domingo, 12 de julio de 2015

A ti, que todavía estás llegando...

Podría escribir mil cosas de ti, describirte con adjetivos, numerar tus infinitas cualidades, valorarte por tus actos, recordarte por tus palabras… Pero creo que prefiero no hacerlo. A fin de cuentas, todavía estás llegando.

Dicen que las prisas no son buenas, que todo lleva su tiempo y que el mundo no se creó en dos días; tampoco espero crearte a ti en dos días. Por eso prefiero que sigas el camino a tu ritmo, haciendo todas las paradas que te sean necesarias, disfrutando de todas las cosas de tu alrededor, aprendiendo minuto a minuto sin perderte nada. Sé que tu naturaleza curiosa te hará querer descubrir todo lo que hay a tu paso, que querrás saber hasta el secreto más oculto, aunque no lo haya. Que tu carácter soñador y optimista te hará avanzar hasta el final del camino sin rendirte, y yo confío en eso.

Podría haber empezado con una descripción sobre ti, pero yo no creo en los ideales de nada. Simplemente me quedo con tu mirada, sincera y protectora; me quedo con todos los segundos a tu lado, y con todo el reloj, para poder contemplar, uno a uno, todos los que nos quedan. Me quedo con esa sencillez, esa que te hace único, y con esas ganas de comerte el mundo, que entre los dos nos acabamos el plato. Me quedo con tus canciones, esas a las que les pones tú la letra; con tu fuerza ante la vida y con esa sonrisa que ilumina hasta los días más nublados. Pero también me quedo conmigo, con esa sonrisa que me provocan tus palabras, con esa libertad que me concedes siempre, con esas ganas de ser mejor persona, con esas nuevas ganas que me das de querer. Me quedo con todo eso y más, y confío en que no se te olvide por el camino, aunque sea muy largo y quieras abandonar.


A ti, que todavía estás llegando, que haces los días más bonitos “aunque ni siquiera existas y no sepas cuánto vales”.  

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