viernes, 9 de enero de 2015

Miradas

Dicen que mirar detenidamente a algo o alguien es increíble, y es cierto. En un momento se pueden aprender mil cosas y se pueden sentir otras tantas. Ayer, como cada día después de clase, cogí el metro para volver a casa. Bajando las escaleras hacia el andén me encontré de frente con la típica pareja de súper enamorados a los que les cuesta la vida despedirse, aunque lleven juntos todo el día y se vayan a ver mañana otra vez. Besos y mil besos después, se separaron. Cada uno iba por un camino distinto, y volverían a estar el uno frente al otro pero en andenes distintos y en direcciones opuestas.
Me fijé especialmente en las últimas miradas que se echaron. Ya estaban separados y cada uno por su camino, pero aún se daban la vuelta para comprobar que el otro iba bien por su lado. Él ya se había girado para bajar por las escaleras, pero ella volvió a mirar.

Era una mirada tan tierna que mostraba perfectamente el amor que sentía por el chico que se acababa de ir. Incluso se podía leer el pensamiento de esa chica simplemente en sus ojos, era como una especie de: “No te vayas, que ya te echo de menos”. Se había ido una parte de su vida, o su vida entera; una parte de su corazón, o su corazón entero. Una leve sonrisa y giró la cabeza para continuar hacia su destino. Me quedé realmente fascinada con eso. Para mi sorpresa, justo antes de bajar por las escaleras, el chico giró la cabeza como buscando a la chica que se acababa de ir, quizá fue un acto involuntario, pero lo hizo. No me fijé en si ambas miradas se encontraron de nuevo, pero fue una verdadera conexión. Probablemente en la mirada de aquel chico también se podía leer a la perfección lo que significaba esa chica, una especie de: “¡Cuantísimo la quiero! ¿Cómo es posible estar tan enamorado? Ya quiero que sea mañana para poder estar otra vez con ella, ¡malditos andenes contrarios!” Me pareció tan sumamente bonita aquella escena que en mi cabeza pensé que eso podría tratarse de un corto al que llamaría “miradas”, pero como a mí no se me da bien dirigir, al menos lo podría escribir, o describir, y podría quedar una preciosa historia de conexión visual.


Es verdad que con eso de mirar se pueden aprender cosas, muchas cosas. Cuando estés perdido, mira dentro; cuando sepas el camino, mira de frente; cuando no sepas qué hacer, solo mira. A lo mejor encuentras la respuesta a eso que buscas. Y si no, siempre te quedará escribirlo. Solo mira.

Y qué mejor que acabar con unas palabras del gran Paulo Coelho: “Podemos tener todos los medios de comunicación, pero nada, absolutamente nada, sustituye la mirada del ser humano”.

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