cerca.


Fuente: elpais.com

El juez del Tribunal Supremo Antonio Salas opina que la violencia de género ocurre por la desigualdad física entre hombres y mujeres, obviando que la violencia de género va mucho más allá de los golpes. La violencia psicológica está incluida en las cifras de violencia de género y el médico y delegado del Gobierno para la Violencia de Género en 2008, Miguel Lorente aclara que esta es un tipo de agresión mucho más fuerte que una paliza, puesto que aquí se produce hemorragias invisibles.
Datos del CIS 2017 / Fuente www.tribunafeminista.org

Eludir a la violencia de las mujeres hacia los hombres, como hace el juez del Tribunal Supremo- asegurando que ha conocido casos de algunas mujeres que maltrataban físicamente a sus maridos porque eran más fuertes- elimina toda la carga ideológica, por lo que parece que la violencia de género sea una pelea entre iguales y que hombres y mujeres sufren el mismo número de muertes y heridas, cuando en realidad la inmensa mayoría son muertas y heridas- 6 hombres asesinados por sus parejas o exparejas en 2008- ¿comparado con las 15 mujeres asesinadas en ese mismo año? Más del doble.


Mientras la sociedad española sitúe a la violencia de género en el puesto 19 de las preocupaciones donde el paro, las drogas y el terrorismo de ETA sigan estando por encima, y el tribunal supremo esté representado por los ideales de Antonio Salas, la violencia de género sería como Schindler en la Alemania nazi, que quería salvar a los judíos sin dejar de lado su apoyo a Hitler. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

Seis años de horror en Siria

Niños en la guerra de Siria / http://www.t13.cl/noticia/mundo/uno-cada-tres-ninos-sirios-solo-conoce-guerra

Siria está hoy de aniversario, pero no hay nada bonito que celebrar: se cumplen 6 años desde que el horror se instauró en el país de Oriente Próximo en forma de guerra, trayendo consigo millones de muertos, desaparecidos, sangre y dolor. Alrededor de 320.000 muertos y 145.000 desaparecidos son las tristes y alarmantes cifras que recoge el Observatorio Sirio de Derechos Humanos en 2016 en una ciudad devastada por los disparos, los bombardeos, asesinatos y torturas ejercidas bajo el poder de Asad. 

Seis años después del sufrimiento ninguna de las dos coaliciones- el bando rebelde por un lado y el régimen de Asad aliado con Irán, Rusia y Turquía por otro, han conseguido llegar a un acuerdo para frenar el desastre, sino que han logrado extender esta violencia y horror al resto del mundo de la mano del Estado Islámico (IS) y Al Qaeda con sus atentados y matanzas en Berlín, Niza, Bruselas y París. Pero este conflicto trae beneficios para el poder, ya que la venta de armamento se constituye como una gran fuerza económica, sin importar cuántas sangre más se vaya a derramar por ella. 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se define como una asociación de gobierno global qye facilita la cooperación en asuntos como el Derecho Internacional, la paz y seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y Derecho Humano, y que fue creada en 1945 tras finalizar la Segunda Guerra Mundial con el fin de que no se repitiera otro conflicto de tal magnitud, permanece impasible ante la tiranía de Asad, quien sigue en el poder a pesar de las continuas denuncias de Amnistía Internacional sobre las pésimas condiciones de los presos en las cárceles, donde han muerto al menos 30.000 prisioneros y se han comedio alrededor de 13.000 ahorcamientos. 

Si una asociación que presume de proteger los Derechos Humanos y facilitar la paz no ha hecho nada durante estos seis años, seguiremos celebrando aniversarios sangrientos como este.


domingo, 5 de marzo de 2017

Desmitificando a 'La la land'

El 13 de enero de 2017 llegó a nuestros cines la esperada película musical La la Land: La ciudad de las estrellas, la que prometía ser el film del año, la que desbancaría a Un monstruo viene a verme, aunque no por argumento, sino por taquillazo.

