jueves, 15 de octubre de 2020

Yesenin: sobre la vida y la tragedia

 ¿A quién debo llamar? ¿Quién compartirá conmigo la felicidad desdichada de estar vivo?

Sergúei Aleksándrovich Yesenin (1895-1925) nació para la poesía, y murió con ella. Creció en la aldea rusa de Konstantinovo, donde escuchaba a los poetas errantes, que le servían de inspiración para crear sus propias composiciones. Poemas que cantaba a los peregrinos que esperaban el tren en la estación, a los que conmovía de tal forma que no solo se ganaba unas monedas, sino también las lágrimas de aquellos que le escuchaban.

"Serguéi Yesenin, más que un hombre, es un órgano que ha creado la naturaleza exclusivamente para la poesía”, llegó a decir el también escritor ruso Máximo Gorki.


Serguéi Yesenin

 

Hijo de campesinos, supo que su lugar no estaba allí, aunque el campo, las tierras y la aldea siempre formarían parte de sus poemas. Sus padres, en cambio, habían planeado un futuro distinto para él quizá como maestro, pero acabó a abandonando los estudios. A ellos les dedicó parte del poema Confesión de un golfo:

¡Pobres, pobres campesinos!

Seguramente están viejos y feos

Y siguen temiendo a Dios y a los espíritus del pantano.

¡Si sólo pudieran comprender

Que su hijo

Es el mejor poeta de Rusia!

¿Acaso sus corazones no temían por él

Cuando se mojaba los pies en los charcos del otoño?

Ahora anda de sombrero de copa

Y con zapatos de charol.

 

En efecto, se había convertido en uno de los mejores poetas de Rusia. Tras la Revolución de 1917, Yesenin creó, junto con Anatoly Marienhof, Vadim Shershenevich y Aleksandr Borisovich, la corriente del Imaginismo Ruso. Si bien nadie ha sabido cuáles eran realmente las características de esta escuela creada por cuatro jóvenes poetas, algunos estudiosos se aventuraron a decir que los imaginistas rusos creaban una poesía basada en secuencias de imágenes impactantes y poco comunes, haciendo gran uso de la metáfora encadenada en los mismos.

Yesenin, Marienhof y Borisovich

Pero la falta de unidad entre los mismos acabó por romper la escuela. Los cuatro tenían puntos de vista y rasgos creativos muy diferentes, y tampoco existía una similitud entre los grupos sociales y culturales a los que dirigían sus poemas. Mientras que los versos de Marienhof y Shershenevich estaban cargados de vacío, pesimismo y decadencia, haciendo uso de experiencias personales profundas como consecuencia de la Revolución, Yesenin, que simpatizaba con los socialistas revolucionarios de izquierdas y había recibido con entusiasmo la Revolución de Octubre de 1917, se había convertido en un representante de los campesinos rurales acomodados, que habían sido desprovistos de sus tierras y habían pasado a trabajar de forma forzada para el gobierno soviético. Sus poemas contenían continuas referencias a las tierras, a su país y a su aldea.

Muchos amores pasaron por la vida del poeta, quien poseía un gran atractivo  físico, de pelo rubio y ojos azules. Entre ellos, la bailarina estadounidense Isadora Duncan, con quien protagonizó un idílico romance que terminó en matrimonio. Sin embargo, un año después, Yesenin acabaría divorciándose y regresando a Rusia natal después de haber estado viviendo en Estados Unidos y en diversos países de Europa occidental. En esos momentos, el poeta ruso ya tenía serios problemas de adicción al alcohol. Después de algunos romances más con diversas mujeres, en 1924 acabó casándose de nuevo con Sofía Andréyevna Tolstáya, nieta del también escritor ruso León Tolstói, matrimonio que duró apenas unos meses. Poco tiempo después, tuvo un hijo con la poeta y traductora rusa Nadezhda Volpin.


Isadora Duncan y Yesenin

Yesenin era joven, pero sentía la vida pesada, y su adicción al alcohol tampoco fue de gran ayuda. Su amigo, Vladímir Cherniavski, recordó la última conversación con el poeta:

Cuando traté de convencerlo de que no bebiera tanto y de que se preocupase por sí mismo, se puso muy nervioso y de repente me soltó: 'Cómo es posible que no lo entiendas, no puedo evitarlo... Si no bebiera, ¿cómo podría sobrevivir a todo esto?’

El 24 de diciembre de 1925, Serguéi Yesenin llegó a San Petersburgo en un tren nocturno procedente de Moscú. Probablemente ebrio, intentó escribir un poema, el último de su vida, dedicado a su gran amigo Marienhof, aunque algunos estudiosos de la vida de Yesenin aseguran que ambos poetas tuvieron una relación amorosa. Ante la falta de tinta en la habitación del hotel, Yesenin escribió el poema con su propia sangre. Algunos biógrafos del escritor insinuaron que intentó suicidarse cortándose las venas pero, al no conseguirlo, utilizó su sangre para escribir los versos. Esa misma tarde, recibió la visita de un amigo, el también poeta Wolf Erlich, a quien hizo entrega de la nota doblada, a la vez que le dijo: “Para ti. Pero no lo leas enseguida”

Tras la visita de Erlich, Yesenin, que había cumplido los 30 años en octubre, se ahorcó con la correa de una maleta, que enganchó a los tubos de la calefacción o a la ventana de la habitación del hotel. Su cuerpo fue encontrado a la mañana siguiente por  Yelisaveta Ustinova, esposa de un periodista ruso, con quienes Yesenin había compartido algunas cenas, y por su amigo Erlich, que había estado la noche anterior visitándole.  Las fotografías muestran el cuerpo de Yesein vestido con una camisa blanca, unos pantalones grises de vestir y unos zapatos negros de charol, tal y como había descrito en la parte del poema Confesión de un golfo.

No había ninguna nota de despedida, tan solo el poema escrito con su sangre que le había entregado la noche anterior a Erlich, en el que se podía leer:  

 

Hasta pronto amigo mío, hasta pronto,

te llevo, querido, en el corazón.

 

Esta separación predestinada

promete un encuentro en otro lugar.

Hasta pronto, amigo, no sientas lástima,

sin dar la mano me voy, sin palabras.

 

En la vida, morir no es nada nuevo

ni es nada nuevo vivir, por supuesto.

 

Según sus biógrafos, el poeta atravesaba un profundo estado de depresión, lo que le habría llevado a querer acabar con su vida. No obstante, y al igual que ocurrió con algunos escritores como Albert Camus, cuya muerte se produjo en extrañas circunstancias y nunca se esclarecieron las causas reales del accidente, algunos historiadores sugieren que la muerte de Yesenin no fue un suicidio, sino que fue un ajuste de cuentas por parte de la policía secreta del gobierno soviético de Stalin. Esta versión del suicidio-asesinato aparece en la novela Yesenin, del escritor ruso Vitali Bezrúkov.

Tras su muerte, el poeta y dramaturgo revolucionario ruso, Vladimir Mayakovski escribió un poema dedicado a Yesenin, titulado A Sergúei Yesenin, donde modificó los dos versos finales del poema real de Yesenin por:

"en esta vida morir no es difícil,

construir la vida es más difícil”

 

Durante una conferencia, Mayakovski exaltó la idea de “glorificar la vida”, un aprendizaje que habían extraído de la Revolución. Sin embargo, en 1930, Mayakovski se acabó suicidando.

Al final, vivir sí que era lo difícil. 


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