viernes, 23 de abril de 2021

Libros prohibidos y autores censurados

Cuando cogemos un libro, muchas veces no somos conscientes de todo lo que hay detrás. No sabemos mucho sobre la vida de su autor, sobre los motivos que le llevaron a crear esa historia, en quién se inspiró, qué momentos del día eran sus favoritos para escribir, cómo buscaba los lugares para situar la acción… Tampoco somos conscientes de la gran cantidad de libros que hay en el mundo, y pocas veces nos paramos a pensar y a asimilar que hay más libros que tiempo de vida disponible para leerlos todos. Que nos perderemos grandes historias porque nunca sabremos de su existencia o nunca llegarán a nuestras manos, y también que mucha gente no pudo leer algunos de ellos porque en su momento fueron prohibidos o censurados.


Una parte de los libros prohibidos / imagen propia


Durante muchos siglos, se ha privado a la sociedad de conocer y acceder a determinadas obras. Muchas de ellas, junto con sus autores, fueron juzgadas ante los tribunales por atentar contra la moral de la época, y por incluir personajes demasiado “libertinos” o por ir en contra de la Iglesia y del pensamiento cristiano.

Durante el Siglo XVI, El Lazarillo de Tormes fue incluido como uno de los 11 títulos prohibidos por La Inquisición entre 1551-1790, y así se hacía constar, figurando en los carteles que se colocaban en las puertas de las iglesias. Esta historia, anónima y precursora de la novela picaresca, fue un auténtico atentado contra la Iglesia, ya que no dejaba en buen lugar a los miembros de la institución con los que el joven Lázaro va a parar. Desde un fraile que cumplía entre poco y nada los votos de pobreza y castidad, hasta un bulero que pedía dinero a cambio de expedir bulas falsas y conceder determinados privilegios sobornando a curas y clérigos, o un clérigo corrupto y avaro que mataba de hambre al muchacho a pesar de tener grandes cantidades de comida escondida.

Lazarillo de Tormes / imagen propia



El Siglo XIX no fue mejor. El Romanticismo, el movimiento de la exaltación de los sentimientos, fue cuna de muchos autores que acabaron ante los tribunales, sintiéndose obligados, en muchos casos, a presenciar cómo los personajes de sus obras eran protagonistas del propio juicio, como si hubiesen cobrado vida propia. Algunos fueron absueltos por falta de pruebas, y otros tuvieron que resignarse a la sentencia, que incluía la censura de determinadas parte de la historia o de la obra completa, el pago de una multa y el rechazo de la sociedad de la época.

Gustave Flaubert fue a juicio por Madame Bovary. La sociedad no estaba preparada,-ni mucho menos dispuesta-, a aceptar que la protagonista de la historia tuviese un amante ante la infelicidad que le provocaba su matrimonio. Por ello, la novela fue declarada "un afronte a la conducta decente y la moralidad religiosa" y se acusó al autor de haber descrito a la protagonista como un “retrato lascivo, una imagen voluptuosa y una belleza de provocación”. Tampoco se vio con buenos ojos la falta de arrepentimiento de la protagonista ante su atrevida e inmoral conducta.

La muerte de la Emma también fue protagonista en el juicio, pues se recriminó a Flaubert por no haber castigado a la mujer por sus pecados, por no haber hecho una acusación contra ella y que su muerte no hubiese sido una condena, sino un simple desenlace. Ante la falta de pruebas, los acusados fueron absueltos. La novela se publicó en 1857 y fue un éxito de ventas, convirtiéndose en una de las novelas realistas más importantes de la literatura.

Madame Bovary / imagen propia


Pero Baudelaire no corrió la misma suerte. El fiscal Ernest Pinard, quien llevó a juicio a Flaubert, repitió acusación el mismo año contra el poeta francés, prohibiendo 6 poemas de ‘Las Flores del Mal’. La Corte Francesa dictaminó que el libro estaba maldito, y Baudelaire fue condenado por “ofensa a la moral y a las buenas costumbres”, ya que incluía poemas sobre el diablo, la homosexualidad, el alcoholismo, la pobreza, los fantasmas y los vampiros. También se determinó que atentaba contra Dios, que era representado como el mal, dando un mayor protagonismo al diablo. Además de la censura de 6 poemas, Baudelaire tuvo que pagar una multa de 300 francos de la época (unos 272 euros), y 100 francos cada uno de sus editores.

