jueves, 7 de enero de 2021

Cuando Lord Byron fue un vampiro


Está nevando, lo que significa que hoy es un buen día para contar esta historia. Lord Byron fue un vampiro, al menos a ojos de John William Polidori, su médico de confianza, quien fue, a su vez, el creador del primer vampiro literario. Después vino Carmilla, de la mano de Sheridan Le Fanu en 1872, y posteriormente el Drácula de Bram Stoker en 1897. Así hasta nuestros días, donde el vampiro romántico clásico ha dado paso a multitud de historias diferentes, desde Louis y Lestat de la magistral Anne Rice, hasta los vampiros más adolescentes que podemos encontrar en casi cualquier novela o serie millennial

Dicen que el año 1816 ha pasado a la historia como «el año sin verano» en el hemisferio Norte, debido a las bajas temperaturas registradas en Europa y en la región nororiental de América, lo que supuso la fuerte presencia de nieblas, heladas, tormentas, ventiscas y lluvias torrenciales. Tiempo después, se comprobó que dichas alteraciones climáticas de debieron al efecto de la prolongada erupción del monte Tambora en la isla de Sumbawa, en Indonesia, cuyas explosiones el año anterior se escucharon a 2.000 kilómetros y causó más de 100.000 muertos en la región. 

Pero también ha pasado a la historia de la literatura la estancia en Suiza ese mismo verano de un pequeño grupo de escritores y poetas: Percy W. Shelley, Mary Wollstonecraft Godwin (más conocida como Mary Shelley) y su hermanastra, Claire Clairmont; Lord Byron y su médico personal, John William Polidori. El tiempo lluvioso y desapacible les llevó a refugiarse en Villa Diodari, una mansión que Byron había alquilado a orillas del Lago Leman. Durante las veladas, los escritores se dedicaron a leer una antología de cuentos sobre fantasmas alemanes traducidos al francés, lo que propició que Lord Byron propusiera a sus compañeros que cada uno escribiera un cuento de terror durante su estancia en la Villa. Todos aceptaron la propuesta, pero no todas las historias llegaron hasta nuestros días. Nada se sabe sobre el relato de Shelley, quien era pareja en esos momentos de Mary Wollstonecraft, ni tampoco sobre el cuento de su hermanastra, Claire Clairmont, quien en ese momento tenía 18 años y estaba esperando un hijo de Lord Byron. Había decidido acompañar en este viaje a su hermanastra y a Shelley, puesto que sabía que Byron también iba a estar allí. El poeta había decidido dar por finalizada la relación con Claire, aunque se había comprometido a hacerse cargo del hijo que iban a tener, pero la joven seguía manteniendo la esperanza de retomar la relación. 


Villa Diodari en la actualidad 



En cambio, sí que han llegado hasta nuestros días los relatos de los otros tres escritores. Mary Wollstonecraft Godwin, que había cumplido los 19 años en agosto, comenzó a escribir Frankestein o El moderno Prometeo tras la visión que tuvo una noche, después haber mantenido una larga conversación filosófica con Lord Byron, donde se le “presentó” la imagen de un pálido estudiante de artes sacrílegas arrodillado al lado de un horrendo fantasma de hombre animado provisto de unos ojos amarillentos y acuosos que no dejaban de mirar a su creador. Wollstonecraft trabajó en aquella obra hasta 1817, y la primera edición de publicó un año después de forma anónima. 

Lord Byron, que entonces tenía 28 años y era reconocido como el poeta más célebre del momento, escribió un pequeño fragmento titulado Augustus Darvell. En él, narrado en primera persona, contaba el viaje que había emprendido con un amigo, Augustus Darvell, por países poco frecuentados por viajeros. Pero la repentina enfermedad de Darvell precipita el fin del viaje, y con él el abrupto cierre del fragmento, dejando las puertas abiertas a diversos acontecimientos posteriores. 



