jueves, 23 de diciembre de 2021

Dos libros que te enseñarán a ver la vida de otra forma


En abril del año pasado, justo en mitad de la cuarentena y del confinamiento, compartí dos libros para reflexionar. Uno era El mundo azul, de Albert Espinosa; y el otro, Esto es agua de David Foster Wallace.

Hoy, más de un año después, vuelvo a escoger a Foster Wallace y su inspirador discurso, pero esta vez acompañado de otra magnífica escritora: J.K Rowling.

Dos discursos de graduación que te cambiarán la vida / imagen propia
 

Quien sea seguidor y lector de Foster Wallace sabrá que esta obra no es una novela al uso, sino que se trata del discurso que impartió en la ceremonia de graduación de la Universidad de Kenyon ante un auditorio lleno de estudiantes en 2005. Fue el único discurso que dio en su vida. El relato comienza con un breve párrafo introductorio a modo de parábola: 
“Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por causalidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor les saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho. Por fin, uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?».

A través de Esto es agua. Algunas ideas, expuestas en una ocasión especial, sobre cómo vivir con compasión, Wallace intentó explicar la existencia de las diferentes visiones sobre una misma cosa, dependiendo de la experiencia y creencia de la persona. Para él, la tolerancia y la creencia son dos principios básicos e imprescindibles para vivir.


En 2008, tres años después de que Wallace diese ese discurso y justo el año en el que se quitó la vida, J.K Rowling fue invitada a pronunciar el discurso de la ceremonia de graduación de la Universidad de Harvard. Allí, ante un público lleno de jóvenes entusiasmados por el final de su etapa universitaria, la escritora compartió unas reflexiones extremadamente sabias bajo el título de Vivir bien la vida. Los beneficios inesperados del fracaso y la importancia de la imaginación. Fracaso e imaginación, dos extremos que Rowling conoce muy bien:

“Entonces, ¿por qué os hablo de los beneficios del fracaso? Sencillamente, porque el fracaso me obligó a prescindir de lo superfluo. Dejé de fingir ante mí misma que era lo que no era y empecé a concentrar toda mi energía en acabar el único trabajo que de verdad me importaba. Si hubiese tenido éxito en cualquier otro campo, quizá nunca habría encontrado la determinación necesaria para triunfar en el único terreno en el que de verdad creía que encajaba. Me sentí liberada, porque mi mayor temor se había cumplido y, sin embargo, seguía viva, y seguía teniendo una hija a la que adoraba, y tenía una máquina de escribir vieja y una gran idea. Y así fue como, tras tocar fondo, ese mismo fondo se convirtió en la sólida base sobre la que rehíce mi vida. Tal vez nunca fracaséis de una forma tan estrepitosa como yo, pero en la vida es inevitable fracasar alguna vez. Es imposible vivir sin fracasar en algo, al menos que seas tan prudente que no se pueda decir que hayas vivido; y, en ese caso, fracasas por omisión”.

Vivir bien la vida- J.K.Rowling / imagen propia


La imaginación, el otro pilar fundamental en el discurso y en la vida de Rowling, se sustenta en base a la empatía y a la inspiración, dos sentimientos que desarrolló durante su primer trabajo en Amnistía Internacional:

“A diferencia del resto de los animales de este planeta, los seres humanos pueden aprender y entender algo sin haberlo experimentado. Pueden ponerse en el piel del otro. Por supuesto, esa capacidad es moralmente nuestra, igual que la magia de mis obras de ficción. Es un poder que puede emplearse para manipular y controlar, o para comprender y solidarizarse. Pero muchos prefieren no hacer ningún uso de su imaginación. Deciden no salir de la comodidad de la que disfrutan dentro de los límites de su propia experiencia, y no se toman la molestia de preguntarse qué pasaría si hubieran nacido en otra realidad, si fueran otras personas. Pueden negarse a oír los gritos y asomarse a las jaulas; pueden cerrar la mente y el corazón a cualquier sufrimiento que no les afecte de manera personal. Pueden negarse a saber”.

Ambos escritores reflejaron en sus discursos que las cosas importantes de la vida no pasan por los títulos académicos ni las notas, quizá la mayor preocupación de los estudiantes. En efecto, la vida no se mide por las notas, sino por méritos mucho más importantes.

