Sin
duda, son días para reflexionar. La cabeza tiene más tiempo que nunca para
pensar, para darle vueltas a distintos asuntos que nos tienen preocupados, y
estar las 24 horas del día en casa tampoco ayuda demasiado a despejar la mente
por mucho que intentes hacer otras actividades.
Así
que, si pensar te sigue pareciendo una buena idea para rellenar los días o
simplemente prefieres reflexionar sobre otros asuntos un poco más alejados de
la realidad, te propongo dos libros que, a mi parecer, son perfectos para ello.
También te pueden ayudar si eres de las personas que prefiere evitar los huecos
diarios para la reflexión. Puede ser un buen comienzo.
Aunque
son infinitos los libros “reflexivos”, yo escojo dos. Ambos me llamaron mucho
la atención en su momento y crearon un gran impacto en mí cuando acabé de
leerlos. El lenguaje es sencillo, cercano, son fáciles de comprender y los
autores son conocidos. Si conoces un poco a los autores, verás reflejada su
vida en los escritos. Y si no los conoces, puede ser un buen momento para adentrarte
en ellos y en el resto de sus obras.
La
primera recomendación es Esto es agua, del escritor
estadounidense David Foster Wallace (1962-2008). No es un libro al uso, ni
siquiera una novela, sino que se trata de la conferencia que impartió en la
ceremonia de graduación de la Universidad de Kenyon ante un auditorio lleno de
estudiantes. Fue el único discurso que dio en su vida. En relato comienza con
un breve párrafo introductorio a modo de parábola: “había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por
causalidad con un pez mayor que nada en dirección contraria; el pez mayor les
saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?».
Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho. Por fin, uno de ellos miró
al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?».
Ejemplar de Esto es agua / imagen propia |
A
través del discurso, Wallace intenta explicar que existen diferentes visiones
sobre las cosas dependiendo de la experiencia y creencia de la persona. De este
modo, afirma que “la misma experiencia
exacta puede querer decir cosas completamente distintas para dos personas
distintas, dependiendo de los patrones de creencias de cada uno y de las formas
distintas que tengan de construir el sentido a partir de la experiencia”. El
principio de la tolerancia es importante para Wallace, ya que los humanos
tendemos a dar por verdadera nuestra propia creencia y por falsa la de la otra
persona, simplemente por el hecho de no estar de acuerdo, algo a lo que se suma
la arrogancia, que aporta una falsa mayor seguridad a las interpretaciones.
Wallace
afirma que la verdad tiene que ver “con
el verdadero valor de una verdadera educación, que no pasa por las notas ni los
títulos y sí en gran medida por la simple conciencia: la conciencia de algo que
es tan real y tan esencial, y que está tan oculto delante mismo de nuestras
narices y por todas partes, que nos vemos obligados a recordarnos a nosotros
mismos una y otra vez: esto es agua”.
Aunque
fue escrito en 2005 y enfocado a un ámbito más académico, bien podría aplicarse
a este momento que estamos viviendo. Estos días, sin duda, son difíciles, pero
debemos entender que no todos los ven de la misma forma ni tampoco lo sienten
de la misma manera. Unos lo pueden sufrir más y otros menos; unos pueden estar acostumbrados
a estar en casa y otros no; unos pueden llevar mejor la soledad y otros no.
Ninguno tiene la verdad absoluta, sino que cada uno tiene la suya propia, que
no está por encima de ninguna. Todo lo vemos y lo construimos a partir de
nuestra experiencia de vida y seguimos nuestro patrón de creencias.
La
segunda recomendación es un poco más cercana, tanto por el autor como por la
fecha de publicación aunque, eso sí, mucho más dura de leer. Se trata de El
mundo azul. Ama tu caos (2015) del escritor catalán Albert Espinosa
(1973). Quien conoce al autor, conoce su obra. Está impregnada de su vida, su
enfermedad, sus pérdidas y sus ganancias. Todo ello adornado con numerosos
consejos, pensamientos, reflexiones, anécdotas, recuerdos, citas célebres y
personajes que te van guiando por el camino de la vida. Espinosa siempre trata
la muerte en sus historias, quizá porque la tuvo muy cerca, y porque perdió a
muchas personas a lo largo de su vida. En este libro, la muerte también está
muy presente, pero no como un tema negativo, sino como una forma de afrontar la
vida, algo natural y humano por lo que todos pasaremos.
A
través de sus páginas y de la música de Elvis Presley, nos enseña un mundo especial, una isla misteriosa y
apartada en la que se encuentran los personajes, que desconocen el motivo por
el que están allí, y a donde va a parar el protagonista, al que le han dado
pocos días de vida. Poco a poco van descubriendo por qué están allí, cuál es la
misión de cada uno y el destino al que se enfrentan.
La
muerte es un tema difícil de tratar. Siempre suele ser un tema tabú, algo de lo
que nadie quiere hablar y que se suele evitar en todas las conversaciones,
incluso cuando se dan las circunstancias. Estos días son difíciles no solo por
estar en casa, por la incertidumbre del presente y del futuro, sino por la
enfermedad y la muerte. Grandes cifras de muertos diarios, que casi dejan de
ser personas y son solo números, el enfrentarse a las pérdidas, a las posibles
pérdidas y a todo lo que vendrá después. Espinosa, al igual que algunas de sus
anteriores obras, ofrece en sus páginas un momento de reflexión ante la muerte,
ante la pérdida de seres queridos y ante el miedo a morir.
*Otras entradas del blog recomendadas:
Cuando Virginia Woolf y David Foster Wallace predijeron su muerte
Del "amor como asignatura" a "amar tu caos pero lejos"
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Tomo nota de tus recomendaciones, ahi van las mias: "la peste" de Camus y "28 dias" de David Safier, muy acertados para el confinamiento
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