*CONTIENE SPOILERS*

La historia, protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling, me ha decepcionado profundamente, también quizá porque la gente tiene una visión errónea de “buenas películas” y cualquiera que se sale un poco del argumento normal ya la catalogan de peliculón. Durante los días posteriores a su estreno no hacían más que preguntarme que si había visto La la land o lo bonita que era la película, lo mucho que se habían emocionado, o lo que habían sentido con las canciones- que abundan en la película, aunque es un musical, claro- y yo contestaba que no, que no me llamaba mucho la atención y que no era uno de mis géneros preferidos. Pero para poder opinar, primero hay que ver, y aquí están mis impresiones.


Mia y Sebastian / elperiodico.com


Algunos críticos han llegado a la conclusión de que la película es maravillosa porque no es nada empalagosa y es precisamente eso lo que falla: la falta de amor hace que el contenido sea vacío y más cuando la película está incluida en el género romántico además de musical. Mia y Sebastian se conocen por casualidad mientras ella va a una audición y tienen un pequeño percance en un atasco. Sus caminos se vuelven a unir por casualidad, por el destino o por cualquier motivo típico y repetitivo en películas de ese estilo- no es una novedad- aunque sus caminos ya estaban próximos, al menos en sus carreras profesionales. Mia, aunque es camarera en una cafetería, quiere ser actriz y hace mil castings que resultan poco fructíferos. Sebastian es un pianista de jazz frustrado que trabaja tocando en un bar para clientes que no le prestan atención y siempre bajo las órdenes del dueño, quien no le deja salirse del estricto guion de piezas que tiene que tocar para un público ajeno a la música y a los villancicos que acompañan su cena. Ambos coinciden en una cosa: tienen un proyecto de futuro frustrado e incierto y es quizá el argumento central de la película, un argumento fácil con el que continuar un rato más.






La trama viene un poco después- tras enamorarse y empezar una relación, porque si son únicamente amigos o no discuten como todas las parejas, no hay una buena historia de amor- cuando él consigue un trabajo que no le hace feliz, tocando el piano en un grupo de jazz tirando a pop, fuera completamente de su idea del jazz clásico, del bueno, el creado en el siglo XIX en los suburbios americanos. Tocar en el grupo supone hacerse fotos, grabar discos e irse de gira unos cuantos meses, quizás años, algo que no soporta Mia. Hablemos claro: Mia está frustrada porque no consigue que la cojan en ninguna audición y quiere acabar con la incipiente fama que está consiguiendo Sebastian, por lo que rompe la relación, el típico “si yo no , tú tampoco”. Pero Sebastian no puede dejar de pensar en ella y la insta a presentarse a una audición para una película importante, audición a la que ella ni siquiera quiere ir, pero a la que acaba yendo y a la que debe el resto de la película. Mia cumple su sueño de ser actriz y de ser famosa, de casarse con un hombre de dinero, de tener una buena casa, una hija… Sebastian, por su parte, también consigue su sueño: abrir un local de jazz donde puede interpretar todas las piezas que él desea y que acoge a una buena cantidad de público todas las noches. Por cosas del azar o del destino nuevamente, Mia y su marido acaban en ese local, y a través de un cruce de miradas con Sebastian, ella comienza imaginarse cómo hubiera sido la vida con él en vez de con el hombre con el que está casada, todo ello acompañado por la melodía de la canción que Sebastian tocaba el día que se conocieron, aquella que le costó el puesto de trabajo en el local de los villancicos. Pero ya está, no hay más, los dos se miran, se sonríen y se separan: la fama individual ha podido con ellos.