Así lo afirmó Wallace: «La verdad tiene que ver con el verdadero valor de una verdadera educación, que no pasa por las notas ni los títulos y sí en gran medida por la simple conciencia: la conciencia de algo que es tan real y tan esencial, y que está tan oculto delante mismo de nuestras narices y por todas partes, que nos vemos obligados a recordarnos a nosotros mismos una y otra vez: esto es agua». 






Y así lo hizo Rowling: «Si tuviese un giratiempo, le diría a mi yo de veintiún años que la felicidad radica en saber que la vida no es una lista de la que ir tachando tus adquisiciones y logros. La vida no son los títulos, ni el currículum, a pesar de que conoceréis a muchas personas de mi edad y mayores que yo que confunden esas dos cosas. La vida es difícil, es complicada, y nadie puede controlarla del todo pero, si sois humildes y lo aceptáis, lograreis superar las vicisitudes». 






Solo he dado un discurso una vez en mi vida. Un profesor me eligió para escribir y pronunciar el discurso de graduación de Bachillerato. Durante unos cinco-diez minutos, tenía que despedirme de mis compañeros, cerrar estos dos años de la mejor manera posible, dar infinitos ánimos de cara a Selectividad y desear que el camino que cada uno escogíamos a partir de ahora fuese el mejor.

No sé si lo hice mejor o peor. No recuerdo ni una sola palabra de lo que dije, y ni siquiera sé dónde acabó la hoja que escribí y leí. Lo que sí sé, una vez pasado el tiempo, es que, quizá, hubiera dicho otras cosas; lo hubiera hecho de otra manera. Los discursos de graduación, sobre todo cuando los pronuncian "celebridades”, lejos de ser una frivolidad, son auténticos regalos.

Posiblemente, esos chavales de la Universidad de Kenyon que escucharon sin mucho entusiasmo (o que lo tomaron como un discurso más de su vida estudiantil) a Wallace, y los de Harvard que hicieron lo propio con Rowling, lo escucharían ahora de otra forma. La visión y la mentalidad de los 21-22 años no es la misma que la de ahora. También cambia, porque la vida nos obliga a cambiar. Quizá, las palabras de Wallace sobre las partes de la vida adulta, esas de las que nadie habla, que incluyen “aburrimiento, rutina y pequeñas frustraciones”, resuenen ahora en la cabeza de algún estudiante, y se sienta tan identificado como lo hacía el escritor. Porque ahora ya está en el agua con el resto de peces. Ahora está nadando.


Vivir bien la vida- J.K. Rowling / imagen propia


Y, quizá también, alguno esté experimentando el fracaso al que hacía mención Rowling, o la falta de imaginación. Algo que jamás se le pasaría por la cabeza a un estudiante de Harvard a punto de graduarse. 

«No necesitamos magia para transformar nuestro mundo; ya tenemos, en nuestro interior, todo el poder que necesitamos: el poder de imaginar algo mejor». Así finalizó Rowling. 

La magia de estos discursos es que siempre van más allá del ámbito académico, y sirven de aplicación para cualquier situación de la vida real.

Leedlos. Son verdaderas joyas y muy necesarios. Sirven para crear el propio discurso de nuestra vida, y también para ir dándole forma según avanza el tiempo. Nunca se sabe cuándo podemos ser nosotros los que tengamos que dar ese discurso. 


Dos discursos de graduación que te cambiarán la vida / imagen propia


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martes, 14 de diciembre de 2021

Presentación 'Selene y los cuatro elementos': una novela contra la prostitución que todos los adolescentes deberían leer

El 9 de febrero de 1905, Emilia Pardo Bazán consiguió ser la primera mujer socia del Ateneo de Madrid, portando el número 7.925. Aunque ya era una escritora reconocida y había dado diversas conferencias, no podía acceder al mismo siendo una socia de pleno derecho, por el único motivo de ser mujer. «Soy la primera mujer que pisa oficialmente el Ateneo y esto es para mí una de las mayores satisfacciones que he recibido», comentó la escritora unos días después de hacerse oficial. Después, serían más mujeres las que solicitarían su ingreso en la institución, como Carmen de Burgos y Blanca de los Ríos, que fueron admitidas un mes después.

