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Siempre que abres un libro, un periódico, una revista o una
carta nunca sabes lo que te puedes encontrar dentro, he ahí uno de los
misterios más maravillosos de las letras. Pues en ese misterio estaba yo, hasta
que abrí el periódico por una de las páginas y he ahí mi sorpresa cuando vi una
entrevista a Albert Espinosa. Leer cada respuesta suya era como sentirte él por
un momento, como si tú fueras el entrevistado y tuvieras que responder, pero no
las mismas respuestas, no las suyas; las suyas son simplemente geniales.
Hablar del caos como amor o del amor como un caos, de
perderse, de la vida, de la muerte, de no tener miedo a nada, de cambiar… Quizá
no sabemos aprovechar la vida, o puede que no nos hayan enseñado cómo. Tampoco
a amar. ¿Te imaginas una asignatura entera sobre el amor? Pero el amor en todas
sus formas y colores, un amor más allá de un simple “te quiero”, una asignatura
que no tuviera examen, que ni siquiera hubiera que estudiar, solo aprender,
aprender y sentir. Albert Espinosa así lo cree, “Amor, sexo, muerte y música
deberían ser la columna vertebral de la educación” y creo que no puedo estar
más de acuerdo.
El caos. ¿Qué es el caos? En realidad, todo lo es. Nos
pasamos media vida intentando averiguarlo, nos ocurre en todas las ocasiones en
las que no sabemos qué hacer y nos sentimos desbordados. ¿Quién no ha pensado
alguna vez en escapar? Sí, en escapar muy lejos, ir a un lugar nuevo, lejos de
todo lo demás, de la gente, de los ruidos. Albert Espinosa, tras saber que
tenía un 3% de posibilidades de sobrevivir a su enfermedad, lo hizo. Se fue “a
una isla a morir para aprender a vivir”. Los viajes enseñan muchas cosas, cosas
que incluso desconocías de ti mismo, muchas veces una nueva forma de pensar o
de mirar, un cambio de perspectiva. Cada persona tiene un caos diferente y no
siempre es necesario que los demás lo entiendan. “Si no entiendo a alguien
digo: amo tu caos, pero lejos”. Deberíamos hacer lo mismo que Albert Espinosa.
No todo en esta vida es necesario de explicar y entender.
El miedo. Tenemos miedo a todo, y es normal. Quizá también
debería existir una asignatura sobre el miedo, sobre cómo aprender a
controlarlo o a saber sentirlo; sentir miedo de vez en cuando es bueno. En esa
isla, Albert descubrió que “los miedos son dudas no resueltas” y una vez
resultas esas dudas, el miedo desaparece.
No es necesario alejarse por completo de absolutamente todo,
pues cuanto más nos alejamos, más necesitamos compañía. Parece una
contradicción, porque justamente nos alejamos para estar solos, pero no. Está
bien hacerlo de vez en cuando, salir por una calle, poner nuestra canción
favorita a volumen máximo, irnos un par de días a cualquier sitio que elijamos
o estar con una sola persona con la que nos sintamos bien al 100%. Esas son
bonitas formas de perderse, que no alejarse. “No hay que tener miedo a apartar,
la vida es rotar. Hay amores y amistades infinitas, pero también finitas”. Nada
más que añadir.
Perderse no es malo, perder a gente que no quiere estar en tu
vida, tampoco. Lo verdaderamente malo es no saber encontrarse a uno mismo. Por
eso: pierde, aparta, aléjate el tiempo que necesites, vive la vida como
quieras, pero siempre sabiendo dónde estás y quién eres. Es fácil encontrarse
una vez perdido, pero es difícil volver a ser como al principio.
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