miércoles, 17 de marzo de 2021

Vidas literarias: escritores que se convirtieron en película (III)

Retomamos el viaje donde lo dejamos. Próxima parada: Siglo XX





Pero no podemos abandonar del todo el Siglo XIX sin antes hablar de uno de los escritores irlandeses más ilustres: Oscar Wilde, el hombre más famoso de Londres y también el más incomprendido. Casado y con dos hijos, Wilde gozaba de una fama más que considerable y contaba con una gran reputación dentro de la burguesía inglesa. Pero esa imagen de familia feliz era falsa, ya que el escritor de 37 años estaba profundamente enamorado de también escritor y poeta Lord Alfred Douglas, un joven aristócrata de 21 años al que definen como “egoísta, vanidoso, frívolo, violento y malvado”. Douglas consiguió romper el matrimonio de Wilde, y también le introdujo en un ambiente lleno de delincuencia, engaños y maltrato, que le hizo incluso plantearse la idea del suicidio.

Wilde alcanzó un gran éxito con El retrato de Dorian Grey y su relación con Douglas era vox pópuli. La retrógrada y moralista sociedad victoriana no veía con buenos ojos la relación homosexual entre ambos escritores, entre ellos el Marqués de Queensberry, padre de Alfred, quien utilizó toda su influencia para iniciar una campaña de desprestigio contra Wilde. Ante tal presión, el escritor optó por denunciar ante los tribunales el acoso sufrido por parte del marqués, pero el tribunal se centró en un delito que consideraba mucho más importante: la homosexualidad, que estuvo penada con cárcel hasta 1959. En abril de 1895, un jurado dictaminó que Oscar Wilde era homosexual, y que dicho “delito” era mucho más grave que el acoso y la difamación ejercidos por el marqués, por lo que el escritor fue arrestado y acusado de indecencia grave. Se le condenó a dos años de prisión y trabajos forzados por “conducta indecente y sodomía”, pena que acabó cumpliendo en la prisión de Reading. Tras cumplir la pena y recuperar la libertad, se dio cuenta de que se había quedado sin nada: Alfred había intentado sacar dinero publicando las cartas de amor que Wilde le había enviado, su mujer había vendido la casa y se había marchado a Suiza con los niños, y todos sus “amigos” renegaban de él. Se había quedado solo, sin dinero y estaba gravemente enfermo.

En 2018, se estrenó La importancia de llamarse Oscar Wilde, título que juega con la obra escrita por Wilde en 1895: La importancia de llamarse Ernesto. El film se centra en la última etapa de la vida del escritor y en su declive tanto personal como profesional tras conocer a Alfred Douglas, su posterior condena y estancia en prisión, y sus últimos años de vida, adicto al alcohol, bajo una identidad falsa y sumido en la más absoluta pobreza y soledad.


Oscar Wilde y Alfred Douglas vs película 


La crítica reconoció el marcado dramatismo del film, y se refirió a ella como “un logro de enorme fuerza dramática” o “una absoluta maravilla”, y también alabó la interpretación magistral de Rupert Everett. A pesar de estar nominada a diversos premios, como el Premio del Cine Europeo a Mejor Actor o los Premios del Cine Alemán a Mejor Diseño de Vestuario, únicamente consiguió hacerse con el Satellite Awards a Mejor Ópera Prima.




Pero esta no es la única película basada en el escritor irlandés. En 1997, se estrenó Wilde, un biopic sobre sus inicios, su peculiar relación con Douglas y su posterior encarcelamiento. 

Oscar Wilde y Alfred Douglas vs película 



La crítica no fue tan amable con el film, protagonizado esta vez por el actor Stephen Fry, puesto que vieron reducida la historia sobre el escritor a su homosexualidad, su relación con Douglas, el juicio al que le sometieron y su estancia en prisión, dejando de lado otros aspectos también significativos de su vida.





Ahora sí: ¡Bienvenidos/as al siglo XX!

Comenzamos este siglo tan próximo sin salir de Inglaterra, y lo hacemos de la mano de una de las figuras más destacadas del modernismo anglosajón del Siglo XX: Virginia Woolf. 

Woolf perdió a su madre, Julia Stephen, cuando tenía 13 años. En ese momento, su hermanastra Stella asumió el rol de “madre”, pero falleció dos años después, con 28 años. Un tiempo más tarde, también falleció el padre de Virginia. Fue en ese momento cuando Woolf intentó uno de sus primeros suicidios al precipitarse por la ventana. Hay que señalar que su padre había sido un maltratador y un dictador que había tenido a toda la familia atemorizada. Este miedo estaba interno en Virginia y había aumentado desde el fallecimiento de su madre, puesto que tenía auténtico terror a su progenitor. Todos estos acontecimientos, sumados a la violación que sufrió por parte de su hermanastro, marcaron el resto de su vida.

