¿Recuerdas esta época?
Este casi inicio de primavera, el sol y nosotros tan cerca aunque no
lo supieras. Sigo echando de menos cuando venías por detrás y me
dabas esos pequeños sustos, esas risas tan altas y tan fuertes, y
tan tuyas; tus cosquillas, tu brillo cuando te daba el sol y estabas
cerca, todo tan claro, tan incontrolable. Sonaba a comienzo,
estábamos más cerca de eso que del final, aunque ni siquiera
creyeras posible el inicio.
Tus prisas por ir más despacio, o tu
lentitud por ir más deprisa, tus intentos de algo, simplemente por
estar cerca; tus palabras tan tranquilizadoras, aunque a veces ponían
de los nervios. Mis ganas de verte y las tuyas, las de los dos.
Porque nunca pensé que lo mismo que nos unió nos pudiera separar
así, de esta forma: nunca pensé que fueras tú quien lo uniera y lo
separara a partes iguales. Porque nunca pensé que me fuera a costar
tanto despedirme, que te iba a querer de esa manera.
Te debo cada palabra,
cada frase, cada rima, y si te pones, hasta cada lágrima. Todo
seguirá siendo siempre tuyo, de ti, por ti y para mí. Y aunque los
pasillos separen, las puertas se cierren fuerte, las escaleras se
dividan en dos y el camino desde un punto hasta el otro lo haga sola
y sin tus pequeños sustos, seguirá siendo tuyo. Seguirás siendo tú
aunque no lo creas. Quizá esperabas más. No creas que no lo he
pensado muchas veces, puesto que siempre se espera más, pero a veces
lo corto y lo intenso cuenta más. Al menos, ya que no te quedaste
con mucho más, quédate con esto. Es para ti.
Porque marcaste un antes
y un después. Y, quizá, un poquito de ti siga siempre ahí.
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