Las Flores del Mal - Baudelaire / imagen propia 



Oscar Wilde fue otro de los escritores que vio perjudicada no solo su obra, sino su propia figura. Aunque gozaba de una fama más que considerable y contaba con una reputación dentro de la burguesía inglesa, el éxito le llegó con la publicación de El retrato de Dorian Gray, que causó un gran revuelo entre la crítica y los lectores del momento por una supuesta inmoralidad e indecencia. Probablemente, el hecho de que el protagonista, -insatisfecho con su vida-, vendiese su alma al diablo a cambio de la eterna juventud, tampoco fue bien aceptado y comprendido por la sociedad. El director de la publicación eliminó cualquier rastro de homosexualidad que el escritor hubiera mencionado en la obra, y más de quinientas palabras fueron suprimidas de la copia original. Incluso el propio Wilde, asustado por la posible reacción de los lectores, se autocensuró y decidió eliminar por su cuenta determinados aspectos de la historia, añadiendo páginas nuevas y evitando cualquier contexto que pudiera comprometerle. No fue hasta 2011 cuando se encontró el texto original tal y como lo escribió Wilde, sin ningún tipo de censura. Actualmente, podemos disfrutar de El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura), de la Editorial Literatura Reino de Cordelia, que se publicó en 2017. 



El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura, 2017)



Su imagen pública no corrió mejor suerte, y ambas cosas se vieron salpicadas entre sí. El escritor de 37 años, a pesar de estar casado y de tener hijos, estaba profundamente enamorado del también escritor y poeta Lord Alfred Douglas, un joven aristócrata de 21 años al que definen como “egoísta, vanidoso, frívolo, violento y malvado”. Douglas consiguió romper el matrimonio de Wilde, y también le introdujo en un ambiente lleno de delincuencia, engaños y maltrato, que le hizo incluso plantearse la idea del suicidio.

La retrógrada y moralista sociedad victoriana no veía con buenos ojos la relación homosexual entre ambos escritores, entre ellos el Marqués de Queensberry, padre de Alfred, quien utilizó toda su influencia para iniciar una campaña de desprestigio contra Wilde. Ante tal presión, el escritor optó por denunciar ante los tribunales el acoso sufrido por parte del marqués, pero el tribunal se centró en un delito que consideraba mucho más importante: la homosexualidad, que estuvo penada con cárcel hasta 1959. En abril de 1895, un jurado dictaminó que Oscar Wilde era homosexual, y que dicho “delito” era mucho más grave que el acoso y la difamación ejercidos por el marqués, por lo que el escritor fue arrestado y acusado de indecencia grave. Se le condenó a dos años de prisión y trabajos forzados por “conducta indecente y sodomía”, pena que acabó cumpliendo en la prisión de Reading. Tras cumplir la pena y recuperar la libertad, se dio cuenta de que se había quedado sin nada: Alfred había intentado sacar dinero publicando las cartas de amor que Wilde le había enviado, su mujer había vendido la casa y se había marchado a Suiza con los niños, y todos sus “amigos” renegaban de él. Se había quedado solo, sin dinero y estaba gravemente enfermo.


El retrato de Dorian Gray / Ediciones Austral



El escritor galés Roald Dahl también vio cómo sus obras eran criticadas, e incluso prohibidas en algunos países. James y el melocotón gigante, -en la que se cuenta la historia de un niño que, ante la muerte de sus padres, se ve obligado a vivir con sus tías, que le maltratan y le hacen la vida imposible-, fue acusada de racismo, blasfemia, referencias a las drogas e insinuaciones sexuales. El joven acaba huyendo de sus tías, -a quienes acaba aplastando-, dentro de un melocotón gigante, que le sirve para recorrer el mundo y vivir aventuras. El libro fue prohibido en Wisconsin porque uno de los personajes se lame los labios, haciendo referencia a una posible connotación sexual.

James y el melocotón gigante / loqueleo.com



Tampoco se han librado otras de sus obras como Charlie y la fábrica de chocolate. En la historia aparecen unos pequeños personajes, los umpa loompa, que son trabajadores de la mágica fábrica dirigida por Willy Wonka. Según dicen, estos seres pertenecen a la tribu pigmea de África, y su aparición en la historia tenía tintes de esclavitud, ya que es frecuente leer que Dahl tenía una ideología antisemita. Con el paso del tiempo, se ha descubierto por boca de su mujer que el Charlie original era negro, y que acabó siendo blanco por decisión del agente del Dahl, quien pensaba que un personaje negro no atraería a los lectores.



Charlie y la fábrica de chocolate 


Las Brujas también fue cuestionada, llegando a ser incluida en la lista de libros más polémicos en la década de los 90. Fue acusada de misoginia e intentó prohibirse en las escuelas por el hecho de que todas las brujas eran mujeres.