Ayer, 13 de diciembre de 2021, se siguió haciendo justicia poética, literaria y feminista, y el Ateneo acogió la presentación de la nueva obra de Lucía Etxebarria, Selene y los cuatro elementos, una novela muy necesaria para toda la sociedad y, especialmente, para los más jóvenes. ¿Por qué? Porque aborda un tema tan importante y a la vez tan invisibilizado como la prostitución y la trata de mujeres. Sin duda, uno de los retos pendientes en esta sociedad.



Cartel presentación Selene y los cuatro elementos / imagen propia


Acompañando a Lucía en esta tarde de lunes, también estuvieron la filósofa Ana de Miguel; Lara Ferreiros, psicóloga; y una representante de Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), para dar voz a todas aquellas mujeres que no la tienen y para mostrar una realidad que, aunque tenemos a la vista, preferimos no enfrentarnos a ella.

Representante de la APRAMP, Lara Ferreiro, Lucía Etxebarria y Ana de Miguel / imagen propia



Selene y los cuatro elementos aborda muchos temas, y Lucía ha sabido tratarlos con maestría: desde la prostitución y el crimen organizado hasta los desórdenes alimentarios, pasando por el machismo, el techo de cristal, las drogas, las Fake News, el Me Too, la sumisión química y el ciberacoso, algo que, por desgracia, la escritora vive y sufre muy de cerca.

La filósofa Ana de Miguel alabó la novela y también planteó una reflexión muy interesante: «Es una novela excelente por la trama y los personajes. ¿Cómo es posible que convivamos con el mundo de la prostitución y todo lo que le rodea? A mí me parece un libro muy alegre, porque nos muestra un mundo muy sórdido, pero a la vez cómo muchas mujeres luchan contra todo eso». Y siguió añadiendo un pensamiento muy revelador a la par que real: 

«La prostitución no es un enigma. No es compleja. Ninguna de las mujeres que estamos aquí hemos ido de putas ni de putos. Algo que la mitad de la humanidad no ha hecho solo tiene una causa: que haya un único hombre dispuesto a sacar dinero del bolsillo. Solo existe porque los hombres están dispuestos a sacar la cartera»

Sobre la este asunto, la representante de la APRAMP también tenía mucho que decir: «La prostitución es un negocio. Es dinero conseguido por el cuerpo de las niñas. El 60% de las mujeres llegaron ahí siendo menores».

«Tú vales lo que un hombre esté dispuesto a pagar por ti. Es un verdadero mercado. Las mujeres son mercancía, y existen webs donde se las puntúa como si fueran productos. La prostitución no solo está en las calles, también en las plataformas como Only fans» - APRAMP

Lucía Etxebarría añadió un dato muy interesante, a la par que sobrecogedor: «Antes captaban a las niñas por la calle o mediante las familias. Ahora se fijan en las niñas por Instagram».

APRAMP es una asociación sin ánimo de lucro, aconfesional y apartidista, que trabaja para prevenir y erradicar la explotación sexual y la trata de seres humanos, defendiendo y promoviendo los derechos de las personas que sufren explotación sexual y trata para que recuperen la libertad, la dignidad y la autonomía para emprender una vida fuera del control y abuso de sus explotadores. Por desgracia, una realidad muy existente que la novela abarca y refleja muy bien.

Pero la prostitución abarca muchos otros factores. No solo se trata de explotación sexual, sino también de maltrato físico y psicológico, coacción, miedo, amenazas, drogas, una lucha constante por sobrevivir… En palabras de la autora:

«Todas las que sobreviven en la novela, lo hacen a base de mentir. Una vez me dijeron que la trata es mental. No es estar encerrada en un sitio sin poder salir, no es una cárcel con rejas, sino que va mucho más allá. Todo está en la cabeza. En esas circunstancias, mentir por una compañera no es una traición, sino que es una lucha por sobrevivir» - Lucía Etxebarria

Lara Ferreiro trazó un perfil psicológico de los personajes de la novela. Para ella, Selene es la verdadera protagonista de la historia, una persona “sociópata, embaucadora y seductora” que consigue todo a través de la mentira. Selene consigue que te enamores de ella. Te acabas enamorando del personaje». Ferreiro confesó que por su consulta habían pasado algunos sociópatas y también había tratado con mujeres víctimas de los mismos: 

