viernes, 17 de junio de 2016

Nuestra herencia

¿Nunca os habéis parado a pensar en el tiempo en el que vivís? No las horas ni los días, sino el mundo, la sociedad que forma tu marco, tu contexto.

Salvador Dalí decía: “El tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan”. Y es cierto, solo tenemos eso, y de nosotros depende hacerlo más o menos largo, aprovecharlo o desperdiciarlo. Más allá de preguntarte si estás aprovechando tu tiempo, ¿te has preguntado qué les vas a decir a las generaciones futuras? La Generación del 98 heredó la decadente España tras la Guerra de Cuba e hizo todo lo posible por devolverle la belleza a los áridos y devastados campos de Castilla. La Generación del 14 heredó esta decepción y preocupación, pero a la vez la esperanza de que todo puede volver a empezar de nuevo, la fuerza de seguir adelante. La Generación del 27- la de los poetas y escritores, no los cantantes- vivieron la sociedad que con tanto esfuerzo construyeron las generaciones anteriores; vivieron las modernidades, el cine, el teléfono, el transporte… Vivieron un mundo construido con distintos caminos a seguir, con la novedad de las Vanguardias, pero que las ideologías se encargaron de derribar. La Generación del 36 sufrió, fue el daño colateral, o el impacto directo. Hasta las cebollas lloraban con las nanas que Miguel Hernández escribía desde una oscura y húmeda celda. 

Todas esas generaciones sufrieron, avanzaron, ayudaron, cayeron y se levantaron, pero lo más importante: enseñaron.

¿Qué les vamos a decir nosotros a las generaciones futuras? Podemos mirar alrededor y hacer una lista de todas aquellas cosas con las que convivimos, escribirlas en un trozo de papel y enterrarlas para que en un futuro las pudieran leer.

Podemos decirles que heredamos un mundo caído a partir de la Generación del 36, y que en vez de renovarlo como los del 98 y empezar de nuevo como los del 14, lo hemos destruido más.

Podemos decirles que, en vez de escribir un poema como en el siglo XIX para expresar amor, ahora dedicamos canciones y frases que encontramos en libros que ni siquiera conocemos, y que cuando estamos tristes por cualquier motivo, hay carpetas, tazas, y camisetas que nos animan el mundo.
Que escribimos la realidad como queremos, sin fijarnos en lo importante, sino pasándolo por alto y decorándolo con metáforas. Somos la generación de sufrir con lo más mínimo y compartirlo a lo grande, de escribirlo, de cantarlo y de llorarlo, incluso cuando detrás de nosotros hay un millón de emoticonos sonrientes: la Generación del Consuelo.

Podemos decirles que rechazamos el amor, pero que en el fondo está muy presente en las canciones, en los conciertos y en las poesías de desamor, incluso en los prólogos de los libros que ni siquiera son de amor. 

La diseñadora Heidi Swapp dijo: “Las generaciones pasan como caen las hojas de nuestro árbol genealógico. Cada nueva flor crece y se beneficia de la fuerza y la experiencia de los que estuvieron antes”.

Leí por ahí que “detrás de nosotros quedará una estela, el rastro de lo que fuimos, de lo que hicimos, de lo que sentimos. Nuestra huella. Nuestra herencia”.

¿Qué somos, hacemos y sentimos? ¿Qué huella queremos dejar a nuestra siguiente generación?


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