Se casó con el también escritor Leonard Woolf, del que nunca estuvo enamorada, y un año después de la boda, intentó suicidarse con una dosis de Veronal. Los médicos atribuyeron su intento de suicidio a una enfermedad mental y, a partir de ahí, se caracterizó a Woolf de loca, depresiva y bipolar, teniéndose que someter a unas "curas de reposo" de lo más espantosas. Pero el último no sería un intento, sino que le acabaría costando la vida. Se llenó los bolsillos del abrigo de piedras y se sumergió en el río Ouse, del que nunca salió a flote.

Virginia Woolf y Leonard Woolf vs película 


En 2002, se estrenó Las horas, un film basado en la vida de Woolf a través de tres mujeres y tres historias cruzadas a lo largo del tiempo: la suya propia en los años 20; la de Laura Brown, una mujer ahogada en su matrimonio en los años 50 que, tras leer La señora Dolloway, se plantea dar un giro radical a su vida; y la de Clarissa Vaughan, la imagen actual de esa señora Dolloway, enamorada de su amigo, un poeta enfermo de Sida. 


Virginia Woolf vs película 


A pesar de que tuvo una buena acogida y fue nominada a numerosos premios,- Nicole Kidman se hizo con el Oscar a Mejor Actriz por meterse en la piel de Woolf-, la historia sobre la vida de Virginia se queda muy en la superficie, dedicándose únicamente a guionizar la imagen de depresiva, enferma mental y bipolar que se ha asociado a ella. 




Y de Inglaterra, nos trasladándonos a Estados Unidos de la mano de otra de las poetas y escritoras más importantes y admiradas de este siglo: Sylvia Plath. Plath perdió a su padre cuando era una niña y, aunque nunca tuvo buen recuerdo de su progenitor, al que se refería como un “vampiro que le había chupado la sangre”, el no haberse podido despedir de él y su ausencia desde una edad tan temprana le marcaron profundamente a lo largo de su vida. 


Sylvia Plath vs película 


Pero este no sería el único hombre en la vida de la escritora. Durante su época universitaria, conoció al también poeta inglés Ted Hughes, y lo que parecía una relación idílica y llena de amor, desembocó en un horrible matrimonio. Plath había tenido un intento de suicidio durante su primer año de universidad y eso había derivado en un shock postraumático del que nunca se recuperaría. Pero no solo eso, sino que el matrimonio con Hughes se hizo totalmente insostenible. Hughes maltrataba física y psicológicamente a Sylvia, a quien también engañaba con numerosas mujeres: una de ellas, su amiga y conocida Assia Wevill. A pesar de haber tenido dos hijos y haber sufrido dos abortos, -uno espontáneo y otro producido como consecuencia del maltrato ejercido por Hughes-, Sylvia se sentía traicionada, abandonada y encerrada en su casa, donde solo se dedicaba a cuidar y a limpiar por orden de su marido, quien a su vez no había dejado su trabajo y seguía dando conferencias y haciendo presentaciones literarias. También seguía siendo infiel a Plath, con Assia, a la que había dejado embarazada y a la que también engañaba a su vez con otras mujeres.

Sylvia Plath y Ted Hughes vs película 


Pero Sylvia quiso poner fin a su infierno, y con 31 años se quitó la vida abriendo el gas del horno de su casa. Dejaba dos niños de 3 y 1 año, una novela inédita y muchos poemas sin publicar. La mayoría de ellos no vieron jamás la luz, porque su marido se encargó de destruir y quemar todos los poemas y los diarios que ella había escrito durante tu vida, con el fin de que nadie supiera el infierno que Sylvia había vivido. A ojos de los demás, Hughes no había tenido nada que ver con el suicidio de su esposa.

Fotograma de Sylvia 



En 2003, se estrenó Sylvia, un biopic que recupera la figura de la escritora y que narra los episodios más duros de su vida: desde que conoce a Ted hasta su posterior suicidio. La dureza del film no ha pasado desapercibida para el público, que también ha destacado el carácter deprimente de la misma. La buena documentación, el trato respetuoso hacia la figura de la escritora y la interpretación magistral de los actores le han valido para consagrarse como una de las mejores películas sobre Plath. 