¿De verdad a alguien le parece un argumento bonito? ¿Eso es amor? No, el amor no es estar con alguien en los malos momentos y pasar de esa persona cuando se ha llegado a lo más alto. La ambición por llegar a la cima a costa de romper una relación no es amor. Ella ya es una actriz famosa- gracias a la insistencia de él- mientras que Sebastian ha cumplido su sueño pero a menor escala. ¿Los sueños únicamente se pueden conseguir de forma individual? Hay que recordar, una vez más, que ella llega a ser actriz porque él insiste en que se presente a la prueba, por lo tanto esa meta debería ser compartida con algo más que una sonrisa rancia mientras él toca el piano en su local. El argumento de “te dejo para cumplir mis sueños” está más que repetido en multitud de historias y parece que llegar juntos a la fama o a una buena posición no es compatible en las películas porque si no no hay “drama”, aunque no lo haya igualmente en los 127 minutos de película; y de musical tiene poco- muchas canciones pero poco sentido del género en el que está encuadrada- porque hay películas musicales que le dan mil vueltas a esta.



La película no es empalagosa porque no hay amor, ni siquiera debería estar en el género romántico. El argumento es pobre, vacío, visto en muchas ocasiones. No hay emoción, en mí no ha generado ni una pizca de sentimiento nostálgico ni emotivo, nada que me haga considerarla una gran película, porque no lo es ni mucho menos. Los actores tampoco ponen de su parte. Un aburrido Ryan Gosling- sí, más de lo habitual- que hacía la película densa, al igual que en El diario de Noa, esa sí, gran película, donde puede hacer alarde de su soporífera actuación por el papel que le toca interpretar, pero no, es que Ryan Gosling es así siempre y así siempre será en el resto de películas. Carente de inexpresividad, lento en sus gestos, incluso en sus movimientos a pesar de ser un gran bailarín, aburrido hasta decir basta. Pero todo esto no sería posible en parte gracias a Emma Stone, una actriz a la que le sobra el Oscar que acaba de recibir. Mirándolo bien, hacen una excelente pareja de aburridos que más que estrellas, están estrellados.



Mia y Sebastian / rollingstone.es



¿Qué más decir? Las canciones tampoco son nada del otro mundo, ni el vestuario, ni la fotografía, ni el argumento ni el final. No veo el drama del que muchos hablan, ni nada de romanticismo, quizá porque me he acostumbrado a leer historias que realmente te dejan una lección de vida, de amor o de luchar por unos sueños- individuales o compartidos- que ni por asomo me ha enseñado esta. Sinceramente, me esperaba muchísimo más de una película que ha recibido tantísimos premios- no sé de dónde los han sacado- pero que no se ha llevado el Oscar A la Mejor Película porque eso sí que sería una broma de mal gusto y no lo de darle el Oscar y luego quitárselo porque se habían equivocado de sobre. Creo que eso fue una indirecta muy directa para recalcar que La la land no merecía ese premio. Toda esa gente de ahí fuera no podía tener razón y lo he comprobado con mis propios ojos. Gracias por nada, La la land. 






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jueves, 2 de marzo de 2017

Un autobús contra la dignidad LGTBI

Los ciudadanos se hicieron eco del polémico autobús de HazteOír que ayer recorría las calles de Madrid con un contundente mensaje que afectaban directamente al colectivo LGTBI, asegurando que “si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”. El autobús quedó inmovilizado por la Policía Municipal y el juez ha prohibido cautelarmente la circulación del mismo, que tiene previsto seguir recorriéndo la capital, además de visitar los próximos días las ciudades de Valencia, Barcelona, Zaragoza, Pamplona, San Sebastián, Bilbao y Vitoria.



Autobús de HazteOír homófobo / elplural.com

La libertad de una persona acaba cuando empieza la del otro, y la libertad de expresión no es menos, sino que ésta también acaba cuando se daña a la otra persona, tal y como recoge el Artículo 19  de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “El respeto a los derechos o la reputación de los demás”. Los lemas que aparecen en al autobús atentan directamente contra la dignidad de un colectivo cada vez más vulnerable: el LGTBI y fomenta el acoso y la discriminación hacia ellos, especialmente de los jóvenes, donde más de la mitad de los menores LGTB sufre acoso escolar en las aulas, además de vulnerar la Ley Autonómica 3/2016 de 22 de julio de Protección Integral contra la LGTBifobia y la Discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual en la Comunidad de Madrid.

