Créeme que lo siento. Quizá no se
deba pedir perdón por eso, pero me parecía un buen título; tampoco sé si se lo
pondría a un libro, o a un poema, pero probablemente sí que encajaría en un
capítulo nuestro; sí, uno que hablara de nosotros y en el que yo te pidiera
perdón, perdón por no decir ”te quiero”.
No decirlo no significa siempre
no sentirlo, así como decirlo desde casi el primer momento tampoco es sentirlo,
ni mucho menos. Querer es un aprendizaje, no es un sentimiento. El “te quiero”
confunde a la gente, lleva por caminos
por los que nunca habían ido, incluso llegan a hacer cosas que jamás hubieran imaginado. Y, sin embargo, aquí estamos, con un montoncito de
“te quieros” a nuestro lado, todos de
gente distinta, personas que han pasado por nuestra vida y nos han dejado un “te
quiero” de regalo. ¿Y qué pasa con ese montoncito?
Yo no quiero un montoncito de tequieros, no quiero algo que se pueda
coleccionar, no quiero algo que sea capaz de decir todo el mundo, no quiero
palabras mal usadas. Pedirte que jamás me dijeras “te quiero” sería una
estupidez, sería perder tu esencia, sería romperte ese sentimiento. Por eso,
dilo, dilo todas las veces que quieras, grítalo si te apetece, haz tuya esa
palabra, escríbelo siempre en un papel cuando yo no esté, cuando quieras verme
y no esté a tu lado, quédate con ello, pero permíteme que yo no lo haga.
Según un estudio realizado por la
Sociedad Española de Neurología, al menos un 10% de la población mundial ha perdido la capacidad de amar. Es
decir, que en este mundo en el que aparentemente hay de todo, existen personas
que no pueden amar, tienen un tra
storno neurológico que le impide sentir
cualquier sentimiento. ¿Te imaginas no sentir nada? Ni miedo, ni dolor, ni
tristeza, ni amor. Ser incapaz de querer, ser incapaz de odiar, ser incapaz de
sentir tristeza al perder. Una vida entera sin sentir absolutamente nada. Esas
personas no pueden, pero hay otras en el mundo que no quieren, que eligen ser
así, que eligen no sentir ese amor temporalmente. Yo no sé dónde me encuentro,
no sé si he decidido no sentirlo o no querer sentirlo, aunque no me pueda
comparar con aquellas que neuronalmente no pueden. Pero solo sé una cosa:
cuando lo diga, créeme que lo diré en serio. Mientras tanto, perdóname por no
hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tu aportación. Seguro que es maravillosa