Pero no todo iba a ser tan bonito, y es que Frieda Hughes, la hija de Sylvia y Ted, escribió un poema titulado My Mother, en el que cargaba contra la decisión de haber hecho una película basada en la vida de su progenitora y también contra la dirección:

La están matando de nuevo.

(…)

Ahora quieren hacer una película

para cualquiera que no tenga la capacidad de

imaginar el cuerpo, la cabeza en el horno, los

niños huérfanos. Entonces

se puede rebobinar

para que puedan verla morir

desde el principio de nuevo.

(…)

Ver a alguien en la televisión

significa que todo lo que tienen que hacer

es presionar 'pausa'

si quieren hervir una tetera,

mientras mi madre aguanta la respiración en la pantalla

para terminar de morir después del té.



No abandonamos Estados Unidos, y seguimos nuestro recorrido literario por este siglo. Esta vez lo hacemos junto a Truman Capote, considerado como uno de los escritores más importantes del siglo XX y uno de los padres del New Journalism, quien consiguió combinar como nadie la realidad periodística con la ficción literaria. 

Truman Capote vs película



En 2005, se estrenó Capote, un film basado en una de sus grandes obras: A sangre fría. El escritor y periodista se obsesionó con una noticia que había visto en el periódico, en la que se informaba del asesinato de un matrimonio y sus dos hijos en una granja de Kansas. Acompañado por su amiga y también escritora, Harper Lee, comenzó a investigar el suceso, a recopilar datos y a entrevistar a los culpables del asesinato, a los que incluso visitó en prisión.

Truman Capote y Harper Lee vs película


La película, dirigida por Bennet Miller, fue un auténtico éxito, y consiguió hasta 48 premios, entre ellos el Oscar, el BAFTA y el Globo de Oro a Mejor Actor para Philip Seymour Hoffman por su brillante transformación en Truman Capote. El film combina todo lo necesario para convertirse en recomendable, puesto que aúna la vida del escritor- tanto su imagen pública, aquella que muestra siempre delante del ambiente lujoso y literario por el que se mueve, como también su parte solitaria y sensible, y su lucha contra el alcoholismo y la drogadicción-, como el trágico acontecimiento que sirvió de inspiración para una de sus novelas más icónicas. Aunque no ganó el Premio Pulitzer, algo que le supuso una gran decepción y tristeza a Capote, la novela se convirtió en un gran éxito y se consagró como el segundo libro sobre crímenes reales más vendido de la historia, solo por detrás de Helter Skelter, basado en los asesinatos cometidos por Charles Manson.





La novela también tuvo su propia adaptación cinematográfica, A sangre fría,  que se estrenó en 1967 y se encargó de narrar todo lo que Capote había recogido acerca del asesinato múltiple y la posterior detención de los culpables.




Pero estas no serían las únicas adaptaciones sobre el periodista y su novela. Un año después del estreno de Capote, en 2006, veía la luz Infamous o Historia de un crimen, como llegó a España. 

Truman Capote y Harper Lee vs película 


El argumento de la misma se centra nuevamente en el asesinato de la familia en la granja de Kansas y en la investigación que Capote lleva a cabo para escribir su novela. Aunque no tuvo mucho éxito en taquilla, la crítica alabó a los protagonista del film.



Continuamos el camino sin salir de EEUU, y David Foster Wallace es nuestro siguiente invitado. El escritor americano es considerado como la mente más brillante de su generación y autor de una de las 100 mejores novelas en lengua inglesa desde 1923, La broma infinita, que también ha sido incluida en la lista de las novelas más importantes del Siglo XX. Y, además, tenía buenos referentes. Uno de ellos, el poeta inglés John Keats, teniendo fijación por uno de sus poemas en concreto, Esta mano viviente,  que tenía como «piedra de toque de la buena literatura»

En 2008,  escribió un magnífico discurso para la ceremonia de graduación de la Universidad de Keynon, donde reflejaba la realidad próxima que les esperaba a los graduados, pero que seguía ajena para los estudiantes allí presentes. Mencionaba las numerosas actividades tediosas a las que las personas nos teníamos que enfrentar a lo largo de nuestra vida, como hacer la compra, tragarnos atascos diarios y aguantar a ciertas personas que fastidian en gran medida nuestro día a día. A pesar de ello, Wallace mantenía cierto optimismo que trataba de impregnar en los alumnos, a través de la libertad y la capacidad de decisión propia de cada uno, que repercutiría en gran medida en su felicidad. A pesar de ello, de ese falso optimismo, Wallace sacaba a relucir su más que sobrado pesimismo sobre la vida: «La verdad con V mayúscula tiene que ver con la vida antes de la muerte. Tiene que ver con llegar a los treinta años, o incluso a los cincuenta, sin querer pegarte un tiro en la cabeza». 