"Nuestro objetivo es denunciar las leyes de adoctrinamiento sexual que se han aprobado en varias comunidades autónomas para promover la diversidad sexual entre los menores, vulnerando la libertad de educación y el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos", explican fuentes de esta organización ultracatólica, mientras ellos exhiben el autobús acabando el mensaje con “que no te engañen” y recalcando “no permitas que manipulen a tus hijos en el colegio”, vulnerando ellos mismos la libertad de educación por parte de los padres de la que tanto hacen alarde.

Hazteoír, no satisfechos con la publicidad de su autobús, ha iniciado una campaña intrusiva repartiendo más de 100.000 ejemplares de su libro ¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio? Las leyes de adoctrinamiento sexual coartando así la libertad y la capacidad de decisión no solo de los menores, sino también de los centros educativos, quienes quizá no quieran ser partícipes de este pensamiento tan discriminatorio. Cabe destacar la campaña que apareció en enero en las marquesinas de los autobuses en el País Vasco y Navarra con el objetivo de fomentar la transexualidad de niños y niñas, que fue censurada en redes sociales, y a la que HazteOír quería responder de la manera más contundente posible.


El Estado debe velar por la integridad y la seguridad de todos los colectivos, en especial los más vulnerables, aquellos que se han visto afectados por el acoso y el odio, y si inmovilizar un autobús es el principio para que se consiga parar esta intolerancia e instaurar el respeto hacia todos los colectivos, adelante. 

jueves, 23 de febrero de 2017

"Tres veces tú" no era necesaria; ya tuvimos suficiente con dos

El 17 de enero salió a la venta la esperadísima tercera y última parte de la trilogía de A tres metros sobre el cielo (Editorial Planeta) titulada Tres veces tú, que pretendía poner fin a la «historia de amor más bonita de todos los tiempos», como así reza en su contraportada. Este desenlace de la historia era más que esperado por todos los lectores y seguidores de Babi, Step y Gin, tanto que incluso su autor la escribió debido al clamor popular y a las ansias de los lectores por volver a leer sobre el amor de Babi y Step y saber por fin si volvían a unirse sus caminos, llegando a reservar el libro meses antes de la publicación. 

*CONTIENE SPOILERS*



Tres veces tú, (Federico Moccia) / Noelia Blanco

Pues bien, una vez que me he sumergido en las 804 páginas que componen la novela – sin contar los anexos de las canciones que aparecen a lo largo de la historia- y he llegado hasta la última- con lágrimas incluidas-, aquí he querido plasmar mis impresiones.
Para empezar, me gustaría hacer una valoración de la historia en sí, en general, desde sus comienzos, cuya publicación original fue en 1992 pero llegó a nosotros reeditada en 2004. La historia cumple todos los estereotipos machistas desde la primera novela hasta esta última: Babi, la chica dulce, sumisa, que busca y espera el amor verdadero, dominada por su autoritarios padres- en especial su madre, ya que su padre le permite todo, incluso su posterior relación con un delincuente sin futuro-, y más tarde dominada por Step, un muchacho que va por el mal camino, involucrado en las peleas, en la ilegalidad de las carreras de motos y cuyos amigos dejan mucho que desear. Él es fuerte, valiente, seguro de sí mismo y de la vida, no le tiene miedo a nada. Ella es sensible, frágil, temerosa, enamoradiza, insegura, una chica que necesita estar protegida por alguien como Step. Por otra parte aparece Gin, quien se deja notar con fuerza en la segunda parte- Tengo ganas de ti- una chica fuera de lo común, en nada parecida a Babi. Gin boxea, se encara con Step y con sus amigos, es fuerte, valiente, segura de sí misma… Es Step en versión femenina. Por diversas circunstancias, la relación de Babi y Step se acaba, y él conoce a Gin, su media naranja. Tengo ganas de ti acaba con una relación más o menos consolidada entre Gin y Step, pero que se ve trastocada por la vuelta de Babi a la vida de Step. Este final era el gancho perfecto para la tan esperada tercera parte, pues los seguidores querían que el amor volviera a surgir entre ambos- eso en el caso de hubiera desaparecido en algún momento- y así continuar con la tan preciosa y romántica historia de amor entre los dos italianos.