Las Brujas- Roald Dhal / imagen propia 


Franz Kafka vio cómo una de sus obras más famosas, La metamorfosis, era incluida en la lista de los libros censurados por el régimen nazi y soviético, aunque hay diversas versiones sobre el motivo real. Algunos dicen que fue porque ambos regímenes se dieron cuenta de que la historia protagonizada por Gregorio Samsa presentaba un pensamiento que no permitía continuar con alineación a la que estaba sometida la sociedad. Otros dicen que la obra también fue prohibida en Checoeslovaquia, país de nacimiento de Kafka, porque el autor se negó a escribirla en checo, sino que únicamente lo hizo en alemán.



La metamorfosis de Kafka 


La escritora irlandesa Edna O’Brien fue testigo de cómo tres ejemplares de su primera novela autobiográfica, Las chicas del campo, fueron quemados en la plaza pública por el párroco de su aldea natal. La novela se consideró un escándalo en la Irlanda de los años 60, pues en la misma se cuenta la historia de Caithleen, una joven perteneciente a la familia tradicional y pobre, compuesta por una madre regalada al ámbito doméstico y un padre borracho y adicto al juego. Tras el fallecimiento de su madre, Caithleen se da cuenta de los grandes contrastes de la sociedad: desde la gente sencilla y compasiva, hasta los ignorantes e hipócritas. O’Brien fue catalogada de enemiga de Irlanda y de escritora escandalosa, y huyó a Londres, donde vive en la actualidad.



Las chicas del campo - Edna O'Brien


En España, las cosas no fueron mejores, y muchos escritores vieron sus obras censuradas o fuertemente criticadas.

Emilia Pardo Bazán también sufrió la crítica por parte de la sociedad moralista de la época, y por partida doble: por mujer y por escritora. Insolación fue censurada (que no prohibida) por el tema erótico al que aludía y por la representación que se hacía de las mujeres en la historia, a quienes se presentaba sin pudor y a quienes los lectores veían como pecadoras. Esta censura también tuvo en cuenta la figura de Pardo Bazán: mujer, feminista, divorciada y manteniendo una relación semiclandestina con Galdós. Clarín calificó a la historia de «boutade pseudoerótica de la ilustre dama» y «antipático poema de una jamona atrasada de caricias», haciendo referencia a su autora.



Insolación de Emilia Pardo Bazán



Casualmente (llamémoslo casualidad, karma o justicia poética), Clarín también fue censurado por la sociedad del Siglo XIX. Una de sus obras más ilustres, La Regenta, fue objeto de varios expedientes, ya que su discurso se consideró peligroso e inconveniente durante el franquismo. Hasta 1946, ningún editor se atrevió a solicitar un permiso para editar la novela, y los que lo intentaron recibieron un informe en que se declaraba: «En esta obra, Clarín parece que tiene una cuestión personal con el clero. Las Dignidades eclesiásticas lo ponen fuera de sí. La obra, meritoria en diversos aspectos, es, en general, peligrosa para personas que no estén suficientemente formadas en el orden moral y religioso [...] en ocasiones roza la herejía»

Aunque la novela consiguió publicarse, se hizo en una edición de lujo que no estaba al alcance de cualquiera, por lo que solo pudieron acceder a ella aquellos que pudieron permitírselo. En los años 50, se solicitó un permiso por parte de una editorial para imprimir cerca de 2.000 ejemplares, pero fue denegado, aportándose un nuevo informe en el que se declaraba que la obra atacaba a la moral, a la Iglesia y a sus ministros: «No se señalan párrafos ni páginas por no hacer interminable su lista, ya que es el espíritu de la obra y a la letra, toda absolutamente censurable.»

Aquellos pasajes a los que se refería la censura estaban relacionados con la crítica a la iglesia y a aspectos referidos a la sensualidad o la actividad sexual de los personajes. No hay que olvidar que la protagonista, Ana Ozores, sigue los pasos de Emma Bovary, hecho por el cual se establece una similitud entre las novelas. Ambas, infelices en su matrimonio, buscan la pasión, compañía y el amor en otros hombre.




