domingo, 22 de mayo de 2016

¿Perteneces a este lugar?

Una vez leí, quizá por azar o porque lo busqué- no recuerdo bien- una frase que me llamó tremendamente la atención: “Digamos que uno no tiene por qué amar aquel lugar al que pertenece, sino que uno pertenece a los lugares que ama”. ¿Qué quiere decir José Manuel Fajardo con esta reflexión? Sencillamente, que no estés en un lugar por estar, sino que estés porque realmente sientas que debes estar.

Este pensamiento es un poco contradictorio y, aunque parece fácil, es verdaderamente difícil hacerlo realidad. Si todos estuviéramos en el lugar en el que nos sentimos bien, aquel que consideramos “nuestro verdadero hogar”, no habría gente haciendo cosas que no quiere, ni estando en los lugares donde no pertenece, ni estando con gente con la que no se siente libre.

Ícaro llegado al sol
Uno de los grandes problemas de esta sociedad es que nos damos cuenta tarde de las cosas, cuando ya lo hemos hecho, casi cuando hemos acabado de hacer algo que realmente no nos gustaba. Somos la “sociedad del mañana”, pero no por ser la del futuro ni la que va a salvar las cosas, sino porque dejamos todo para ese mañana lejano, que en unos casos puede ser un día, pero en otros, años. Y cuando han pasado semanas, meses y años nos preguntamos: “¿Por qué?”. Preguntarse el porqué de las cosas está bien, pero está bien cuando se tiene un afán por investigar, por saber, por aprender y por cambiar, un “por qué” que motive el cambio. El otro gran problema de la sociedad es el miedo, pero no de esta sociedad, sino de todas las que han habitado este ilógico y desconcertante mundo. Hacemos las cosas por hacer, por miedo a no tener más, a que todo se agote de repente. No importa que no queramos hacer algo, que no estemos bien en un lugar, que la otra persona no sea la correcta: nosotros seguimos ahí.

Dejamos para ese “mañana” todas las cosas que queremos cambiar porque, por miedo, no las vamos a cambiar nunca. ¿Por qué no dejas la carrera que estás haciendo si piensas que no te aporta realmente lo que estabas esperando? ¿Por qué no buscas algo que te llene? ¿Por qué sigues con alguien con quien no conectas? Tenemos miedo a que en el final de nuestro camino no haya nada más, que encontremos un cartel luminoso que ponga “Existencias acabadas; no hay más oportunidades”.

Los humanos somos fácilmente manejables, y siempre aspiraremos a más, subiremos más alto para intentar encontrar un camino que ni siquiera está allí arriba, sino abajo del todo; pero no importa, nosotros seguiremos subiendo. En cierto modo somos como Ícaro, subiremos a lo más alto, creyendo que nuestras alas son invencibles, creyendo que arriba está nuestro lugar aunque nos hayan repetido mil veces que no. ¿Y qué ocurrirá? Que el sol nos quemará y nos daremos cuenta de que ese no era nuestro lugar, pero será tarde porque ya habremos caído. Y en esa caída, ¿seremos capaces de buscar nuestro lugar o nos quedaremos en el suelo porque es seguro y por miedo a otra caída?

Nuestras alas son invencibles solo si somos capaces de buscar nuestro verdadero lugar, no cuando vayamos buscando lugares equivocados. 

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