jueves, 1 de mayo de 2014

Consecuencias

Me habían dicho que tuviera cuidado, toda la vida con la misma frase. ¿Cuidado por qué? Yo también me quiero hacer daño, ¿por qué no puedo? El problema estaba en que uno mismo no se puede hacer daño, siempre viene de otra persona. De ahí venía ese "cuidado". Igualmente siempre me ha gustado el riesgo y las cosas imposibles, quizá porque sé que tarde o temprano algo va a ser mío. Y hasta el momento lo es. ¿Y cómo lo hago? No lo sé. Simplemente vienen. Es curioso, vienen pero no permanecen. Y ahí estás tú, lo que menos me ha costado. Cierto, me has costado poco, muy poco, porque ni siquiera te esperaba y apareciste de la nada. Lo pusiste demasiado fácil, demasiado para mí y a mi elección. Podía hacer lo que quisiera, y en verdad lo he hecho. Pero estás haciendo más de la cuenta, estás transpasando el límite porque no tienes miedo y lo demuestras; porque sabes a lo que vas y lo que quieres; porque sabes a lo que te enfrentas; porque lo quieres; porque me quieres y sabes que vas a seguir hasta el final, sin importarte cómo será, cuánto te costará y cómo acabarás. Tú vas a seguir. Tú sabes lo que es luchar por los sueños, perseguirlos hasta el infinito. Sabes cómo alejarte y acercarte despacio, cómo enamorar, cómo mirar y derretir, y a la vez ser frío y congelar. Sabes hacer las cosas bien, pensando, planificando, pero sintiéndolo como nadie. Crees en ti, demasiado, y piensas que todo lo vas a hacer bien, que todo va a ser bonito, difícil pero la recompensa es lo que quieres. Piensas que estás haciendo lo correcto, que solo tienes que escuchar a tu corazón, el único que sabe de lo que habla. Piensas cómo seguir, cómo amar con locura. Pero quizá no sepas cómo frenar, y eso te preocupa. ¿Ves? También te gusta el riesgo.
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