Y así aparece Tres veces tú, una historia más que enrevesada, con mucha paja y totalmente innecesaria bajo mi punto de vista. Federico Moccia ha querido dejar cerrada una historia que no tenía más vueltas de tuerca y encima con el ansiado final que todos esperaban: Babi y Step vuelven a estar juntos después de seis años. Una vez más se ha contentado al público de la manera más sencilla posible, dándoles justamente lo que ellos imploraban una y otra vez. Pero esta historia va más allá, únicamente hay que poner una visión crítica y tener un poco de lógica y amor por uno mismo. Para hacer la historia mucho más complicada, lo más fácil es recurrir a las infidelidades una y otra vez, donde se pueden contar unas cuantas, desde Step con Babi, a la de su jefe y compañero de trabajo Renzi, quien lleva con su novia cuatro años de relación y están pensando en boda mientras que él se acuesta con una de las actrices del programa que dirigen, una jovencita que únicamente va por interés y con el único objetivo de hacerse famosa y conseguir el mejor puesto en el programa o como actriz en una serie de prestigio; Babi con Step, puesto que ella también está casada pero descubre que su marido también la engaña con otra compañera del trabajo e incluso Simone Civinini, un joven de 18 años apasionado del cine y de la televisión que decide enviar su idea de un programa a la empresa que Step y Renzi dirigen, y al que acaban contratando. Civinini tiene novia en el pueblo en el que reside, pero no ve ningún reparo en acostarse con alguna que otra actriz del programa debido a su incipiente fama, ya que en Roma todo vale.







Step y Babi en Tres metros sobre el cielo / zeleb.es 


Hasta aquí podríamos pensar que nada de esto importa puesto que es una historia de ficción y ninguno de los personajes existe, pero no es así. Aquí es donde entra en juego nuestra visión crítica, o eso debería. Recuerdo que cuando esta película se estrenó, allá por 2010, la edad media de la gente que asistía- chicas en su mayoría- no superaba los 12-13 años. No voy a criticar algo que yo también hice, porque he de confesar que me he leído los dos libros, además de todos los demás de Federico Moccia- asistiendo incluso a algunas de sus firmas de libros en Madrid- y he visto las dos películas en el cine el mismo día de su estreno, con lo que conlleva esperar unas colas inmensas para conseguir la entrada. En ese momento tenía 12 años, pero no la misma experiencia, conocimientos, aprendizaje y visión crítica de ahora, por supuesto. Estos libros, como muchos otros que tratan sobre amor, no son para niños y niñas de 12-13 años, ni siquiera para 15 años. A esa edad todavía se es un niño, por mucho que quieran hacerse los mayores yendo a los botellones de su barrio y ayudando así a que la tasa de consumo de alcohol en menores siga incrementado exponencialmente, donde «uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana», según datos publicados en el estudio Juventud y Alcohol realizado por la Fundación Pfizer en 2013.


Yo, con casi 22 años, entiendo todas y cada una de las cosas que ocurren en esa historia, yo sé cómo actuaría en cada caso y por qué. Pero, ¿qué ocurre con esos lectores cada vez más jóvenes de este tipo de novelas? Ellos ven algo bonito, algo que les gustaría que les sucediera en sus vidas, donde ellas quieren ser Babi y ellos quieren ser Step. Step es el dueño y señor de toda la historia y las personas cambian de carácter y de forma de ser dependiendo de si están cerca de él o no. Si bien Babi en la primera y segunda parte era buena, dulce y romántica estando con Step, y Gin era una especie de Step en femenino, libre, independiente, que no quería saber nada de los hombres, en Tres veces tú, Babi aparece como la mala, la que hace que Step se vuelva infiel y engañe a Gin, apareciendo y desapareciendo a su antojo, haciendo caer en la tentación al chico, como si él no tuviera capacidad de decisión. Gin ya no es la que era, ahora está bajo la suma protección de Step- como en su momento lo estuvo Babi- y ahora es dulce, romántica y sensible. Atrás quedó la imagen de chica independiente y segura, ahora se ha casado con Step e incluso esperan una hija. Finalmente, Gin tiene un trágico final y es la oportunidad perfecta para que Babi y Step están juntos por fin y para siempre.







