“Me dicen, sí, que soy afortunada por estar viva¡pero es tan difícil sentirlocuando todome hace daño!”
Así empieza uno de los
poemas que escribió Marilyn Monroe, titulado Canción triste. Porque sí, además de actriz, productora y sex
symbol, Monroe leía y escribía poesía. Canción
triste, porque sí, la vida de Marilyn fue tremendamente triste.
Desde pequeña tuvo que
aprender a ser adulta y, aunque estuvo casada en varias ocasiones y tuvo
numerosos romances, jamás conoció el amor. Hija de una madre esquizofrénica,
que fue internada en una institución cuando ella tenía 2 años, fue rodando de
familia en familia, y de una casa de acogida a otra, en las que, según contó
tiempo después, sufrió abusos sexuales, gritos y palizas por parte de los miembros
de la familia. Pero esa, por desgracia, no iba a ser la única ni la última
violencia que sufriría, ya que, durante su corto matrimonio con el jugador de béisbol,
Joe DiMaggio, del que se separó ocho meses después de casarse, Marilyn confesó
que había sufrido palizas por parte de su exmarido, llegando incluso al set de
rodaje con marcas y golpes en la cara que eran fácilmente cubiertos por el maquillaje.
Sin embargo, sería su
dura infancia la que siempre la atormentaría, llegando a escribir en sus
diarios sus recuerdos en esa casa, que habían provocado en ella un gran miedo a
la vida y una importante falta de autoestima y confianza en sí misma. Aun así,
estaba convencida de que la vida “empezaba ahora”, y tenía todo lo necesario
para ser feliz, y así lo mostraba. Pero no lo era. Su actual marido había
dejado de quererla y había comenzado a ridiculizarla en público, lo que había
provocado en ella que resurgiera esa tan latente falta de confianza en sí
misma. Se había vuelto adicta a los barbitúricos y apenas podía dormir por la
noche. En sus diarios imploraba la necesidad de paz, a la que se refería como “otro
monstruo más, un monstruo pacífico”.
Marilyn sabía muy bien
lo que era no ser querida por nadie, pero su gran afán era proteger a su
marido, el escritor Arthur Miller, de las críticas que se habían generado por
su relación. Sin embargo, él había dejado de quererla, porque se había
enamorado de la Marilyn Monroe de apariencia, de la exitosa, guapa y sexy, pero
no de la Norma Jeane real, sensible y aterrorizada con la vida. Pero ella se
había dado cuenta, y por eso escribió en su diario: “desde mañana voy a empezar
a cuidar de mí misma, porque me doy cuenta de que yo soy la única con la que
puedo contar, la única persona que siempre he tenido (…) Odio estar aquí, porque
ya no hay amor”.
“Soy como tú, contradictoriamás viva con la escarcharesistente como una tela de araña al vientocolgando boca abajo casi siempreaguantando de alguna maneraesos rayos condensados reflejan los coloresque he visto en los cuadrosay, vida
cómo te han engañado (…)”
Ese fragmento es otro
de los poemas que escribió Marilyn, titulado Vida. Quizá el mejor resumen de su vida y la mejor descripción de
ella misma. Su vida era totalmente contradictoria, y ella misma, también. Su
vida se hundía por todas partes, pero ella resistía como esa “tela de araña al
viento” de la que hablaba, mostrando su mejor cara y su mejor sonrisa. Pero
estaba aterrada.
Se había convertido en
adicta a los barbitúricos y le horrorizaba la idea de acabar encerrada en un
psiquiátrico como su madre. “Creo que lo
mejor es amar con valentía y aceptar – todo lo que uno pueda. Aguantar.
Socorro, socorro. Socorro. Siento que la vida se me acerca, cuando lo único que
quiero es morir”, llegó a escribir.
Su autopsia también fue
contradictoria. Marilyn Monroe fue encontrada muerta el 5 de agosto de 1962 en
su habitación. Aparentemente, fue un suicidio por sobredosis, pero no se
encontraron pastillas, ni siquiera un vaso de agua con el que se las hubiera
tomado. Tampoco encontraron nada en su cuerpo, ni restos de cápsulas ni ningún
tipo de sustancia. La habitación estaba completamente limpia, las sábanas
cambiadas y el cuerpo de Marilyn colocado en una posición extraña sobre la
cama, con claros signos de violencia y de haber sido movido. Todo colocado,
recogido, cuando Monroe era una persona tremendamente desordenada.
Hoy, Marilyn Monroe habría
cumplido (o no) 94 años. Una mujer inteligente, culta y sensible que no quería
ser simplemente un icono sexual, sino una persona querida, amada, respetada. Que
habría deseado que alguien entendiera el dolor detrás de su sonrisa, que la hubiera escuchado y ayudado a construir
una vida aun con todos sus miedos y fantasmas.
Feliz cumpleaños, Norma 🌹
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tu aportación. Seguro que es maravillosa