La Regenta de Clarín


Otra historia de karma y casualidad fue la de Camilo José Cela y su Colmena. Por todos es conocido que el escritor coruñés formó parte del Ejército Nacional durante la Guerra Civil, aunque quizá es menos conocido el dato de que también trabajó para la censura del régimen de Franco entre 1941-1945. En una entrevista concedida declaró: «Yo me metí ahí para comer, claro, para poder tener un mínimo sueldo, unas 250 o 300 pesetas. 'Y descubrí que la gente que trabajaba en mi oficina lo que quería era censurar los periódicos políticos. Eso era un error tremendo, porque había que implicarse, y desde luego yo no quería implicarme en absoluto. A mí me dieron varias revistas, que elegí yo mismo. Recuerdo que alguna de las que elegí eran Farmacia Nueva, el Boletín de Huérfanos de Ferroviarios y El Mensajero del Corazón de Jesús....»

Pero con lo que el escritor no contaba era que, en 1951, ese régimen para el que había trabajado acabaría censurando su novela La Colmena. La obra fue prohibida en España y tuvo que publicarse en Argentina No fue hasta 1963 cuando el ministro Manuel Fraga autorizó la publicación de la primera edición en nuestro país.


La Colmena de Camilo José Cela / imagen propia 


Después de esto, parece que la censura queda a años luz, pero nada más lejos de la realidad. Algunos de los títulos más actuales y próximos han sido censurados en ciertos países, y por motivos bastante absurdos. Es el caso de Harry Potter y la piedra filosofal, que fue censurado por partida triple. En Emiratos Árabes fue prohibida porque consideraban que la historia del mago incentivaba al uso de la magia y brujería en niños y adolescentes. En Nashville (Tennessee), una escuela privada católica decidió tomar la misma decisión y retirar todos los ejemplares de su biblioteca, alegando que “incluían maldiciones y hechizos reales que, cuando un ser humano los lee, corre el riesgo de conjurar espíritus malignos”. Esta decisión fue comunicada a los padres de los alumnos, y el pastor de la escuela afirmó que la decisión estaba respaldada por varios exorcistas de Roma, quienes les habían recomendado retirar los ejemplares de J.K Rowling.

Corea del Norte también prohibió que la saga llegase a uno de los países más herméticos del mundo. El motivo de la censura era que la historia mostraba la idea de que los niños podrían marcar su camino y llegar hasta donde quisieran con su fuerza y habilidad. La buena noticia es que, después de más de 20 años, el régimen de Kim Jong-un ha
levantado el veto, y el libro ya se puede leer y disfrutar allí.


Ejemplares de Harry Potter / imagen propia

Esta censura ha llegado a su autora, J.K. Rowling, quien ha comenzado a recibir amenazas y boicots a sus obras desde redes sociales a raíz de una publicación sobre el colectivo trans. Incluso su propia editorial se ha negado a trabajar con ella, y se baraja la posibilidad de que muchas marcas se hayan planteado la posibilidad de no continuar su contrato de publicidad con la escritora. 

Otra saga censura fue la de Los juegos del hambre, que sufrió fuertes críticas y protestas por parte de padres y representantes religiosos, que la acusaban de promover el satanismo, ser poco ética y atentar contra los valores familiares. Por ello, intentaron eliminarla de las escuelas y de las bibliotecas americanas. La película también trajo cola, ya que, en Tailandia, los manifestantes comenzaron a utilizar el saludo tan característico de los tres dedos que hace la protagonista como forma de protesta ante el gobierno. Los carteles de Sinsajo Parte II también sufrieron una modificación en Israel, ya que eliminaron la imagen de Jennifer Lawrence por considerar que los carteles con imágenes de mujeres “podrían estimular e incitar los sentimientos de los residentes”.


Cartel de Sinsajo Parte II censurado en Israel



Intentar silenciar a aquellos que tenían algo que contar y tratar de ocultar las verdades de la sociedad siempre ha estado “de moda”, sin importar el siglo. Porque mucha gente no soporta descubrir que hay algo más allá que su realidad, ni mucho menos aceptar que, cada cual, puede hacer lo que crea con su vida y dotar libremente a sus personajes literarios de las emociones y sentimientos que se elijan. 

Censurar una historia en base a creencias religiosas y morales es lo más triste que se puede hacer con una novela, y lo peor de todo es que esa Inquisición sigue estando en la actualidad. Por eso, y en este Día del Libro, hay que ser conscientes de que tenemos acceso a muchísimas historias que en su momento estuvieron prohibidas, y también hacer todo lo pasible para que esa prohibición deje de existir en escuelas y bibliotecas. 

¡Feliz Día del Libro!


Otras entradas recomendadas 


Puedes leer todas las entradas sobre el Romanticismo- Siglo XIX aquí

Puedes leer todas las entradas sobre días especiales y conmemoraciones aquí 

Puedes leer todas las entradas sobre críticas literarias y cinematográficas aquí 

 

/