domingo, 4 de septiembre de 2016

Déjame decirte

Imagen propia
Dicen que las verdades más sinceras son las que se dicen a la cara, mirando a los ojos, de cerca, muy de cerca. Las que se hablan, las que se cuentan, las que se dicen y se expresan, donde no queda nada más por decir, donde el silencio lo invade todo por un momento. ¿Y qué queda de las verdades que se dicen escribiendo? De esas que no se escuchan, sino que se leen despacio, pensando, sintiendo, escuchando la voz del dueño de esa letra como si estuviera a un centímetro.

Déjame decirte que tu voz siempre está en todos los rincones: eres tú quien lee todo lo que me escribes, todo lo que me dedicas; es tu voz la que aparece a mi lado contándome el significado del mensaje.
Déjame decirte que son tus ojos los que iluminan también todos esos rincones en los que se escucha tu voz, los que guían el camino, los que hacen que no me pierda, los que hacen que te conviertas en mejor persona.

Tú, que me has demostrado que todos los días tienen algo bueno y bonito, que todo se puede conseguir, que todo llega. Tú, que me has enseñado que el tiempo puede correr demasiado rápido cuando estamos juntos, demasiado lento cuando estamos lejos, y que existe un tiempo que no merece la pena si no estamos nosotros. Tú, que me has hecho ver que el destino está siempre cerca, solo que hay saber mirar mejor. Tú, que me has hecho comprender la palabra “amor” mucho más allá de un simple término, de unas simples letras bonitas, de unas simples fotos, de unos simples corazones puestos en los comentarios de cualquier red social, más allá incluso de ir de la mano o de un beso. Mucho más.

Tú, que me has enseñado todo eso, que me has demostrado, que me has hecho ver y comprender; y yo, que ojalá haya podido conseguir contigo la mitad de lo que tú has hecho conmigo, pueda seguir disfrutando de ti todos y cada uno de los minutos de ese tiempo que pasa tan rápido, que pueda seguir capturando tu sonrisa, tu mirada y todos tus gestos en fotografías que no te esperas.

“Porque contigo he aprendido que, con la puerta abierta, nadie se va”. Y tiene razón.

Prometí no robar más frases, no tomarlas prestadas cuando se tratara de algo mío, de algo enteramente propio. Prometo que no volveré a hacerlo, pero también prometo que todas y cada una de las frases me llegan por casualidad. Y creo en las causalidades.


“Suerte. Y no hablo del azar. Hablo de ti”. Defreds




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