Parecía algo premonitorio, o quizá más bien algo premeditado, algo que haría tarde o temprano; y fue más temprano que tarde, puesto que, tres años después de escribir este discurso, Wallace se suicidó con 46 años. Pidió a su esposa que se marchase a hacer una gestiones y allí, en la soledad de su casa, escribió una carta, cruzó un patio y se ahorcó colgándose de una viga. En una entrevista posterior concedida por su padre, éste declaró que su hijo sufría depresión desde hacía 20 años y que se medicaba desde entonces. 

En 2015, se estrenó El fin de la gira, un film basado en los cinco días de convivencia entre Foster Wallace y un periodista de la revista Rolling Stone con motivo de la publicación de su novela, La broma infinita. A pesar de que la película no se centra en la vida del escritor ni saca a relucir su depresión, sí que ahonda en algunos de sus pensamientos y saca a la superficie su carácter, su visión de la vida y el motivo por el que, quizás, siempre llevaba su icónico pañuelo en la cabeza.


David Foster Wallace vs película


La crítica alabó tanto a la historia como a su protagonista, diciendo de ella que era como "una ventisca de desgarradoras reflexiones sobre la soledad, la fama y la ambición", pero también echó en falta el drama y el existencialismo vital tan característico en la figura de Wallace. Aun así, es de agradecer que se haya hecho una película sobre el escritor. 



Abandonamos EEUU y finalizamos este viaje en el mismo sitio donde lo empezamos con Shakespeare, esta vez de la mano de uno de los poetas y dramaturgos británicos más importantes de la primera mitad del Siglo XX: Dylan Thomas. Thomas, quien bien habría podido pertenecer al club de los Poetas Malditos con Baudelaire, Rimbaud y compañía, ha pasado a la historia como un mito de la literatura. Bohemio, adicto al alcohol y un renovador de la poesía y su forma de recitarla, vivió una vida corta pero intensa, y llena de excesos. Creció en un ambiente complejo y lleno de extremos. Por una parte, su padre, un profesor adicto al alcohol que le inculcó la pasión por la poesía. Por otro lado, Florence, una madre sobreprotectora que intentó que Dylan fuese un hijo modelo. Y su hermana Nancy, una actriz frustrada de la que se dice que "contagió" a Dylan ese carácter dramático. 


Dylan Thomas vs película


Estuvo casado con Caitlin MaCnamara, una joven y atractiva bailarina irlandesa, aunque por su vida pasaron muchas mujeres más. Una de ellas, su amor de juventud, Vera Phillips, con quien volvió a reencontrarse años después, estando ya casado con Caitlin. Esa vida de mito y excesos llegó hasta el fin de sus días. El poeta murió con 39 años, aunque las causas claras de su muerte están un poco difusas. Hasta nuestros días sigue llegando la leyenda de que el poeta se bebió 18 whiskies seguidos, lo que le provocó un coma etílico que le hizo fallecer cinco días después. Sin embargo, una de sus biógrafos salió a desmentir tal hecho, y afirmó que el poeta murió como consecuencia de una neumonía y de una negligencia médica, pues confundieron el delirio de la enfermedad con los efectos del alcohol. 

Dylan Thomas y Caitlin Macnamara (izq), y Dylan Thomas y Vera Phillips (dcha) vs película 



En 2008, la historia de Dylan Thomas llegó a la gran pantalla de la mano de John Maybury. En el límite del amor se configura como un biopic sobre la vida del poeta, su matrimonio con Caitlin y su reencuentro con Vera Phillips, su amor de juventud. Aunque ambos están casados, todo acaba derivando en una relación a cuatro y en un aparente e inocente intercambio de parejas. 

D.Thomas, Vera P. y Cailtlin M. en la película



El film, al que han catalogado de "brillante" y una de las "mejores películas del año", logró atrapar al público y a la crítica, que no dudó en señalar el trabajo de Keira Knightley (Vera Phillips) y Sienna Miller (Caitlin MaCnamara) como "la mejor interpretación de sus vidas". 



Ahora sí que sí, ponemos fin a este viaje por los escritores que se convirtieron en película. Hemos atravesados casi tres siglos y, aunque nos hemos dejado muchas otras historias por el camino, hemos disfrutado cada etapa y nos hemos detenido en cada vida, pues de todas siempre hay algo nuevo que descubrir. 

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