Retrato de Lord Byron


El destino o la casualidad hicieron que esos acontecimientos fueran desarrollados por John William Polidori, quien escribió un relato muy similar al del poeta. Polidori, quien había terminado sus estudios de medicina dos años antes, se había cruzado en el camino de Byron, quien precisaba de un médico personal para emprender un viaje por Europa. El poeta acabó contratando a Polidori, pues ambos habían congeniado a la perfección, pero esa relación idílica no tardaría mucho en desvanecerse. Byron comenzó a sentir desprecio por Polidori, como amigo y como escritor, y no dudaba en humillarle y burlarse de él en reuniones sociales. Polidori, por su parte, acabó desencantado con el poeta, a quien tenía en gran estima y a quien siempre había querido impresionar. Pronto se dio cuenta de la clase de persona que tenía delante.  Byron era un asiduo a las fiestas, a los escándalos sexuales, a las críticas y a las malas relaciones con el resto de escritores, pero todo ello no hacía más que incrementar su fama. Por eso llegó a decir de él que era un "corruptor de la inocencia y un depredador insaciable" que se alimentaba del miedo ajeno. Y, en base a su persona, escribió su relato: El Vampiro. 


Retrato de J.W.Polidori 



El Vampiro presenta a Lord Ruthven, un destacado caballero de rostro mortecino,-aunque de rasgos y formas bellas-, asiduo a las diversas fiestas de la buena sociedad londinense, y conocido por levantar pasiones entre las mujeres (y hacer caso únicamente a las de su interés, despreciando a todas las demás). En mitad de aquella fiesta, Aubrey, un joven apuesto, sincero y acaudalado, fija su mirada en Ruthven, cautivado por su fama y fascinado por su figura. Pronto se entera de que Lord Ruthven, quien tiene problemas económicos, está planeando emprender un viaje, y Aubrey comienza a familiarizarse con él hasta tal punto que decide acompañarle en aquella travesía. Poco conocía del carácter de Ruthven, más allá de lo que había podido observar en la fiesta, pero le extrañó que las acciones que el mismo llevaba a cabo: daba dinero de más a los vagabundos y holgazanes, mientras que aquellos que pasaban necesidades reales no recibían nada de su parte, solo gestos despectivos y humillaciones. Más tarde comprobó que aquellos que recibían la caridad de Ruthven, también se llevaban consigo una maldición, ya que acababan muertos o se hundían más aún en la miseria. 

Viajaron por diversos países, y Aubrey comenzaba a conocer más a Lord Ruthven. A su compañero solo le interesaban los garitos de moda y era un adicto al juego. Pero, más que al juego, al placer que le provocaba la ruina y desesperación de los demás. Los tutores de Aubrey previnieron por carta al joven sobre el «carácter depravado en sumo grado» de su compañero, y le pedían que le dejara de inmediato y regresase a Londres. Durante su estancia en Roma, Aubrey descubre que Ruthven tiene la intención de concertar una cita con la hija de la señora cuya residencia frecuentaba, intentando así aprovecharse de la inocencia de la joven. Sabiendo de sus intenciones, Aubrey visita la casa de la mujer, advirtiéndole de la cita secreta que iba a tener lugar esa mismo día y acabando así con los oscuros planes de Ruthven. Aubrey decide continuar su viaje en solitario, y prescindir de su hasta ahora compañero. Abandona Roma y se dirige a Grecia, donde se instala en casa de un griego. Allí se queda fascinado con la belleza de la joven Ianthe, quien le cuenta la historia sobre un vampiro viviente que había pasado los años entre sus amigos y se había visto obligado todos los años a alimentarse de la vida de una mujer hermosa para prolongar su existencia los meses siguientes. Al detallarle el aspecto tradicional de los vampiros, Aubrey comienza a sentir temor, pues la descripción es muy parecida a la de Lord Ruthven. 

El joven decide realizar una excursión, no sin antes ser prevenido por Ianthe y sus padres acerca del lugar al que decide ir. Le rogaron que no volviera de noche, pues tendría que pasar por un bosque en el que ningún griego se quedaría por nada del mundo después de oscurecer, describiéndolo como el centro de reunión de los vampiros. A pesar de prometerle a Ianthe que volvería antes de oscurecer, no pudo cumplir su promesa, pues una tormenta le sorprendió cuando había emprendido el viaje de regreso a casa. Entre los relámpagos y la lluvia torrencial, vislumbró una cabaña, de la que provenían gritos y risas. Una vez dentro, se encontró con la más absoluta oscuridad pero, de pronto, tropezó con alguien: 