«Es muy difícil detectar a un sociópata. Hay que tener el oído muy entrenado, porque no sabes cuándo te están mintiendo. Son muy embaucadores y te acabas creyendo todo lo que te cuentan» - Lara Ferreiro

Durante la hora y media que duró la presentación, todos estos temas fueron fluyendo libremente por la mesa y también se reafirmaron diversas ideas. La prostitución y la trata forman parte de la sociedad patriarcal, es una red con una jerarquía muy clara muy establecida, donde las mujeres juegan un papel distinto al del hombre. ¿Hay mujeres proxenetas? ¿Dónde están? Lucía Etxebarría nos dio la respuesta: 


«En las redes de prostitución no hay mujeres en los niveles altos. Están en los niveles intermedios, son las que se encargan de recibir a las chicas en los clubes, las que les dan esa confianza que las chicas necesitan. Las chicas, cuando salen de todo eso, suelen perdonar a esas mujeres porque entienden que ellas debieron pasar por lo mismo llegar hasta ahí, pero son incapaces de perdonar a nadie más».

El papel que las mujeres tienen en la prostitución es claramente desigual al que tienen los hombres. Y os preguntareis, ¿acaso no hay mujeres que consumen prostitución masculina? ¿No hay niños prostituidos? La escritora también nos dio la respuesta a eso: 

«Mientras escribía el libro y para documentarme, me puse en contacto con varios hombres que ofrecían sus servicios sexuales. Todos me dijeron que no podían ganarse la vida únicamente con el público femenino, porque apenas había trabajo, por lo que habían tenido que ampliar el negocio y ofrecer sus servicios también a un público masculino. Son en su mayoría hombres lo que contratan los servicios de otros hombres».

Selene y los cuatro elementos se configura como un verdadero manifiesto feminista que retrata la realidad de la prostitución en la sociedad, y aborda otro de los temas que tan de actualidad está en los medios de comunicación: la sumisión química, una práctica que, según los investigadores y los médicos, se ha multiplicado en los últimos años. Esto consiste en anular la voluntad de la persona mediante una sustancia que se echa en la bebida con el fin de agredirla sexualmente. En dosis altas, este componente químico, que se puede encontrar fácilmente en internet por 15€ y que está al alcance de cualquier persona, es capaz de producir pérdida del conocimiento y amnesia. Son muchas las asociaciones feministas y las mujeres que lo han sufrido las que han comenzado una campaña para denunciar aquellos bares y discotecas en los que han ocurrido casos de este tipo, con el fin de dar visibilidad a una nueva forma de violación que se ha puesto “de moda” entre los jóvenes y reclamar una mayor vigilancia y seguridad frente a este tipo de casos.

Los últimos momentos de la presentación terminaron con una reflexión que dio pie a un debate muy interesante y necesario. ¿Tienen los escritores, guionistas, directores de cine o músicos la “culpa” de romantizar y edulcorar la prostitución, las violaciones o psicopatologías? ¿Tienen una responsabilidad para con la sociedad?

Ana de Miguel lo tiene claro: «El mundo del arte, de la creación, de la filosofía, de la ficción, nos llega al corazón. Pretty Woman es una película que echan unas cinco veces al año, y ya nos parece un cachondeo. No hay una sola película en la que no haya una puta feliz que no nos haga gracia. Y no solo en Pretty Woman, también en los ‘Lunes al sol’ o en cualquier película. Yo no soy incapaz de ver una película en la que salga un club de striptesse con mujeres desnudas bailando. Me dicen que vea la película sin fijarme en eso, pero es imposible. Fíjate como nos manipulan para que no veamos ciertas cosas que ocurren». 

Y no solo Pretty Woman tuvo cabida en el debate, sino que también You, la serie que se vende en las plataformas digitales como "una historia de amor del siglo XXI sobre un obsesivo, pero brillante mánager de 20 años de una librería, quien utiliza la era digital hiperconectada para enamorar a la mujer de sus sueños". Una serie que, realmente, se ocupa de romantizar la imagen de un sociópata que se dedica a embaucar y enamorar a sus víctimas para luego asesinarlas.