Step y Gin en Tengo ganas de ti / Zeleb.es

¿Qué ocurre con este tipo de historias? Los más jóvenes se sienten identificados con los protagonistas y entienden un concepto totalmente equivocado del amor, pensando que eso es el amor y que así se construye. Piensan que las infidelidades son normales, puesto que en esta historia como en muchas otras, esto aparece así. Luego nos sorprendemos de las que las relaciones “amorosas” comiencen cada vez más pronto, que con 12-13 años ya se tenga novio/a y que a las dos semanas de dos o tres besos- en el mejor de los casos- la novia o novio decida también darse besos con el amigo o la amiga del otro, finalizando así la relación “amorosa” de la peor manera posible. ¿Qué consecuencias trae eso? Que muchos jóvenes llegan a los 20 años con una visión del amor que no es: ellas cansadas de los chicos porque son unos cabrones y unos infieles, y ellos cansados de las chicas porque son unas “frescas” y se acuestan con cualquiera, y haciendo daño a la primera persona que aparece de nuevo en sus vidas, porque han perdido la magia, la ilusión y la capacidad de amar y querer, si es que alguna vez lo han experimentado. El amor no es eso, el amor no es ni una sola de las palabras o acciones que aparecen en esta historia.
Para que Babi y Step pudieran ser felices, ambos se han tenido que casar con otros a los que no querían tanto como se querían entre ellos y ese amor lo han tenido que demostrar y manifestar siendo infieles a sus parejas. Tenemos en la cabeza una idea equivocada de todo esto. Si realmente quieres a alguien y esa persona te quiere a ti, ¿por qué estar con otra persona? Todos somos libres de decidir a quién querer, con quién casarnos y formar una familia, con quién irnos de viaje, con quién vivir… pero también con quién no vivir y a quién no querer. Igual que te casas con alguien, te puedes divorciar, y por suerte, esto es una realidad que no existía hace 40 años. ¿Por qué no disfrutarla? Tu vida no se acaba cuando decides empezarla con alguien, puesto que eres libre de acabar con ello e ir a por lo que de verdad te hace feliz.


Tres veces tú: tres veces engaños, tres veces mentiras, tres veces fracasos amorosos, tres veces falta de libertad, tres veces incapacidad para elegir, tres veces sumisión…. Aquí se deja clara otra cosa: una persona no se puede volver a enamorar de otra porque ya pertenece a la anterior pareja con la que ha estado. Gin deja constancia de ello al recalcar que su historia de amor con Step no ha salido bien porque él siempre ha pertenecido a Babi y que su corazón siempre le va a querer a ella. Eso es falso, otra idea preconcebida que las personas tenemos en la cabeza, algo que no es real. Las personas no pertenecemos a nadie y somos libres y capaces de volver a enamorarnos de otras personas. Nuestro corazón es nuestro, y es una excusa apelar a ese “razonamiento” para justificar que realmente no quieres a alguien.

No, señores/as, esta no es la historia más bonita de todos los tiempos. Salid a la calle y mirad, en el metro, en clase, en el trabajo, en un hospital, en un aeropuerto, en una parada de autobús, a vuestros padres, abuelos, tíos… en millones de sitios hay historias de amor más bonitas que esta, y son reales.

Todo ello es mi opinión, lo que me ha producido la historia después de analizarla. Por supuesto, cada autor es libre de escribir sobre lo que quiera y los lectores libres de leerlo. Con ello no estoy criticando al autor, ni a la historia, ni estoy diciendo que no se lea, sino que la gente lo haga con una visión crítica, no llevando a la práctica aquello que se menciona, porque el amor no tiene nada que ver con eso.



Candados del amor / Cadenaser.com

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