lunes, 13 de abril de 2020

Besos prohibidos en la literatura


No son pocas las novelas y escritos que han incluido besos entre sus páginas. Besos más fríos, más cálidos, más reales, más tempranos, más tardíos, prohibidos y secretos pero, al fin y al cabo, besos. Un buen momento para celebrar el Día Internacional del Beso. 

Los besos entre los personajes son una de las escenas más deseadas por los lectores y, probablemente, por los escritores. Es una de las cosas más mágicas que se pueden escribir. Basta con cerrar los ojos e imaginar por un momento a tus personajes, y sentirlo. La literatura está llena de mejores besos, de los más bonitos y más clásicos, pero en esta pequeña recopilación no saldrán. ¿Sabías que el espectacular beso bajo la lluvia entre Elisabeth Bennet y el señor Darcy en Orgullo y prejuicio no sale realmente en la novela de Jane Austen? En la novela no se besan ni una sola vez, pero todos tenemos en la cabeza la escena de la película. Por eso, vamos a dejar todos los besos “típicos”, y vamos a centrarnos en la descripción de los mismos.

Esta pequeña selección de besos no quiere decir que sean los mejores de la literatura ni mucho menos, pero son besos que he querido elegir por distintos motivos. Uno de ellos, porque los mismos se describen de diferentes formas, y todo ello depende del autor y de su intensidad. Siempre es bonito que un beso no sea igual a otro, y que al leerlo te produzca sentimientos distintos. Y otro de los motivos, el que da sentido al post, es porque estos besos son prohibidos. Besos mal vistos en la historia, relaciones secretas, amor no correspondido… Historias de distinta temática, autor y época.

Empiezo por uno de mis libros de culto: Entrevista con el vampiro de Anne Rice (1973), pero sin centrarnos en la historia ni en contar nada más. Aquí lo realmente importante es el beso entre Claudia y Louis. Simplemente a destacar, para tenerlo en cuenta: se trata de una relación prohibida y, por tanto, también de un beso prohibido, pero igualmente deseado. Este es un pequeño fragmento, pero en el libro hay algún beso más:

«Y entonces inclinó su cabeza, y era tal su actitud, la de un vampiro apunto de morder que me aparté de ella, pero sus labios solo apretaron suavemente contra los míos, encontraron una parte donde aspirar el aliento y dejar luego que pasara a mí cuando mis brazos la abrazaran».



Escena de la película 


Siguiendo con vampiros, otra de las sagas más famosas: Crepúsculo, de Stephenie Meyer (2005). La historia entre ambos también está “prohibida” y, cuanto menos, mal vista. Un vampiro con una humana, que están en peligro constante, no solo por los enemigos, sino por sus propios instintos. El primer beso entre Edward Cullen y Bella Swan tiene lugar en la pradera de un bosque, cuando Edward le muestra su piel iridiscente a consecuencia del sol:

«La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Mi respiración se convirtió en un violento jadeo. Aferré su pelo con los dedos, atrayéndolo hacia mí, con los labios entreabiertos para respirar su aliento embriagador. Inmediatamente, sentí que sus labios se convertían en piedra. Sus manos gentilmente pero con fuerza, apartaron mi cara».


Edward y Bella / Telecinco



Retrocedemos en el tiempo y dejamos a los vampiros para centrarnos en el llamado “suicido romántico” o “suicidio por amor”. Dos de las historias más famosas de la literatura por utilizar este tipo de suicidio romántico en sus finales. Amores no correspondidos o complicados que aguardan un trágico desenlace.

La primera, Las penas del joven Werther, del escritor alemán Goethe. La publicación de este libro en 1774 vino aparejada de una oleada de suicidios de jóvenes por amores no correspondidos, siguiendo el ejemplo del protagonista, el joven Werther. Goethe se inspiró en su propia experiencia al escribir la historia, ya que había vivido algo similar a lo que narra. Werther, un joven de 23 años, vive de cerca el suicidio por amor de su gran amigo Wilhem, quien estaba enamorado de una mujer casada y totalmente inaccesible para él. Werther se encuentra en la misma situación, ya que él también está enamorado de Charlotte, quien está comprometida con Albert, un hombre 11 años mayor que ella. No solamente es triste toda su historia de amor no correspondido, sino también el único beso que consigue de ella, que no acaba de la mejor manera.

Portada del libro 
«Se arrojó a los pies de Charlotte con una desesperación completa y espantosa, y tomándole las manos las oprimió contra sus ojos, contra la frente. Charlotte sintió el vago presentimiento de un siniestro propósito. Trastornado su juicio, tomó también las manos de Werther y las colocó sobre su corazón. Se inclinó con ternura hacia él y sus mejillas se tocaron.

El mundo desapareció para los dos. La estrechó entre sus brazos, la apretó contra el pecho y cubrió con besos los temblorosos labios de su amada, de los que salían palabras entrecortadas.

-¡Werther! -murmuraba con voz ahogada y desviándose-. ¡Werther!, insistía, y con suave movimiento trataba de retirarse. -¡Werther! -dijo por tercera vez-, ahora con acento digno e imponente.

Él se sintió dominado. La soltó y se tiró al suelo como un loco. Charlotte se levantó y en un trastorno total, confundida entre el amor y la ira, dijo:

-Es la última vez, Werther; no volverás a verme».

Tras este abandono por parte de Charlotte y ante la imposibilidad de estar con ella por su inminente boda con otro, conducido por el amor romántico y la pena, Wherter se suicida a medianoche.

Siguiendo atrás en el tiempo, la segunda historia trágica más universal es, sin duda, Romeo y Julieta, de W. Shakespeare (1597). El enfrentamiento entre dos familias rivales conlleva no solo que el beso entre los dos sea prohibido, sino que su propia historia de amor también lo sea, llevando a ambos a la muerte. Al igual que la novela anterior, su romance está condenado al fracaso desde el principio, y aguarda el peor de los desenlaces para los dos. El beso prohibido se produce durante un diálogo entre ambos:

Romeo: Si con mi mano he profanado tan celestial altar, perdóneme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso.
Julieta: El peregrino ha equivocado el sendero pese a que parece devoto. El palmero únicamente ha de besar manos de santo.
Romeo: ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero?
Julieta: Los labios del peregrino son para orar.
Romeo: ¡Oh, es una santa! Cambien pues de oficio mis manos y mis labios. Ore el labio y otórgueme lo que le pido.
Julieta: El santo escucha con tranquilidad los ruegos.
Romeo: Entonces, escúcheme tranquila mientras mis labios oran, y los suyos se purifican
Julieta: En mis labios queda la huella de su pecado.
Romeo: ¿Del pecado de mis labios? Ellos se retractarán con otro beso
Julieta: Besas muy virtuosamente.


Película Romeo + Julieta

Ahora estamos viviendo un momento que podríamos denominar como "prohibido". No podemos tocarnos, vernos, besarnos... Celebramos el Día del Beso sin beso, alejados de los que más queremos, mandando besos a través de una pantalla, diciendo "te quiero" a través de un micrófono. ¿Te imaginas que esto durase para siempre? ¿Te imaginas que estuviera prohibido, y que te tuvieras que esconder? ¿Te imaginas que nunca más pudieras dar ese beso? Algunas historias duraron para siempre. 


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