Es un tema verdaderamente interesante y sobre el que es necesario reflexionar. ¿Qué papel tenemos como ciudadanos? ¿Cuál es nuestra responsabilidad? ¿Cuál es la de aquellos que se dedican al arte? ¿Con qué ojos tenemos que mirar todo aquello que nos llega? ¿Es necesario tomar conciencia de lo que ocurre? Deberíamos dedicar unos minutos a pensarlo. 

Ana de Miguel quiso cerrar el debate alabando y recomendando el libro nuevamente: 

«Este libro tiene que llegar a los adolescentes. No solo a las chicas, sino también a los chicos. Regaladlo a los jóvenes».

Gracias a Lucía Etxebarria por el escribir el libro y por invitarnos a la presentación. A Lara Ferreiro, Ana de Miguel y a la representante de la AFRAMP por dar voz a las mujeres, por mantener vivo el feminismo y por luchar contra aquello que ataca a las mujeres desde tiempos inmemoriales. Y gracias al Ateneo por abrirnos las puertas y acogernos. 


Entrada al Ateneo de Madrid / imagen propia

domingo, 12 de diciembre de 2021

Anne Rice: madre de vampiros, brujas y ángeles

Hoy, los amantes del género vampírico estamos tristes. Nos hemos quedado sin una de las escritoras del género gótico y de terror más importantes del siglo XX (y de todos los siglos, a decir verdad). La reina de los vampiros, Anne Rice, nos ha dejado. Ha abandonado este mundo mortal para reunirse con sus personajes inmortales, aquellos que prácticamente le salvaron la vida.

Anne Rice 

Aunque estaba licenciada en Filosofía y Letras, y  doctorada en Escritura Creativa, Rice se refugió en sus Crónicas vampíricas tras la muerte de su primera hija, Michelle, con apenas 6 años. Así, en 1976, empezó a escribir el inicio de la saga: Entrevista con el vampiro. Después, vendrían muchos más: Lestat El Vampiro (1985),  La Reina De Los Condenados (1988) El Ladrón De Cuerpos (1992) , Memnoch El Diablo (1995) , Armand El Vampiro (1998), Merrick (2000), Sangre y Oro (2001), El Santuario (2002), Cántico De Sangre (2003), El Príncipe Lestat (2014), y El Príncipe Lestat y Los Reinos De La Atlántida” (2017)

Rice nos dio la oportunidad de conocer a Lestat, a Armand, a la pequeña y caprichosa Claudia (inspirándose en su hija fallecida para crear al personaje) y cómo no, al apuesto y atormentado Louis de Pointe du Lac, quien, tras más de tres siglos de existencia, decide conceder una entrevista a un joven y asustado periodista.

«El vampiro era totalmente blanco y terso como su estuviera esculpido en hueso blanqueado; y su rostro parecía tan exánime como el de una estatua, salvo por los dos brillantes ojos verdes, que miraban al muchacho intensamente como llamaradas en una calavera».

 

Rice no solo nos ha regalado una historia (muy larga) de vampiros, sino también una lección avanzada de existencialismo, de dolor ante la vida y resignación ante la muerte, y viceversa; de amor, de incomprensión, de soledad, de intensidad, de despedida… ¿En qué momento tu vida se vuelve completamente insostenible?

«Yo bebía todo el tiempo y estaba lo menos posible en casa. Vivía como un hombre que quería morir pero que no tenía el valor de matarse. Caminaba a solas por las calles y los callejones negros; me caía al suelo en los cabarets, me negué dos veces a batirme en duelo, más por apatía que por cobardía y, verdaderamente, deseaba que me asesinasen. Y entonces fui atacado. Pudo haber sido cualquiera. Pero se trató de un vampiro. Me atrapó a unos pasos de mi casa una noche y me dejó dándome por muerto, o así lo pensé» - Louis de Pointe du Lac

Entrevista con el vampiro

Rice fue la precursora del vampiro atormentado, aquel cuya existencia inmortal, lejos de ser un regalo, se convierte en un castigo. Aquel que no deseaba su vida y tampoco su 'muerte' infinita. Ante tanta desolación, ¿cómo apreciar algo que jamás vas a volver a ver? ¿Cómo despedirse de algo tan simple como un amanecer?