«Aubrey notó que le agarraba alguien cuya fuerza parecía sobrehumana. Forcejeó, decidido a vender su vida lo más cara posible; pero todo fue en vano. Se vio alzado al aire y lanzado contra el suelo con fuerza descomunal. Su enemigo saltó sobre él, le hincó las rodillas en el pecho y le había puesto las manos en la garganta cuando le interrumpió el resplandor de numerosas antorchas que se filtraba por el tragaluz: se levantó al momento, abandonando a su presa, y salió corriendo por la puerta. (…) La luz de las antorchas iluminó las paredes de barro y el techo de bálago cubierto de gruesas capas de hollín. Aubrey les pidió que buscaran a la mujer cuyos gritos le habían atraído; se quedó a oscuras otra vez, pero cuál no sería su espanto cuando la luz de las antorchas cayó de nuevo sobre él y vio la figura ligera de su hermosa guía en un cuerpo sin vida. Cerró los ojos, confiando en que fuese una visión de su imaginación perturbada. Pero cuando los abrió, vio ala misma figura tendida a su lado. No tenía el menor rastro de color en las mejillas; ni siquiera en los labios. Tenía sangre en el cuello y en el pecho, y en la garganta, las marcas de dientes que le habían abierto la vena. Los hombres las señalaron, gritando horrorizados al unísono: “¡Un vampiro! ¡Un vampiro!! (…). 

El resto de la historia forma parte de la leyenda, y tendrás que adentrarte en los escritos que salieron de la cabeza de Polidori durante aquel verano tormentoso de 1816 en Villa Diodari. 


Relato El vampiro de J.W. Polidori / imagen propia 

No es difícil darse cuenta de que la figura fría y calculadora de Lord Ruthvet está inspirada en Lord Byron, y que Polidori se camufló en la historia a través de Aubrey. Asimismo, algunos autores aclaran que Polidori reutilizó el nombre de Lord Ruthvet, que también había utilizado Lady Caroline Lamb en algunos de sus escritos, quien había sido amante de Byron. 

No obstante, la autoría de este relato quedaría en el aire durante un tiempo. El Vampiro se publicó el 1 de abril de 1816 en The New Monthly Magazine y se dice que el editor atribuyó la obra a Byron no solo por el nombre del vampiro, que era el mismo que había utilizado una de las amantes del poeta, sino también porque Ianthe era el apodo con el que el poeta de refería a la hija de la condesa de Oxford, cuando le dedicó parte del poema Las peregrinaciones de Child Harold 

Pese a todo ello, Byron negó la autoría de la obra, y también aprovechó para criticarla. Algunos dicen que fue el propio Polidori quien creó la polémica sobre la autoría para aumentar las ventas. Este incidente fue el desencadenante de una fuerte discusión entre ambos, tras la cual Polidori intentó suicidarse y Byron decidió prescindir de sus servicios como médico personal. La vida de Polidori lejos de Byron no fue mucho mejor, y tras diversos viajes y alguna que otra detención, en 1821 decidió suicidarse ingiriendo dosis de ácido prúsico, el veneno que fue creado por el científico y alquimista Konrad Dippel, en quien se inspiró Mary Shalley para crear al doctor Frankestein. Tenia 26 años.

El destino o la casualidad, nuevamente, hicieron que Byron muriese de forma repentina 3 años después en Grecia, escenario donde tuvo lugar la historia escrita por Polidori. Pero Byron no era inmortal. O sí. 

En cuanto a recomendaciones literarias, La noche de los monstruos recoge los relatos de Mary Wollstonecraft, Lord Byron y Polidori en una única antología, y también incluye las cartas que los escritores enviaron a familiares y conocidos, así como las anotaciones que hicieron en sus diarios durante su estancia en Ginebra. 


La noche de los monstruos / imagen propia


Y en cuanto a recomendaciones cinéfilas, la película española Remando al viento (1988) recoge el viaje de huida de Inglaterra que emprenden Mary Shelley y Lord Byron, donde rememoran aspectos importantes de la vida de cada uno y la noche de 1816 donde todos comenzaron a escribir sus relatos de terror. 


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