sábado, 9 de mayo de 2015

Somos lo que lloramos

¿Cuántas veces hemos oído eso de “somos lo que comemos”? Infinidad de veces. Y es cierto, somos lo que comemos, pero también somos lo que sentimos, lo que aprendemos, lo que reímos, lo que hacemos, lo que recordamos y, por supuesto, lo que lloramos.
Nadie se ha atrevido a dar una definición exacta de qué es llorar, aparte de la puramente biológica. Podemos llorar de alegría, eso que dicen que es muy frecuente y que definen como la verdadera felicidad. Pues bien, al llorar de alegría, nos estamos definiendo, somos felices en ese momento. ¿Y por tristeza? Igual. Una simple lágrima nos puede mostrar al mundo tal y como somos. Y sí, muchas veces ese mundo está equivocado al pensar que llorar es malo. Puede que suene muy pomposo aquello de “llorar libera el alma” o “lloramos porque hemos sido fuertes demasiado tiempo”, pero en cierta medida es verdad. No sé si libera el alma, porque realmente no sé qué es el alma, ni dónde está ni cómo se usa, ni siquiera sé si tenemos; tampoco sé a qué se refieren cuando dicen que una persona es fuerte o no. ¿Qué define la fortaleza? Quizá sean cuestiones que nadie se ha parado a pensar, o que han pensado demasiado y nadie ha llegado a una conclusión exacta. Puede que también sean conceptos relativos, eso de que a cada persona le parece una cosa debido a sus experiencias en la vida. Tal vez el alma también sea un concepto relativo.

Salgámonos por un momento de lo literario y vayamos a lo demostrable, a eso que llaman “científico”. Pues bien, diversos estudios, así como la rama de la Psicología han descubierto que llorar es beneficioso para la salud, pues tiene un efecto de calmante natural. Hasta ahí, todo normal. Pero han ido a más y aseguran que “es crucial que desde la infancia se eduque a los niños para que expresen sus sentimientos, sus emociones y lloren”. ¿Dónde está toda esa gente que asegura que llorar es malo? Llorar no es sinónimo de tristeza, ni una persona que llora tiene depresión ni es extremadamente sensible, al igual que una persona que ríe en todo momento no es más feliz que los demás. No impidas a nadie llorar, déjala ser libre; simplemente, quédate a su lado y contempla cómo es realmente, pues somos lo que lloramos.


Y ahora, dejemos lo “científico” de lado y vayamos a lo literario. Porque cuando se sentó a mi lado y comenzó a llorar, lo pensé. Puede sonar muy pretencioso, pero vi a la persona más bonita del mundo mientras sus lágrimas bañaban sus próximas ganas de reír. Y fue increíble, Y nunca lo olvidaré.  

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