«Mi último amanecer. Esa mañana yo todavía no era un vampiro, y presencié mi última madrugada. La recuerdo claramente; sin embargo, pienso que antes no me había acordado de ningún amanecer. Recuerdo que primero la luz llegó a las puertas vidrieras, algo pálido detrás de las cortinas de lazo, y luego un rayo cada vez más grande y más brillante se paseó entre las hojas de los árboles. Por último, el sol traspasó las mismas ventanas y el lazo quedó en sombras desde el suelo de piedra. El resplandor alcanzó la mesa, y la luz destelló, ardiente, sobre el agua de la jarra. Y la pude sentir en mis manos, sobre el marco de la ventana, y luego en mi rostro. Me quedé en la cama y fue entonces cuando me despedí del alba y me fui a convertir en un vampiro. Fue… mi último amanecer»- Louis de Pointe du Lac

El comienzo de esta saga fue llevada a la gran pantalla, pero no estuvo exenta de diversas “casualidades” que hicieron plantarse a Rice querer abandonar la historia de vampiros para siempre. Para crear a la pequeña Claudia se inspiró en su hija fallecida, y para dar forma a Lestat lo hizo en su marido, el poeta Stan Rice. Ella misma se identificaba como Louis. 

Anne Rice, su marido Stan Rice y su pequeña Michelle


Pero alguien o algo no estaba de acuerdo con que las confesiones de Louise saliesen de las páginas que ella misma había escrito, unas que el entrevistador debía guardarse para siempre. El papel del reportero, Daniel Malloy, iba a ser interpretado por River Phoenix, hermano del también actor Joaquin Phoenix, pero el joven de 23 años murió por una sobredosis la noche en la que iba a dar un concierto con su banda, por lo que el actor Christian Slater fue finalmente el elegido.



Las cosas no mejorarían en las siguientes entregas. Poco después de finalizar el rodaje de La reina de los condenados en 2001, la actriz y cantante Aaliyah, encargada de dar vida a la reina Akasha, la más poderosa de los vampiros que despierta tras un largo letargo de 600 años, murió en un accidente de avión cuando aún se estaban realizando los doblajes de la película. Y, apenas pocos meses después, también lo haría Stan Rice, el marido de la escritora y en quien estaba inspirado Lestat. Casualmente, de la misma forma que ella había escrito en sus novelas.


La reina de los condenados / Sensacine

Las brujas también tuvieron su protagonismo en las páginas de Rice, y a ellas les dedicó la serie Las brujas de Mayfair (La hora de las brujas, La hora del diablo y Taltos).

Estos acontecimientos pasados hicieron que Rice quisiera abandonar para siempre el universo que ella misma había creado. Tras finalizar la saga vampírica, y quizá buscando una paz que no había encontrado con los no muertos, en 2009 se centró en escribir sus Crónicas Angélicas, un thriller sobre ángeles y asesinos; y también en reescribir su propio Evangelio en El Mesías: el niño judío, una novela basada en la vida de Jesús tras haber declarado su conversión al cristianismo después de haber sido atea la mayor parte de su vida. 

Hoy ha sido ella la que se ha marchado, y nos deja desolados, como Louis tras la muerte de Claudia. Pero nos deja a todos ellos, a los vampiros, a las brujas, a los ángeles y a las noches oscuras de Nueva Orleans, ciudad que la vio nacer y que tantas veces ha sido protagonista. 

«Durante todos esos años sentí un deseo vago, pero persistente, de regresar a Nueva Orleans. Jamás me olvidé de Nueva Orleans. Y cuando estábamos en lugares tropicales y en lugares donde existieran aquellas plantas y flores que crecían también en Luisiana, pensaba en Nueva Orleans, profundamente, y sentía por mi hogar la única pizca de deseo que sentía por cualquier cosa exterior aparte de mi búsqueda infinita por el arte (…). De tiempo en tiempo, Armand me pedía que lo llevara allí (…). Pareció como si su petición me hiciera olvidar un vago miedo de que pudiese llegar a sentir dolor en Nueva Orleans; de que pudiera llegar a experimentar de nuevo la pálida sombra de mi anterior infelicidad y melancolía»- Louis de Pointe du Lac

Mañana amanecerá de nuevo y ahí estaremos para contemplarlo. Por ella y por Louis.


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