Estos
días, el mundo nos ha obligado a parar. No podemos hacer lo mismo que hacíamos
a diario, no podemos salir a la calle, quedar con amigos, irnos de cena, ir al
cine o al teatro, o a un concierto, o a una fiesta, y es como si nuestra vida
se hubiese congelado.
Un
virus nos ha obligado a quedarnos en casa, a mirar por la ventana con tristeza,
a contar los días de “encierro”, a pensar en días mejores o a maldecir esta
situación. Pero creo que también nos está enseñando a vivir. Al principio, todo
era caos (y lo sigue siendo, en cierta medida), pero vamos comprendiendo lo que
es vivir. Leo a diario lo que estos días de cuarentena está haciendo en la
gente, y me sorprende, porque están descubriendo cosas básicas de la vida. Algunos
están aprovechando estos días para leer, jugar con sus hijos, dar mimos a sus
mascotas, o retomar alguna colección (ya sea de montar piezas, de música o de
cine). Otros están limpiando a fondo su casa, pintando, escribiendo, meditando,
autocuidándose con baños, cremas, mascarillas faciales… Y me pregunto, ¿qué ven
de raro en todo eso como para no hacerlo a diario? ¿Acaso eso no es la vida?
La
falta de tiempo es un gran problema. Este aislamiento nos ha quitado de todo
(trabajo, estudios, compras, paseos y salidas) pero nos ha dado mucho más. Nos
ha dado tiempo, y nos ha enseñado todos los momentos que perdemos a diario. Que
perdemos, poco a poco, la vida. ¿De verdad ha tenido que pasar todo esto para
que, en la tranquilidad de tu casa, cojas ese libro que compraste hace años o
que dejaste a la mitad y te decidas a leerlo? ¿O que te dediques un momento a
ti? A escucharte, a mimarte, a echarte esa crema o a quedarte un poco más bajo
el agua de la ducha, si te apetece.
No
nos estamos perdiendo los mejores momentos de la vida. Nos estamos perdiendo la
vida. Todos esos momentos forman parte de la vida, no de los días libres, ni de
los “cuando tenga tiempo”, ni mucho menos de los “ya lo haré”, seguido de los “cuando
me aburra y no tenga nada que hacer”. No necesitamos estar 24 horas encerrados en
casa para tener consciencia de la situación y de aprender a estar con nosotros
mismos.
Pero,
desgraciadamente, como con todo, solo nos damos cuenta de algo cuando no lo
necesitamos y no lo tenemos, o cuando nos lo imponen por obligación. Y ahora
estamos en ambas situaciones.
Que
esta situación te sirva, al menos, para mirar tu vida y saber si la estás
viviendo bien. Si estás haciendo todas las cosas normales en tu día a día y no
solo ahora, o para hacer empezar todo aquello que tenías pendiente y seguir
aplicándolo cuando todo esto acabe. Que, al final, la vida la compartes con
otros pero la vives contigo. Tú tienes que ser tu mejor compañero y la persona
con la que siempre quieras estar.
Quiérete, cuídate y regálate tiempo. Y no
solo ahora.
Todos los derechos reservados ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tu aportación. Seguro que es maravillosa