¿Cuántas veces hemos
oído eso de “somos lo que comemos”? Infinidad de veces. Y es
cierto, somos lo que comemos, pero también somos lo que sentimos, lo
que aprendemos, lo que reímos, lo que hacemos, lo que recordamos y,
por supuesto, lo que lloramos.
Nadie se ha atrevido a
dar una definición exacta de qué es llorar, aparte de la puramente
biológica. Podemos llorar de alegría, eso que dicen que es muy
frecuente y que definen como la verdadera felicidad. Pues bien, al
llorar de alegría, nos estamos definiendo, somos felices en ese
momento. ¿Y por tristeza? Igual. Una simple lágrima nos puede
mostrar al mundo tal y como somos. Y sí, muchas veces ese mundo está
equivocado al pensar que llorar es malo. Puede que suene muy pomposo
aquello de “llorar libera el alma” o “lloramos porque hemos
sido fuertes demasiado tiempo”, pero en cierta medida es verdad. No
sé si libera el alma, porque realmente no sé qué es el alma, ni
dónde está ni cómo se usa, ni siquiera sé si tenemos; tampoco sé
a qué se refieren cuando dicen que una persona es fuerte o no. ¿Qué
define la fortaleza? Quizá sean cuestiones que nadie se ha parado a
pensar, o que han pensado demasiado y nadie ha llegado a una
conclusión exacta. Puede que también sean conceptos relativos, eso
de que a cada persona le parece una cosa debido a sus experiencias en
la vida. Tal vez el alma también sea un concepto relativo.
Salgámonos por un
momento de lo literario y vayamos a lo demostrable, a eso que llaman
“científico”. Pues bien, diversos estudios, así como la rama de
la Psicología han descubierto que llorar es beneficioso para la
salud, pues tiene un efecto de calmante natural. Hasta ahí, todo
normal. Pero han ido a más y aseguran que “es crucial que desde la
infancia se eduque a los niños para que expresen sus sentimientos,
sus emociones y lloren”. ¿Dónde está toda esa gente que asegura
que llorar es malo? Llorar no es sinónimo de tristeza, ni una
persona que llora tiene depresión ni es extremadamente sensible, al
igual que una persona que ríe en todo momento no es más feliz que
los demás. No impidas a nadie llorar, déjala ser libre;
simplemente, quédate a su lado y contempla cómo es realmente, pues
somos lo que lloramos.
Y ahora, dejemos lo
“científico” de lado y vayamos a lo literario. Porque cuando se
sentó a mi lado y comenzó a llorar, lo pensé. Puede sonar muy
pretencioso, pero vi a la persona más bonita del mundo mientras sus
lágrimas bañaban sus próximas ganas de reír. Y fue increíble, Y
nunca lo olvidaré.
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