Este año, he sentido la necesidad de
alejarme más que nunca de la gente, de apreciar el silencio, las calles vacías
y poner la música más alta. De descubrir historias y ver la vida a través de
los ojos de otras personas. De no hacer caso a los demás y de escucharme a mí
misma. De perderme en momentos y encontrarme en muchos otros. De buscar refugio
en las canciones, de sentir hogar en el confinamiento a Ben Howard, Eddie
Vedder y unos cuantos más.
También me he preguntado que quién
quiere ocultarse de lo desconocido y que quién quiere guardarse, si no existe
enemigo. He comprendido que el fuego lo guardo yo. Y que, a
veces, necesitas esta guerra para estar en paz. Y que lloverán más. Prepárate
para las mareas
Me construí un palacio de cristal con
pedazos de prisas y ausencias. Y comprendí que, rodeado de lobos, uno aprende a
ser lo que la manada espera de él. Que algunas bases no resisten, y que un día
me iré, me iré de verdad.
He sentido lo maravilloso que es capturar
y contemplar atardeceres, ponerles banda sonora y esperar a que el cielo vaya
cambiando de color. A verlo desde abajo, y también desde los sitios más altos.
He comprobado que mi vida cabe en unas
cuantas cajas y que el caos a veces es orden, y viceversa. Que los extremos a
veces son necesarios; y los contrastes, también. Que ver más allá te enseña, y
que siempre hay alguien más dispuesto a hacerlo.
Que no había nada que quisiera ver ni
hacer porque, fuera donde fuese, no estaría yendo a ninguna parte: tan solo
estaría huyendo de otra.
Que mi color favorito depende del día,
pero que hoy es el marrón. Porque el marrón significa calor, y no me imagino un
color más bonito. Y que, la parte más fácil es pensar, arder y escuchar, pero
la más difícil es que la mejor versión de mí es la que es imposible.
He aprendido que hay más cosas en el cielo
y en la tierra que las que contempla mi filosofía, aunque también puede ser en
el cielo y el infierno. Y me he preguntado que, si no es a los monstruos, ¿a
qué le tengo miedo? También he pensado en aquellas cosas que, aunque se
quieren, dan miedo tener. Esas que están ahí, esperando que alargues el brazo y
las cojas, pero sientes tanto miedo de perderlas luego que nunca llegas a
hacerlo. Y he llegado a la conclusión de que he decido hacerlo de todas formas.
Que hay mil maneras de llegar a alguna
parte, pero que no todos los caminos son el correcto. Que, a veces,
lo mejor no está por llegar. Que está pasando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tu aportación. Seguro que es maravillosa