Ojalá sepáis el significado de la
vida, perderse por las calles, asomarse por la ventana mientras llueve. Ojalá
sepáis disfrutar de esos placeres. Placeres pequeños, pero inmensamente
grandes.
Imagen propia |
Ojalá realicéis un viaje; sí, un
viaje. Un viaje caro, un viaje barato, lejos, cerca, pero que veáis mundo. Ver
mundo no significa recorrerlo, ni siquiera salir lejos. Basta con volver a
pasar por el mismo sitio por donde pasaste ayer, o volver a un lugar que ya
conoces, pero mirar, observar bien, fijarse en todos los detalles. Es ver más
allá. Eso es ver mundo. Es aprender.
Ojalá seáis felices cada momento
de vuestra vida y lloréis tanto como para llenar un cubo que os sacará a flote
cuando más hundidos estéis. Ojalá seáis capaces de ver el brillo en unos ojos
llenos de amor, de ver el interior, incluso de sentirlo. Ojalá sepáis valorar
la caricias que os dan, pero mucho más las que dais. La sensación de tener a
alguien entre tus brazos es increíble.
Ojalá beséis mucho, muy fuerte,
muy rápido, pero disfrutando de los más lentos, y ojalá no podáis vivir sin
ellos. Ojalá sepáis apreciar un abrazo, de esos que se dan con algo más que los
brazos; sí, de esos donde notas el corazón de la otra persona como si fuera el
tuyo. Y ojalá agarréis fuerte la mano de esa persona y no la soltéis por nada
del mundo.
Ojalá sonrías con un mensaje,
soñéis con un buen libro, disfrutéis con una canción –aunque la hayáis
escuchado millones de veces, y ojalá no la acabéis odiando con el tiempo- y no
echéis de menos nunca. Nunca. Ojalá no os falte nadie nunca y ojalá sepáis
entender que las cosas más importantes no son cosas materiales –ni siquiera son
cosas- sino personas. Y personas con las que realizar todos estos placeres de
la vida. Y ojalá os quepan todos esos momentos en un álbum en el que escribáis
las frases más bonitas que os recuerden al lugar donde reísteis y sonreísteis
tanto, y os disteis los mejores besos.
Ojalá os arriesguéis siempre, y
si tenéis miedo, probad a arriesgaos sin miedo, a ver que sale.
Porque como decía Roald Dahl: “El que no cree en la magia, nunca la encontrará”.
Todos los derechos reservados ©
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