Coge cualquier libro, uno al azar o uno que estés leyendo. Abre la página 100 y lee la última
frase: esa frase describirá tu vida.
“- La clave es tener
paciencia- señala volviendo a acariciarle la nuca con mimo-. Y tomar el camino
adecuado con seguridad, sea el que sea. Aunque te equivoques. Pero has de creer
en lo que haces”. Algo tan sencillo como darte un beso- Blue Jeans
Imagen propia |
“Tomar el camino
adecuado con seguridad, sea el que sea, aunque te equivoques”. Esas palabras me llegaron directas,
como si alguien se hubiera metido en mi cabeza y me diera consejos gratuitos,
consejos que necesitaba, consejos para que me diera cuenta y comprendiera. ¿Qué
es tomar el camino adecuado? ¿Cómo se sabe si es el adecuado? No lo sé, pero sí
estoy de acuerdo en que hay que hacerlo con seguridad, con toda la seguridad
del mundo, como si nunca fueras a caer, como si no te importara equivocarte. ¿Y
si te equivocas? Shirley Mount Hufstedler, jurista y política estadounidense
dijo: “El significado de la vida no es la seguridad, las grandes
oportunidades conllevan riesgos”. Y no me equivoqué.
“Has de creer en lo que
haces”, eso resonaba
en mi cabeza una y otra vez. ¿Creo en lo que hago? ¿Hago lo que creo? ¿Creo que
lo estoy haciendo bien? Hasta ese momento ni siquiera me había planteado
hacerlo bien, simplemente creía en lo que hacía. ¿Por qué de repente había
dejado de pensar así? El novelista, poeta y dramaturgo romántico Goethe
recalcó: “Magia es creer en ti mismo. Si puedes hacer eso, puedes hacer que
cualquier cosa suceda”. ¿Fausto
sabía lo que hacía al aceptar un pacto con el diablo? ¿Estaba seguro de vender
su alma a cambio de todos los conocimientos del mundo? Para Goethe, sí. Mi
dilema no era tan importante, al menos no conllevaba un pacto con el diablo, ni
siquiera tomar una decisión importante, de la cual ya sabía la respuesta mucho
antes de hacerme la pregunta:
-
¿Creo
en lo que hago? Sí.
Ten paciencia, coge el camino adecuado, no importa cuál, pero
debes estar seguro de lo que haces, aunque te equivoques. “Más de uno se equivocó por miedo
a equivocarse”, dijo Gotthold Ephraim Lessing.
O si no, siempre puedes
abrir otro libro: hay millones que están esperando que los abras por la página
100.
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