No
son pocas las novelas y escritos que han incluido besos entre sus páginas.
Besos más fríos, más cálidos, más reales, más tempranos, más tardíos,
prohibidos y secretos pero, al fin y al cabo, besos. Un buen momento para celebrar el Día Internacional del Beso.
Los
besos entre los personajes son una de las escenas más deseadas por los lectores
y, probablemente, por los escritores. Es una de las cosas más mágicas que se
pueden escribir. Basta con cerrar los ojos e imaginar por un momento a tus
personajes, y sentirlo. La literatura está llena de mejores besos, de los más
bonitos y más clásicos, pero en esta pequeña recopilación no saldrán. ¿Sabías
que el espectacular beso bajo la lluvia entre Elisabeth Bennet y el señor Darcy
en Orgullo y prejuicio no sale
realmente en la novela de Jane Austen? En la novela no se besan ni una sola
vez, pero todos tenemos en la cabeza la escena de la película. Por eso, vamos a
dejar todos los besos “típicos”, y vamos a centrarnos en la descripción de los
mismos.
Esta
pequeña selección de besos no quiere decir que sean los mejores de la
literatura ni mucho menos, pero son besos que he querido elegir por distintos
motivos. Uno de ellos, porque los mismos se describen de diferentes formas, y
todo ello depende del autor y de su intensidad. Siempre es bonito que un beso
no sea igual a otro, y que al leerlo te produzca sentimientos distintos. Y otro
de los motivos, el que da sentido al post, es porque estos besos son
prohibidos. Besos mal vistos en la historia, relaciones secretas, amor no correspondido…
Historias de distinta temática, autor y época.
Empiezo
por uno de mis libros de culto: Entrevista con el vampiro de Anne
Rice (1973), pero sin centrarnos en la historia ni en contar nada más. Aquí lo
realmente importante es el beso entre Claudia y Louis. Simplemente a destacar,
para tenerlo en cuenta: se trata de una relación prohibida y, por tanto,
también de un beso prohibido, pero igualmente deseado. Este es un pequeño
fragmento, pero en el libro hay algún beso más:
«Y entonces inclinó
su cabeza, y era tal su actitud, la de un vampiro apunto de morder que me aparté
de ella, pero sus labios solo apretaron suavemente contra los míos, encontraron
una parte donde aspirar el aliento y dejar luego que pasara a mí cuando mis
brazos la abrazaran».
Escena de la película |
Siguiendo
con vampiros, otra de las sagas más
famosas: Crepúsculo, de Stephenie Meyer (2005). La historia entre ambos
también está “prohibida” y, cuanto menos, mal vista. Un vampiro con una humana,
que están en peligro constante, no solo por los enemigos, sino por sus propios
instintos. El primer beso entre Edward Cullen y Bella Swan tiene lugar en la
pradera de un bosque, cuando Edward le muestra su piel iridiscente a
consecuencia del sol:
«La sangre me
hervía bajo la piel quemándome los labios. Mi respiración se convirtió en un
violento jadeo. Aferré su pelo con los dedos, atrayéndolo hacia mí, con los
labios entreabiertos para respirar su aliento embriagador. Inmediatamente, sentí
que sus labios se convertían en piedra. Sus manos gentilmente pero con fuerza,
apartaron mi cara».
Edward y Bella / Telecinco |
Retrocedemos
en el tiempo y dejamos a los vampiros para centrarnos en el llamado “suicido
romántico” o “suicidio por amor”. Dos de las historias más famosas de la literatura
por utilizar este tipo de suicidio romántico en sus finales. Amores no
correspondidos o complicados que aguardan un trágico desenlace.
La
primera, Las penas del joven Werther, del escritor alemán Goethe. La
publicación de este libro en 1774 vino aparejada de una oleada de suicidios de
jóvenes por amores no correspondidos, siguiendo el ejemplo del protagonista, el
joven Werther. Goethe se inspiró en su propia experiencia al escribir la
historia, ya que había vivido algo similar a lo que narra. Werther, un joven de
23 años, vive de cerca el suicidio por amor de su gran amigo Wilhem, quien
estaba enamorado de una mujer casada y totalmente inaccesible para él. Werther se encuentra en la misma
situación, ya que él también está enamorado de Charlotte, quien está
comprometida con Albert, un hombre 11 años mayor que ella. No solamente es
triste toda su historia de amor no correspondido, sino también el único beso
que consigue de ella, que no acaba de la mejor manera.
Portada del libro |
«Se arrojó a los
pies de Charlotte con una desesperación completa y espantosa, y tomándole las
manos las oprimió contra sus ojos, contra la frente. Charlotte sintió el vago
presentimiento de un siniestro propósito. Trastornado su juicio, tomó también
las manos de Werther y las colocó sobre su corazón. Se inclinó con ternura hacia
él y sus mejillas se tocaron.
El mundo
desapareció para los dos. La estrechó entre sus brazos, la apretó contra el
pecho y cubrió con besos los temblorosos labios de su amada, de los que salían
palabras entrecortadas.
-¡Werther!
-murmuraba con voz ahogada y desviándose-. ¡Werther!, insistía, y con suave
movimiento trataba de retirarse. -¡Werther! -dijo por tercera vez-, ahora con
acento digno e imponente.
Él se sintió
dominado. La soltó y se tiró al suelo como un loco. Charlotte se levantó y en
un trastorno total, confundida entre el amor y la ira, dijo:
-Es la última vez,
Werther; no volverás a verme».
Tras
este abandono por parte de Charlotte y ante la imposibilidad de estar con ella
por su inminente boda con otro, conducido por el amor romántico y la pena, Wherter se
suicida a medianoche.
Siguiendo
atrás en el tiempo, la segunda historia trágica más universal es, sin duda, Romeo
y Julieta, de W. Shakespeare (1597).
El enfrentamiento entre dos familias rivales conlleva no solo que el beso entre
los dos sea prohibido, sino que su propia historia de amor también lo sea,
llevando a ambos a la muerte. Al igual que la novela anterior, su romance está
condenado al fracaso desde el principio, y aguarda el peor de los desenlaces
para los dos. El beso prohibido se produce durante un diálogo entre
ambos:
Romeo: Si con mi mano he profanado tan celestial altar, perdóneme. Mi boca
borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso.
Julieta: El peregrino ha equivocado el sendero pese a que parece devoto. El
palmero únicamente ha de besar manos de santo.
Romeo: ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero?
Julieta: Los labios del peregrino son para orar.
Romeo: ¡Oh, es una santa! Cambien pues de oficio mis manos y mis labios. Ore el
labio y otórgueme lo que le pido.
Julieta: El santo escucha con tranquilidad los ruegos.
Romeo: Entonces, escúcheme tranquila mientras mis labios oran, y los suyos se
purifican
Julieta: En mis labios queda la huella de su pecado.
Romeo: ¿Del pecado de mis labios? Ellos se retractarán con otro beso
Julieta: Besas
muy virtuosamente.
Película Romeo + Julieta |
Ahora estamos viviendo un momento que podríamos denominar como "prohibido". No podemos tocarnos, vernos, besarnos... Celebramos el Día del Beso sin beso, alejados de los que más queremos, mandando besos a través de una pantalla, diciendo "te quiero" a través de un micrófono. ¿Te imaginas que esto durase para siempre? ¿Te imaginas que estuviera prohibido, y que te tuvieras que esconder? ¿Te imaginas que nunca más pudieras dar ese beso? Algunas historias duraron para siempre.
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